𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈

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Todos los días visitaba a Lucifer quien aún seguía en coma. Me quedaba en el hospital todo el día, no me iba de ahí, aunque tampoco era un lugar en el que le guste estar, pues odiaba ver a Lucifer en ese estado, lleno de cables y con las noticias de que probablemente no sobreviva. Las veces que me iba era porque Emily me decía que Charlie lo extrañaba y que estaba haciendo un berrinche para verme.

Aun así, me quedaba ahí esperando algo o hablando con el. Había veces que le traía flores y las dejaba en una pequeña mesa en donde se encontraban medicamentos y otras cosas.

Una noche estaba volviendo a mi casa con el auto por otra rabieta de Charlie. Ya habían pasado dos semanas desde que Lucifer seguía así, y eso me preocupaba. Charlie era su única esperanza, pero aún así Lucifer había sido mi todo en la vida. Eso me hizo sentir más deprimido, esa sonrisa que prometí tener intacta en mi rostro se desvaneció.

Pero Charlie lograba alegrar mi día y lograba ponerme de buen humor, aunque por dentro este llorando lágrimas sin parar. Y luego se puso a pensar; Lucifer paso el resto de su vida solo, antes de conocernos. Eso lo destrozó, seguía sintiendo demasiada pena por el más bajo, había sufrido toda su vida, pero sin embargo seguía vivo.

Era como un vaso a punto de rebalsar. Las lágrimas salieron y siguieron hasta que detuve el auto en el estacionamiento del edificio. Con la cabeza dando vueltas abrí la puerta y unas pequeñas manos rodearon mis piernas.

“Charlie."— Dije. Los grandes ojos de la niña miraban mi vacío rostro con ilusión y felicidad. —“¿Onde esta papi?“— Preguntó torpemente Charlie. —“El esta.. Muy ocupado, Charlie. Un día volverá ¿Si?“— Me coloqué a la altura de mi hija y acaricié sus mejillas con mi mano.

—“Gracias, Emily. Intentaré buscar una niñera para Charlie.“— Le avisé a Emily para que no se quede cuidando a Charlie todo el tiempo. Sabía que la chica tenía que trabajar y no tenía tiempo para estar cuidando a una niña todos los días. —“¡Nooo!“— La dulce voz de Charlie se escuchó de fondo. —“Ay, no te preocupes, Al. Después de todo Charlie es una niña encantadora y muy inteligente.“—

Emily se despidió y se fue a su casa. Yo cerré la puerta y acompañé a mi hija hasta que se duerma, aun así la pequeña tenía mucha energía para que sean las dos de la mañana. Estaba dispuesto a irse a dormir, pero de pronto alguien tocó la puerta.

Me acerqué y dudé en abrir la puerta, pero de todos modos empece a abrir cuidadosamente mientras asomaba mi cabeza. Observé a Ángel, Husk y Niffty allí y, dándome la libertad de abrir por completo la puerta principal. —“¿¡Que carajos hacen aquí a esta hora!? ¡Charlie esta durmiendo!“—  Hablé furioso, pero con un tono de voz bajo.

“Tranquilo, Al. Solo vinimos a verte.“— Aclaró Husk.

Los dejé pasar solo si prometían hacer silencio. Observaron la casa como si hubieran visto cadáveres adentro, pero no les dí importancia. —“Amigo, ¿Nadie limpia aqui?“— Dijo Angel. Había sonado algo grosero, pero como teníamos demasiada confianza no lo tomábamos mal. —“No tengo tiempo. Me la paso en el hospital y tengo una hija que es realmente traviesa e inquieta.“— noté como el más alto se arrepentía de sus palabras.

Se sentaron en la mesa y me ofrecí para preparar cafe para todos. —“Oye, Al. ¿Estas bien? Digo, ¿Como te estas tomando esto?“— preguntó Niffty. —“S-si. Estoy bien.“— Que gran mentira había dicho. Sabía que me estaba muriendo por dentro. —“Sabes que puedes contar con nosotros.“— asentí con la cabeza.

La charla continuaba. La charla era bastante sincera y se notaba que ninguno se estaba divirtiendo, estaban reflexionando
“¿Que pasa si Lucifer muere?“—

𝐁𝘭𝘶𝘦 𝐄𝘺𝘦𝘴 || Radioapple ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora