IV

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Por fin era yo. Ese día estaba normal, como en los demás. Bromeando como siempre.

Empezó la primera clase y saqué el material: Los bolis estaban esparcidos por el bolso, las hojas estaban arrugadas y dobladas, dibujos con restregones de grafito... ERA YO.

Esbocé una sonrisa.

La puerta se abrió rápido.

-Siento llegar tarde - dijo Freddie jadeante.

Se sentó en el pupitre y me miró. Yo no.

Durante las clases, me pasó una nota:

''No entiendo por qué te has enfadado así conmigo, yo quiero seguir hablando contigo. Me resultas interesante''.

Miré la nota con desprecio y a él también.

Le odiaba.

Nadie iba a jugar con mis sentimientos, y menos un picaflor encantador.

~

Al terminar las clases esperé a Stewie en la puerta de mi clase. De pronto, Freddie me rodeó por detrás la cintura. Enseguida me solté y con violencia.

-¿No te ha sido suficiente mi mirada despreciable o qué?

-Oh oh, una chica violenta y malota - dijo burlón.

-Mira, déjame en paz - en ese momento pasaba un grupito de chicas monas y guapas. - Mira mira, por ahí van unas macizas. Ve a por ellas.

Freddie rió negando con la cabeza.

-No lo voy a hacer... - dijo con mirada sincera.

-¿Por qué no? Esa es tu vida. Ir tras guapas y bonitas.

-¿Y qué crees que estoy haciendo, BONITA?

En esos momentos enrojecí y miré a otro lado.

-Tus piropos no sirven de nada, vete.

-No te vas a librar fácilmente de mí, dulzura - me guiñó un ojo y se largó.

-YA VEREMOS - grité.

Yo repateé haciendo sonidos raros. Pero ese guiño me cautivó.

Steve apareció.

-¿Qué tal?

-¿QUE QUÉ TAL? - dije histérica. - TENÍAS RAZÓN, ESE CHICO ES UN SINVERGÜENZA QUE PRETENDE LIGAR CON TODA MUJER.

-Vaya, ayer no decías lo mismo... Ayer era un chico encantador.

Recordé lo que dije. Sin duda me había contrariado. Ahora más que enamorarme me daba asco... ¿O no?

-Ese chico no merece mi amistad, si quiere jugar con los sentimientos de una chica esa no soy yo. Punto.

Stewie rió y no dijo más.

~

Tras la hora de la comida me puse a practicar con la guitarra.

Sonó el timbre. Abrí y era... era ÉL.

-Hola, señorita - mostraba una sonrisa angelical.

-¿PERO TÚ OTRA VEZ, BULSERI?

-Bulsara - corrigió, empezó a reír.

-Como sea. Te dije que me dejases en paz. ¿Tan cabezón eres?

-Cuando veo a una preciosidad sí.

En ese momento casi caigo en su encanto, pero me hice la dura.

-¿Eso cuantas veces al día se lo dices a las chicas?

-Ha sido la primera vez que se lo digo de verdad a alguien.

Reí sarcásmica.

-¿De verdad? ¿Cómo que de verdad?

-Me lo pareces realmente - dijo frotándose la frente. Yo alcé una ceja.

-¿Cómo sabías que vivo aquí?

-Te seguí.

-Hum, así que eres un acosador.

Entonces miró al interior de mi casa, ignorándome, y se fijó en un piano que tenía aparcado.

-Oh, ¿tienes un piano? - dijo mientras entraba sin permisión a mi casa.

-No, es una batería, ¿no ves el bombo y los platillos? - dije en tono irónico mientras cerraba la puerta.

Se sentó en él y empezó a tocar sin más. Me acerqué a oírlo. Tocaba muy bien, se le veía suelto. Muy a lo Mozart. Y debo admitir que me encantó.

Me senté en la banqueta, a su lado.

-Tocas genial - dije un poco desinteresadamente.

-Gracias, cielo.

-No sé ni por qué tengo un piano, así que le quiero sacar provecho. Quiero aprender.

-¿Te enseño, querida Rose? - dije interesado.

-Bueno, vale - dije sin darle importancia.

Empezó enseñándome una canción sencillita, después me enseñó los acordes y a colocar la posición de las manos en ellos.

Me acariciaba la mano dulcemente cada vez que lo hacía, en una ocasión sonreí y me pilló.

Finalmente pude aprender un poco y toqué la canción que me enseñó.

-Eres muy buena alumna.

-Lo sé, aprendo rápido.

Me miró atrevido. Yo ni le miraba. Huía de sus ojos.

-¿Entonces ya no estás enfadada?

-¿Acaso estaba enfadada? Eres tú y tu afán por querer acostarte con todas las pibas...

-No soy así. Eres muy pesada ¿eh? ¿Es que acaso te gusto y estás celosa...?

Me hice la tonta

-N-no me gustas para nada... ¿Por qué iba a estar celosa?

Sacó media sonrisa.

-Sí que te gusto... Vi como sonreíste cuando te acariciaba tus suaves manos... -se me iba acercando lentamente y me cogió por la cintura.

Después me acarició la mejilla y le miré a los ojos.

Me embobé con ellos. Eran tan sinceros... tan profundos... tan bonitos... Pero reaccioné.

Le di una torta. Hizo un quejido y rió frotándose la mejilla.

-Eres un pervertido, ¿crees que puedes entrar así a cualquier chica?

-No a cualquier chica, sino a una chica preciosa y dulce como tú - sonrió.

Tras mí vio el dibujo, el dibujo que hice de él. Cogió el bloc y lo contemplo asombrado

- ¿Soy yo?

Me quedé petrificada

-¿Q-qué dices? Ese es otro de por ahí...

Se miró en el espejo

-Querida, soy yo. Y TE GUSTO TANTO QUE HASTA ME DIBUJAS.

-Bueno basta ya. Vete. Humo de aquí. - le cogí del brazo y le saqué de la casa.

Cuando iba a cerrar la puerta vi cómo se alejaba lanzándome besos. Cerré la puerta indignada.

Oh dios, esos ojos... Cómo me había cogido... Y ESE CABRÓN YA SABÍA DÓNDE VIVO.

Joven Bulsara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora