Capitulo 6.

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Porque sabia que me amaba, sabia que me soñaba y sabia que quería que vendiéramos nuestras almas a nuestros universos; pero el amor no era vender nuestras almas a los universos, era consumirlas entre ambos y aclamarlas como bellezas perfectas.

18 de noviembre
6:45 pm

Casi él vivía en mi casa, y me agradaba, pero sentía que se cansaba de mi, y quería tiempo para sanar y cuidarse el, para no herirme o lastimarme a mi, y yo simplemente no sabia como lograrlo, no sabia si hablar con el, o si simplemente ignorarlo y seguir adelante como cualquier conformista.

-¿No extrañas hacer lo tuyo?- le pregunté.
-No extraño nada de mi vida anterior de estar contigo- me contestó.

Unos minutos después me confeso algo, un gran secreto suyo.

-Tenía una novia en mi anterior escuela, la ame profunda y amargamente, tanto que cuando ella me negó y dijo que no me aclamaba como yo a ella, llore y sufrí por ella, tenía mi alma en pedazos y un corazón mal orientado y lastimado. Me sentí pésimo.- me dijo Elliot mirándome.

Yo no supe como contestarle, no supe ni como mirarlo, me puso inquieta, y me hizo sentirme devastada por el, y como lo amaba, la conexión de nuestras almas colapsaron, y pude sentir su sufrimiento. Pero creo que yo había reemplazado aquel dolor. Y después de unos segundos, me acerque a el y puse mis brazos al rededor de su cuello y mis clavículas pegadas a las de el, poniendo mi cabeza de un costado, por encima de su hombro derecho; el era mi perfección era algo digno de admirar, su belleza era como perderme después de un rato de mirar el Sol. El me abrazo de vuelta y me dijo que me amaba como lo profundo del mar, y el final del horizonte, como una estrella de todo el universo.

El me amaba, cada vez que me decía te amo lo sentía, lo creía, lo podía notar por el sonido de su voz, sus cuerdas vocales siendo contraídas por el habla y su voz ronca y suave a la vez, que me hacían cerrar los ojos y perderme en su alma, en el interior de sus ser. Era como estar drogada con plantas, estar anestesiada y dormirme profundamente. Éramos la pareja mas madura de nuestra edad, ambos sentíamos amor, y lo hacíamos, podíamos mirar a través de nuestra pureza y nuestra cristalina piel sin el temor de ser solo vistos como cuerpo.

Esa tarde unos minutos después, bajamos a cenar, y mientras yo hacia los omelette que tanto le gustaban el, de estar recargado en la barra de un lado de la estufa, se cambió a estar detrás de mi. Comenzó a tocar mi cintura y pegándose a mi cuerpo, subió sus manos hasta mis clavículas y luego hacia mi cuello, me susurro en el oído que me amaba con el alma. Y yo como principiante me puse nerviosa, tanto que mi piel se erizo, y mis ojos se cerraron, moví mis hombros y el enseguida bajo sus manos hasta mis caderas, y ahí recorrió todo mis abdomen hasta después llegar  a la parte baja de mi abdomen y dejando ahí sus brazos, abrazándome y poniendo su cabeza a un costado de la mía. Era hermoso, era impactante, era una suavidad real, era algo detallado, algo planeado, algo real, algo simplemente romántico.

2:45 am
Seguíamos sin dormir, acostados en la cama, yo con mi cabeza sobre su pecho descubierto, y yo en ropa interior, con mi pierna sobre la suya, y el con su brazo derecho por debajo de mi cuello y su mano aterrizando en la parte baja de mi espalda, su cabeza recargada sobre la mía. Y platicábamos como unos novios enamorados.
-Eres una pintura- me decía el mientras miraba al techo.
-Me encanta que me admires, y me ames como me amas.- le dije.
El bajo su mirada y se dirigió hacia mis labios, hasta besarlos y recorrer con los suyos todos mis labios. Me amaba profundamente.

Yo perdí la cabeza, perdí la cordura y lo bese apasionadamente; perdí la realidad, y me metí a un sueño, a un cuento con el, perdí mis escrúpulos de una niña sin ideas de amor, y perdí mi belleza superficial, perdí mi alma porque se la había entregado a el. Puse mis manos en sus mejillas y el coloco la mitad de su cuerpoo sobre mi, y con sus manos recorrió mi abdomen, desde mi pecho hasta mi parte baja del tronco, sus manos frías y con olor a cigarro, de un niño de diecisiete años; el perdió el respeto y me dijo que pertenecía a su alma, que nos amáramos incondicionalmente, como un amor dimensional, de varias maneras, que nos miráramos diferente todos los días, y nos besáramos mas apasionadamente mientras los días transcurrieran. Yo nerviosa solo asentí con la cabeza y el comenzó a recorrer mis con sus yemas de los dedos mis piernas, hasta llegar a mis pantorrillas donde ahí me susurro al odio

Pequemos juntos.

Pero llego mi claridad en mis pensamientos, y regreso mi cordura, regreso mi realidad, desperté de mi sueño y me puse cuerda. Le dije:

-Me encantaría, pero solo somos unos adolescentes con deseos sexuales, no debemos hacer esto...-
-Somos divinidades, Regina.-
-Tengo miedo...-

El me beso delicadamente y se acostó a un lado mío, finalmente. Mi desesperación se fue, pero mis nervios seguían, de que pasaría después de haber recorrido mi cuerpo, y habernos conectado con la divinidad del pecado. Yo simplemente lo mire y le sonreí, le dije con la mirada:

El amor se hace no solo con pensamientos sexuales, se hace con sentirlo.

El dijo:

Ya durmamos, es tarde.
Y sonrío.

Me coloque de lado, y el se acerco a mi abrazándome por detrás, y puso su brazo pasando por mi abdomen. Yo sonriendo puse mi mano sobre la suya, y nos dormimos pensando en nuestro romance.

Yo escribía poemas sobre el en un cuaderno que estaba guardado entre mi ropa interior, el no lo sabia, porque tan solo de decirle que le escribía poemas de una página entera me hacía pensar que era algo patético. Pero a veces si le dedicaba algunos de los versos. Yo lo miraba y lo admiraba, me encantaba verlo, podría pasar todas las veinticuatro horas del día viéndolo, describiéndolo, cada detalle, y aún así me faltaría. Porque era como describir la perfección, y ese fue mi mayor problema, describir algo irreal.

Un amor en prosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora