Capitulo 8.

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Sábado, 13 de diciembre.

Hoy pasaría un cometa, que solo se ve cada milenio, iba a ser un momento admirado por muchos pobladores de la Tierra, ya que se dice que su cola es azul brillante y cristalina, es mitológica y conmovedora. Dicen que es mágico. Y como todas las tardes Elliot estaba conmigo. Esta vez estábamos sentados en el sillón de la sala de estar. Yo tenía mi cabeza sobre su hombro y mis piernas dobladas a un lado de el. Yo estaba a punto de mandar un texto a Evelyn cuando el me quitó mi teléfono.
-Oye...- le dije haciendo gesto de duda.
-Ya. Basta de teléfonos.- me dijo
-Bueno al menos manda el mensaje, ¿si?- le sonreí.
-Esta bien.- dijo mientras mandaba mi mensaje para mi mejor amiga.

Minutos después el pidió una pizza para cenar. El cometa pasaría entre las 12:30 amo y las 2 am. Entonces el tendría que quedarse, pero mi madre no tendría que darse cuenta, ni siquiera tenía que saber.

11:41 pm.
Estábamos el y yo en mi cuarto. Mi madre tenía que pensar que Elliot ya se había ido. El estaba escondido en mi clóset, estuvo ahí como por una hora, de verdad.
-¿Ya se fue Elliot?- preguntó mi madre.
-Si.- le respondí.
-¿Y a qué hora piensas bañarte?- mi madre dijo algo molesta.
-Ahorita, ya voy.- le dije tratando de esconder mis nervios.
-Bueno ya me voy a dormir.-
-Bueno, y, mamá de rato bajaré y saldrá al jardín a ver un cometa, que predijeron que pasaría hoy como por la una de la mañana.-
-Si, nadamas no hagas mucho ruido.-

Mi mamá se fue, y yo tendría que meterme a bañar. Me sentía algo mal por Elliot que estaba en el clóset, sentía que ya quería salir de ahí. Primero cerré la puerta de mi cuarto, y prendí la televisión para que el ruido de nuestras voces, la de Elliot y la mía, se perdieran con el ruido. Hacia un frío inmenso, ya estábamos en invierno, y la temperatura estaba aproximadamente a unos siete grados centígrados. Abrí la puerta d de mi clóset, y Elliot enseguida levantó la mirada hacia mi y me tomo rápidamente de la cintura y me besó; yo rompí el beso diciéndole que me tenía que bañar, y que ya se podía salir del clóset. El salió y se sentó en la cama.

Yo comencé a sacar mi ropa de mis cajones, y cuando iba a sacar mi ropa interior se vino el libro con mis poesías sobre él. Se me cayó al piso, y Elliot volteo a ver.
-¿Qué es eso?- dijo él mientras se levantaba de la cama, dirigiéndose hacia mi.
-Mmm... Nada, un diario que escribía cuando era niña.- sonreí nerviosa.
El me sonrió de vuelta, y levantó el libro.

Lo único que me pasaba por la mente era que el abriría el libro y leería lo que contiene. Pensará que soy romántica, conocerá mi mayor secreto...
-Bueno, mmm... tengo que bañarme...- extendí la mano para que me diera el libro. Pero no lo hizo.
-Espera, quiero leerlo- sonrío.
-No, es que es algo patético y cursi.
-No me gusta lo patético y lo cursi, pero se trata de ti, entonces lo amaría.- me miro sonriendo y abriendo la pasta del libro.
-No...- le quite el libro.
-¿Tienes cosas indebidas ahí?- hizo una sonrisa pervertida y curiosa.
-No...- reí -Es que, no quiero que lo leas.
-Bueno, dime que escribiste.
-Nada importante...
-Será un secreto, te lo prometo- dijo mientras colocaba mi cabello detrás de mi oreja.
-Es que, me da pena. Pero es que escribo poesías ahí.
-Que hermoso, me encantaría leerlas- quito el libro de mis manos y lo comenzó a hojear.
-No... Elliot.- me puse algo nerviosa -bueno ya... esas poesías son de ti. Ya dámelo.-
El cerró el libro, y me lo dio, enseguida me abrazo poniendo sus brazos en mi cuello. Y yo lo abrace de vuelta.

No querría que leyera mis poesías sobre el, no quiero que sepa que soy romántica por su culpa, y que con su simple presencia completaba mi ser. Era cursi, para ser honesta, eran cursis las poesías, y yo era una estupida niña cursi... Patético.

Me metí a bañar, la verdad tarde como unos veinte minutos, y salí con mi ropa interior y la toalla enredada en la cabeza. Vi a Elliot leyendo mi libro, y estaba sonriendo, estaba tan concentrado en el libro que ni quiera noto que yo estaba a un lado de la cama, en el clóset. Tome mi pijama y me la puse. Mientras mas tarde se hacia la temperatura bajaba un grado más.

Me dirigí a mi cama, y me acosté con mi celular. Tenía un mensaje de Evelyn.
«Regina, te desapareces, que te parece si mañana vamos al cine, o no se hay que salir
Yo le respondí el mensaje.
«¡Si! ¿Veras el cometa de hoy?»

Después de mandar mi mensaje, me acerque a Elliot que leía mi libro. Y le dije:
-No te vayas a reír de mi.- reí.
Pero él seguía tan concentrado en el libro que ni siquiera me escucho. De pronto miré al reloj y eran las 12:43 pm, tenía miedo de que el cometa ya hubiera pasado.
-Elliot, ya son las 12:45, vámonos al patio.- el ni me hizo caso, pero yo si quería ver el cometa -Bueno, me iré al patio.- le di un beso en la mejilla y él volvió a la realidad.
Me levante de la cama y escuche su voz.
-Ey, a dónde vas.
-A ver el cometa.- le dije.
-¿Ya?-
-Pues vámonos. Elliot no vayas a hacer tus tonterías.-
-Si, te lo prometo.- se rió.

Bajamos las escaleras y al dirigirnos al patio, Elliot se tropezó con algo haciendo ruido, y ambos reímos.
-¡Ya! No me hagas reír- le dije casi susurrando y riéndome en voz baja.
-Perdón.- sonrío.

Salimos al patio, y miramos hacia todo el espacio visible. No había señal de que el cometa abría pasado. Nos acostamos en el pasto.
-¿Cuanto hay que esperar?- me preguntó Elliot.
-No se, ya deja de quejarte.- le dije.

Pasaron unos diez minutos desde que estábamos afuera, y ninguno de los dos habló. Yo estaba concentrada en todas partes del espacio y las estrellas. El como siempre, miraba a todos lados, desde la Luna creciente, la estrella visible mas grande, hasta el cable que pasaba por un lado de mi casa, las luces del faro. Había estrellas que parpadeaban rápido, otras lento. Me recordaban a cuando mi corazón palpitaba rápido hace cuatro meses, y lento cuando Elliot estaba conmigo. A veces me preguntaba a mi misma «Quién fregados eres Regina...» porque la verdad, yo no me conocía así.el me transformo en una niña hermosa, jamás fui hermosa, el me transformo en ángel, y en basura, era muy monótono y poético.

Finalmente vimos al cometa pasar. Tenía un azul potente, como un azul turquesa, con un tono celeste. Su cola era algo amarilla y muy azul. Se veía frío desde nuestra perspectiva, y caliente desde la del cometa. Me pregunto su el cometa también nos ve, si también nos ve fríos desde su perspectiva y caliente desde la nuestra. El cometa después de unos tres minutos se desvaneció y se perdió entre el universo. Elliot me miró y me dijo «Eso eres», yo lo miré a el.
-¿Qué soy?- le pregunté
-Eres un cometa, Regina. Tienes la frialdad por la visibilidad, pero tu alma esta caliente, sientes, quieres apasionadamente. No eres esquemática, eres lo peor que ha pasado. Me has hecho sentir cosas que no sabia que existían dentro de mí, eres un error sin pecado, eres la belleza del universo, no eres feminidad, eres infinita, eres intocable, eres fría.- se acercó y me beso. Yo lo besé de vuelta.

Sus metáforas eran inhumanas, el era el demonio del universo, era un hoyo negro. Era mi pecado mas divino, pero el dijo que yo era un error sin pecado. El es una falla tectónica, y además de que casi me traga su hoyo negro, y me llevaba a su alma, mantuve mi frialdad de mi cometa. Porque el era una falla tectónica y yo era la otra placa infinita, el algún día se iba a separar de mí. Me quería creer todo lo que el dijo, lo dijo con sinceridad en sus palabras, pero dejarme llevar seria algo angelical, y yo era un pecado.

Un amor en prosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora