Capítulo 2.

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7:18 am
Me levante tarde, que solo me alcanzó tiempo para bañarme... No me maquille, ni siquiera me peine, solo me agarre mi cabello y me lo amarre con una liga. En mi mochila metí todo lo que me hacia falta para estar lista, como mi cepillo para el cabello, mi maquillaje...

Cuando llegue a la escuela, saque rápidamente mis libros y cuando cerré, mi casillero, Elliot estaba detrás de el.
-Hola- sonrío apuesto.
-¿Y si hablamos en unos 5 minutos? Tengo algo que hacer... Ahora...- le hice una sonrisa de preocupación.
-Qué pasa, por qué tanta urgencia...
-¿Que no lo notas?
-No, de verdad no... No espera...- me miraba fijamente - Oh si, ya se, tu cabello esta alborotado, y te ves más deslumbrante sin maquillaje, tu ceja esta despeinada también- sonrío.
-Bueno, ya lo notaste, con permiso- me dirigí al baño.

El me seguía, y hasta que llegue al baño le dije:
-No puedes entrar lo lamento- le dije metiéndome al vestidor.
-Ya es casi el comienzo de clases, a esta hora no hay niñas en los baños- dijo metiéndose el también.

Me comencé a peinar el cabello, y cuando mire a mi reloj eran las 7:37 y ya no me dejarían entrar a clases. Y todos los 4 minutos y medio que tarde peinándome, Elliot se quedo recargado junto a la pared, apreciando mi belleza, eso creo. Tome mis cosas y tome a Elliot de la mano dirigiéndonos al salón.
Entramos y el maestro dijo
-Lo lamento, ya no pueden entrar- exclamo enojado.
-Perdón es que estábamos...- y el maestro me interrumpe.
-Si andaban de novios, ahora váyanse a seguirle, que no entran a mi clase- todas las miradas de los demás alumnos estaban puestas en nosotros, era una real vergüenza...

Cerré la puerta y me dirigí hacia las escaleras, y me senté.
-Perdón, por haberte hecho llegar tarde a clases, debí haberme ido así, que patética soy al concentrarme en mi belleza, si nunca me ha importado, perdón- me sentía tan mal por haberlo dejado afuera y yo me sentía mal por no haber entrado a clases -No ¿sabes qué? Tu tienes la culpa, yo no te dije que entraras al baño de niñas, tu apreciabas mi estupida belleza, y por eso llegaste tarde, y como siempre yo, te tuve que llevar al salón ya que tu nunca te cansas de verme...- le dije.

El se sentó a un lado mío y me tomo de la mano. Me sentí rara, me sentí preocupada, me sentí que estaba haciendo algo mal, me sentí una flor, y sentí que perdía el control; podía oír el rápido latido de mi corazón y el nivel de mi inocencia iba aumentando mientras mas tiempo tenía mi mano, pasaron en realidad solo 2 segundos, y yo lo sentí como 2 horas. Pero finalmente en 1 milésima de segundo, me contuve y le quite mi mano de la de el, mientras tenía mi ceño fruncido.
-Si, fue culpa mía, y no te preocupes tanto por tu belleza externa, preocúpate mas por tu belleza interna, te prometo que la próxima vez no me portare como tal cretino.- intentó animarme, pero solo me hacia sentir mas culpable.
-Mmm, ¿gracias?- sonreí...

Creo que él había entendido una indirecta que no lo quería más que un amigo, que no quería que volviera a coquetearme, pero en realidad no me refería a eso cuando quite mi mano de la de el, solo no quería morir en sus brazos.

En la salida, me dirigía sola a mi casa de nuevo, y el llego de nuevo, y me pregunto:
-¿Quieres que te acompañe de nuevo, Regina?
-Como quieras- seguía triste por haber faltado a mis clases.
-Oye, mira no hay problema con que hayas faltado un día, a una clase, no pasa nada, con tu inteligencia lo repondrás mañana, ya no te estreses, ¿si?- me dijo con un tono alegre.
-Es que tu no comprendes, me castigan por todo, y a ese maestro le caigo mal, entonces me ira peor, mandará a citar a mi mamá por una cosa tan absurda... Pero gracias- le dije ya con un mejor humor y menos preocupada.
-Yo digo que fue mi culpa, que yo te detuve...
-No vale la pena de verdad- me reí.
El solo alzó las cejas y sonrío de lado.

Solo llevaba una semana de conocerlo y empezaba a sentir algo por el.

Al día siguiente ya no me hablaba igual, tampoco ya no me miraba tanto, y no me sonreía como antes lo hacia. En la hora del almuerzo me senté con Evelyn, Diego y Elliot, que ya no estaba sentando a un lado mío, ahora estaba a lado de Diego, y Diego estaba en frente de mi. Seguíamos hablando, pero ya no éramos los mismos amigos de antes, ahora era mas una amistad, que un sentimiento escondido.

Ahora era yo quien lo miraba, ahora era yo quien me perdía en su mirada, ahora era yo que veía una galaxia entera en sus ojos, y me alumbraba aún mas su piel de arena que brillaba con el sol. Tal vez alguien nos hechizo, para que yo viera lo que el veía en mi. Pero al fin de cuentas, eso solo pasa en los cuentos para niños estupidos, que creen en el amor mediocre y medieval, en el amor que es perfecto.

Una semana después de estar hechiza, era la salida y el se iría solo a su casa como siempre, y todavía no llegaban por mi, éramos los únicos de nuestros amigos que quedaban, y nos sentamos juntos en la banqueta. Lo mire sonriendo y apenas iba a hablar cuando el puso detrás de mi oreja mi cabello, y yo perdía el control cuando el hacia eso. Nos miramos como por 4 segundos, nos mirábamos fijamente en los ojos, en nuestros ojos cafés. Después yo agaché mi cabeza mordiendo mi labio de preocupación. Y el se rió.
-Con que así coqueteas...- dijo con una risita.

Yo solo sonreí y lo mire con ojos de desesperación por recorrer sus clavículas con mis manos hasta llegar a su cuello, y así ponerlas alrededor. Y el me miraba con ojos de querer poner sus manos sobre mis mejillas y besar mis labios, que aún eran vírgenes.
Quería admitir todo lo que sentía por el, quería decirle todo, todo. Cuando por fin se lo iba a contar, tome un gran suspiro, y oí el carro de mi mamá, nos levantamos de la banqueta y el se despidió de mi dándome un beso en la mejilla, y con una sonrisa mientras me alejaba.

Cuando entre al carro le pregunte a mi mama si podría venir Evelyn a la casa hoy, ya que tenía que platicarle a alguien sobre mis sentimientos, que también quería contárselos a mi mamá, pues a veces tenemos esa confianza. Me dijo que si podría ir, entonces sentí un gran alivio.

Cuando llegamos a casa, para ser sincera, no tenía hambre, estaba desesperada por hablar con alguien sobres mi dilema. E inmediatamente agarre mi teléfono y llame a Evelyn.
-Eve, te necesito en mi casa ya, por favor, es código rojo...- le llame desesperada.

Unos 15 minutos después ella estaba tocando la puerta de mi casa...
-Pasa, vamos a cuarto y te cuento, rápido- le dije
-Ay, espera quiero ver que puedo comer mientras me cuentas tu código rojo- me contesto mientras buscaba algo en la alacena, y yo solo gire los ojos.

Subimos s mi cuarto y nos sentamos en mi cama, ella abrió su paquete de galletas Chokis mientras yo comenzaba mi código rojo.
-Bueno es de Elliot...- le dije.
-Lo sabia...- me dijo mientras tenía la boca llena de boronas de galletas.
-Es que estoy en un dilema Evelyn, al principio no lo tragaba, después me gustaban sus poesías, después me molestaba su mirada pero al mismo tiempo la amaba, después me deja de hablar como antes, y descubro que me gusta, y hoy que estábamos solos en la banqueta sentados, tenía esas ganas de recorrer sus clavículas con mi manos y después ponerlas alrededor de su cuello, y lentamente acercarme a sus labios, y besarlos lindamente. Y decirle como me siento cuando estoy con el... Evelyn ayúdame por favor...

Un amor en prosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora