Capitulo 7.

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Lo amaba con tanta pasión, con mi alma entera. Con todo mi ser, lo amo como si fuera el único. Como si me fuera a morir en un minuto. Es profundo y dulce. El me dice que ama mi ternura, que ama mi inocencia, y que le encantan mis ojos cafés. Dice que me ama, dice que busca esa parte de mi que vuela. Cuando vamos a la calle somos la única pareja de adolescentes que hacen tonterías. Como cuando mi mamá nos manda por fruta, jugueteamos con ellas. Nos la pasamos jugando como niños pubertos, somos la única pareja que se ríe como niños de siete años porque hacen tonterías. Cuando el me abraza en plena calle, me besa. Somos la única pareja que se besan en medio de la calle. Que buscan disfrutar los momentos. Pero a veces creo que el no ve su vida en mi, conmigo.

Todas las tardes, el venia a mi casa a verme, ya que mi madre no me dejaba salir con el mas que a dar una vuelta, o a lugares cercanos de mi casa. Se acostaba en el pasto de mi casa y ponía su cabeza en mis piernas, no se la verdad a que tanto veía, pero a veces su mirada estaba dirigida a mi y otras en simples cosas como un árbol, una casa, los cables de luz, las nubes, o el cielo. Pero un día me atreví a preguntarle, era tanto mi duda.
-¿A qué tanto miras siempre?-
-No lo sé, para ser honesto, solo aprecio la belleza de la naturaleza, y me recuerda tanto a ti, pero no logro encontrar algo que se parezca a ti.- me contestó.
-La belleza no creo que la encuentres de tarde, ¿que te parece quedarnos aun mas tiempo, hasta que se haga de noche?- le pregunté.

El solo me miró con ojos brillantes, y me sonrió.

Nos quedamos conversando sobre tonterías, mientras el sol caía, y la noche salía; estábamos tan concentrados en ambos que de repente mi madre salió al patio regeñandonos.
-Regina, Elliot, ya son las nueve de la noche, qué hacen ahí afuera... Vengan para acá adentro y mas aparte ya es muy tarde Elliot.
-Espera... Mamá danos solo unos minutos mas, ¿si?.
-Regina... No ya vengan.- me dijo mi madre.
-Regina, otro día lo vemos- me sonrió Elliot.
-Por favor.- le dije a mi madre.
-Ay Regina, bueno esta bien.- mi mamá solo se dio la vuelta y siguió su camino.

Cuando veíamos el atardecer eran las casi siete, no puedo creer que nos reímos y platicamos dos horas... Pero a veces no medimos el tiempo cuando conversamos con gente que amamos con el alma, porque estamos tan concentrados en otras galaxias, que no nos acordamos de nuestro mundo real. Elliot volvió a acostarse sobre mis piernas y miro las estrellas. Yo estaba nerviosa, la verdad no tenía razón dé, pero ahí estábamos los dos mirando al espacio, al universo.

En menos de cinco minutos el se levanto, me miró y me dijo:
-No. Tampoco hay una estrella que se parezca a ti...- me sonrió y se levanto, extendiendo su mano hacia mi para ayudarme a tambien levantarme. Entramos a la casa y me dijo -Bueno, no quiero que tu mamá se enoje por mi culpa, ya me voy Regina, te quiero- me miró y me dio un beso en los labios, sin que mi madre viera. Yo le respondí.

Elliot tomó sus cosas y se dirigió a la puerta, mientras yo lo seguía.
-Adiós señora, hasta luego.- le dijo a mi madre.
Abrí la puerta y antes de que se fuera, tome las llaves de la casa y salimos los dos a la calle, cerré la puerta y le dije:
-Elliot, te amo.- mire sus ojos y puse mis manos en sus mejillas, vi mi vida reflejada en sus ojos, la vi como galaxias infinitas, y millones de estrellas.
El me miró y sonrió, puso una mano en mi cuello, y la otra en mi cintura, diciéndome
-Regina, eres una belleza indescriptible, pero no te quiero por tu belleza superficial, ni por tu forma de pensar, te amo por tu forma de ser; sí, te amo, y yo necesitaría de al menos tu presencia para sentirme completo.-
Ambos sonreímos y enseguida el me besó, era un beso diferente, era algo diferente, pero estaba mal, lo diferente éramos nosotros, la manera en que éramos era diferente.

Minutos después de despedirnos, el se fue y yo entre a la casa con una gran sonrisa, mostrando mis dientes separados y la complejidad de mis labios rosados cuando estaban alegres. Mi madre conocía esa sonrisa, y puso su mirada en mi. Me dirigí hacia el patio trasero, donde nos sentábamos todas la tardes Elliot y yo, y me puse yo misma a contemplar las estrellas, sentía que me llamaban, sentía que me sentían también. Parecía como si yo estuviera viajando por ellas, como un viaje astral, pero sin despegarme de mi cuerpo. Yéndome con ellas. Las contemple y comprendí lo que él quería buscar en algo, lo que buscaba que se pareciera a mi. Quería buscar algo con la belleza de su ser, algo con la simpleza de lo hermoso, que contuviera lo mitológico y lo mágico, que fuera volátil e impulsivamente radiante, que sufriera de belleza, y deslumbrara como fuego. Que fuera difícil de apreciar y de amar. Pero el me había dicho que tenía la capacidad de ser fácil para ser amada, <<qué era este dilema.>> me pregunté en la mente. Porque no lo comprendía.

Un amor en prosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora