Tras una comida muy suculenta probando el sushi con los bufidos de Freddie de fondo, nos disponíamos a salir del restaurante. A la vez, Matt y yo nos levantamos de la mesa y cogimos nuestras chaquetas. Justo Freddie salió por detrás de nosotros del restaurante.
-Perdona, Phillips. ¿Podría quitarte un momento a Rose? - dijo, algo serio.
-Claro, pero sólo un momento - bromeó.
Freddie me agarró del codo y me llevó un par de metros lejos de mi supuesto novio.
-¿Qué quieres, Buslara? - dije con molestia.
-¿Por qué no me dijiste que tenías novio? – dijo apenado, pasándose una mano por la frente.
-Empezamos anoche. Ya sabes, unas birras y tal.
-¿Y qué hay de mí?
-Tu tienes a las chicas, ¿no? – dije celosa - Ellas te llenarán.
Me miraba negando con la cabeza.
-Esas chicas no significan nada a tu lado. – dijo mirándome a los ojos, con una pizca de enfado en los suyos - Veo que no lo entiendes ni lo harás nunca.
Agaché la cabeza y Freddie se fue sin despedirse. ¿Y si estaba cerrando las puertas a un chico que de verdad podía merecer la pena? Si cometiese ese error... no me lo hubiera perdonado en la vida. Y es que además de encelarle, le había herido el corazón.
No, no podía ser. Le amaba con todo mi corazón. Lo acababa de comprender. Tuve ganas de ir corriendo tras él y decirle lo cuanto que lo sentía, pero ya había desaparecido.
-¿Rose? – oí la voz de Matt. - ¿ya habéis terminado de hablar?
Asentí tristemente y volví de vuelta con Matthew.~
Aquella tarde, Matt me acompañó hasta mi casa, en cuya entrada nos despedimos hasta el día siguiente. Entré a la casa con mucha desgana, más que nunca en los últimos meses, y me tiré boca abajo al sofá. No sabía qué me ocurría. Parecía abrirse todo a algo aún más claro que todo el barullo que se había formado en mi pequeña mente desde que Freddie Bulsara había aparecido en mi vida. Es decir, ahora podía distinguir perfectamente el odio del amor. Y lo que sentía por él, era amor puro. Qué más daba si estaba rodeado de chicas, tampoco era de extrañar que todas las chicas cayesen rendidas a sus pies.
Suspiré con profundidad. Me dolía el corazón de la manera más amarga posible. ¿Debía dejar a Matt y estar de una vez con Bulsara? Era rastrero. De hecho, tenía ni que haber hecho ese estúpido plan de los celos. Pero sin él, no me habría dado cuenta de ese sentimiento tan presente por el indio.
Sólo podía entregarme al azar y a la suerte en ese momento.
~
La noche corrió deprisa hasta que llegó la hora de levantarse. Hice lo habitua. Mientras bebía el café cortado caliente en la mesita de la cocina, el pensamiento del día anterior me revoloteaba la cabeza. ¿Cómo se suponía que iba a actuar ahora? Matt no me gustaba tanto como para salir con él. Era un chico adorable y guapo. Pero no tenía ni punto de comparación con ese cabrón de Freddie.
Terminé el café, tomé el bolso y me dirigí al centro.
Crucé un par de pasillos hasta lograr llegar a mi aula y entré cabizbaja. Me senté silenciosa al pupitre. Tenía un poco de sueño y los ojos se me pegaban ligeramente. Miré al asiento de Freddie, añorándole. Me puse a recordar el primer día que vino, todo confiado en sí mismo, con carisma y simpatía, cuando me invitó al bar del centro y se puso a besar a esa rubia estúpida... cuando justo miré por la puerta y le vi tonteando con una jovencilla. Vaya. El caso es que sus cuerpos estaban tan pegados que habría que despegarlos con disolvente universal. En ese instante, el 99,9999% de mi cuerpo era todo celos.
Aparté la mirada tratando de evitar gritar como una histérica y, repentinamente vi a Matt sonriéndome. Se acercó a mí y me plantó un beso muy dulce en los labios. Cuando se apartó, vi a un Freddie fruncido de ceño, ignorante de la jovencilla que tenía pegada a su robusto cuerpo. ¿Más celos?
*
Tener al novio por compañero significaba estar distraídos durantes las clases, por lo que Matt y yo nos lanzábamos miradas románticas casi todo el tiempo. Pero, de vez en cuando me atrevía a mirar a Freddie. Estaba tan nervioso de los celos... o eso creía. Volví a la lámina en la que estábamos trabajando en aquella clase, pero la goma de borrar se había quedado en casa-
-¿Me puedes prestar la goma de borrar, Freddie? – pregunté amablemente. Me la dio sin mirarme ni hablarme. ¿Estaba enfadado? ¿Triste? Cielo santo… tan fuerte no podía ser.
-Gracias - agradecí un poco tocada. Borré el error y le dejé el artilugio en la mesa, sin decir tampoco nada.
Y así, durante todo el día. Miradas alegres y tiernas con Matt, miradas dolidas con Freddie, y mis miradas celosas a Freddie cuando flirteaba con otras. Era tan estresante...
Cuando acabaron las clases, fui al baño a echarme agua en la cara. Me miré al espejo. ¿Qué habrían visto en mí esos dos tipos? No era una belleza, sino más bien un bicho extraño y feo. Era increíble. Sacudí la cabeza, me sequé las manos y salí del baño. Al hacerlo, encontré un corro de gente y dentr de él a Freddie agarrando del cuello de la camisa a Matt. Por supuesto, quedé en shock, aunque pronto me abriría paso entre la gente e intentaría frenar al furioso.
-¿Qué coño haces, Bulsara? – dije cabreada, frenándole. Fredie me miró y miró a Matt colérico.
-Este mequetrefe te anda engañando, ¿sabes?
-¿Qué? – dije mirando a Matt - ¿Es eso cierto?
-Eso es mentira – dijo acorralado y sudado.
-Claro, ¿y qué hacías agarrado a esta chica? – dijo señalando con la cabeza a una muchacha rubia.
Matt quedó en silencio.
-Repito. ¿Es eso cierto, Matty? – dije disgustada.
-N-no, cariño. Verás… e-ella es... mi hermana, y la estaba abrazando porque… porque su novio la ha dejado y... anda desconsolada – dijo con pena. Miré a la muchacha. Mi mente asoció el pelo que los dos individuos tenían, por lo que lo creí todo.
-Suéltale ahora mismo. – dije enfadada a Freddie.
Freddie le miró asesino y le soltó. Matt se colocó el cuello mirando mal a Freddie.
-No entiendo cómo haces estas cosas, en serio – dije disgustada - Tú eres el primero que anda diciendo que me amas y luego bien que estás todo el puto día dale que te pego con la primera con la que te cruzas.
-¿Sabes por qué hago todas esa cosas? Porque te quiero, porque te amo y eres la mujer de mi vida. Y sé que tú has nacido para mí. Sólo quería dar una lección a este muchacho porque creía que te engañaba, porque no quería que te hiciera daño. Y si flirteo con tantas chicas es porque quiero encontrar a una chica como tú entre ellas que sea capaz de amarme. Aunque claro, como tú nunca habrá dos - dijo con un tono de desesperación, suspirando. Se dirigió a Matt esta vez – Y tú, chaval. Cuídala. Vale un universo entero. Espero que no cometas el mismo error que he hecho yo – dicho esto, se marchó, con toda la tristeza del mundo sobre él.
Traté de contener los litros y litros de lágrimas que me estaban viniendo a los ojos. Cuánto daño estaba provocando toda esa situación. Me agobié como nunca. Ante las miradas del curioso público que quedaba estupefacto ante la riña, me tapé con mi larga cabellera castaña, evitando establecer cualquier contacto visual.
-Será mejor que nos vayamos, Rose – me dijo Matt, agarrándome del brazo con consuelo.
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Joven Bulsara.
FanfictionRose evita caer rendida a los pies de Freddie Bulsara, un compañero del curso de Diseño Gráfico. Ella le tiene amor y odio al mismo tiempo, cosa que le confunde. Y aunque Freddie siempre esté ligoteando con chicas guapas, en su corazón va a quedar g...