Capitulo 4.

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Después de habernos separado unos 3 minutos después no dijimos nada solo nos mirábamos a los ojos, con ganas de volvernos a besar.
-Un impulso, eso fue.- rompí nuestra concentración.
-Fue un momento revelador, aceptándolo besando tus labios rosados.- dijo Elliot

No había pasado ni una hora todavía, pero ya iban a ser las 10 de la noche entonces mi mama bajo y dijo que ya era muy tarde, me salvo la vida mi mamá.
-Ya Regina, es muy tarde- dijo mi mamá.
-Bueno, esta bien, en un momento se va.
-Perdón, pero mi mamá dijo que ya- le dije le levantándome del sillón yendo por las llaves.
-Si no te preocupes camino hacia la puerta. Y pues recupérate Regina.- me sonrió Elliot.
-Si, gracias Elliot- me despedí de el con un beso en la mejilla simplemente.

Era un sueño. Era algo irreal, pero se sentía real, entonces segundos después me di cuenta que fue verdadero, que lo viví en alma y en vivo, que nuestro beso fue el esplendor de mi alma, y la luz que radió esta fue inmensamente blanca al tener mi primer beso, mi primer amor, y mi primer momento real. Pero estaba tan concentraba pensando en eso que tenía la cara de estupida y ni oí que mi mamá venia bajando las escaleras...
-Que te traes tu ahora...- dijo mi mamá rompiendo mi meditación.
-Nada.- levante los hombros y alcé las cejas, mientras me dirigía a la barra del desayunador.
-¿Qué es eso?- dijo mi mamá apuntando la bolsa de papel con donas.
-Ah unas donas que me trajo Elliot, ¿quieres?- le dije abriendo la bolsa y sacando una dona con glaseado de fresa con chispas de colores y coco.

Mi mamá dijo que no, y cuando di la primera mordida a la dona, vi pasar el momento en que nos besamos, paso por delante de mis ojos, como si el tiempo se hubiera regresado y estuviera viendo como nuestros labios juntábamos. Era impresionante aquel sueño con ojos abiertos, y ese fue el momento en el que entro mi duda, y tuve un dilema.

Al día siguiente mi mamá tenía que ir a trabajar, y regresaría hasta las 6 pm, y yo tendría que cuidar a mis hermanos. Me levante y lo primero que escuche en mi casa, fue el grito de Abril porque Chema la estaba molestando. Me habían despertado y mi dolor de estomago había vuelto. Salí de mi cuarto y les grite que se callaran y que dejaran de pelear, y después ambos rieron y miraron hacia las escaleras. Yo cambio mi mirada hacia la de ellos y estaba Elliot mirándome, ¡estaba el en mi casa! ¡En la mañana! Entonces solo me quedo saludarle sonriendo mientras que el solo se reía. Pero la verdadera pregunta era ¿qué hace el aquí?...

Me dirigí hacia mi cuarto y lo primero que vi fue el reloj, eran cuarto para las doce del mediodía, lo cual significa que mi mamá se había ido hace dos horas. Andaba en pijamas, pero nunca me había importado mi físico, entonces por qué me importaría ahora que creo tener un amorío con alguien. Entonces solo fui s cepillarme los dientes y a cepillarme el cabello, haciéndome un chongo bien arriba, como normalmente los uso. Y me dirigí abajo, donde estaban mis hermanos.
-A ver, ya se dejan de pelear, o le voy a decir a mi mamá cuando llegue.- les dije en tono de advertencia. Y después me dirigí hacia la cocina -Hola, buenos días, creo.- le dije a Elliot.
-Buenos días.- escuche su voz algo cerca pero no preste atención tanto, ya que estaba viendo que almorzar.
De pronto miro hacia la alacena para sacar un vaso, y el estaba recargado en la barra de la cocina. Con ese cabello alborotado, y esa media sonrisa, y esos ojos que no paraban de mirarme.
-Buenos días- me dijo sonriendo -¿Qué almorzarás?-
-Me haré un omelette, ¿quieres uno?
-Los probaré, a ver como te quedan- se rió.
-Bueno.-

Después de desayunar, me ayudó a recoger la cocina, y cuando comencé a la lavar los platos, el me tomo del cuello, y yo involuntariamente me volteé, y puse mis manos es sus mejillas. Elliot se acercó a mi, y justamente cuando nos íbamos a besar, me separé de el. Por un momento pensé que era una estupida al no permitir aquel beso, pero ¿qué éramos después de todo?...

-Mira, tu me gustas, bueno que digo que me gustas, estoy perdidamente enamorada de ti, pero después del beso de ayer, y del casi beso de hoy, ¿qué somos? Somos amigos, o amigos con derecho, o-o novios- dije tartamudeando -o nada...
-Y yo estoy perdidamente enamorado de ti, el beso de ayer fue mi muerte, fue mi mar en tempestad, me llevo a un lugar donde nadie me había llevado antes, un lugar mágico y trascendente, donde aprendí a amarte mas.
-Pero no respondes mi pregunta, ¿qué somos?
-¿Quieres que seamos novios? Pues entonces somos novios, seremos lo que tu quieras que seamos, si eliges amigos, entonces amigos. Yo no te abandonaría jamás.
-Eso dicen todos...- le dije.
-Pero ahora eres tu quien no responde mi pregunta.- sonrío.
-Entonces seamos novios, lloremos juntos, y sonriamos juntos, amémonos trascendentemente y busquemos la perfección en cada paso que demos. Porque eso es lo que debe lograr un amor.- le dije mirándolo a los ojos, haciendo que el entrara a mi alma.

Y al final el me respondió
Amémonos trascendentemente...

Y rompiendo la concentración, el se acerco poniendo sus manos en mi cuello y sus pulgares en mi parte inferior de la mejilla, y yo lo puse mis brazos alrededor de su cuello. Y me dijo entre el beso sonriendo

Me llevas a tus flores.

No comprendo esta metáfora enseguida, y no podía sacar tal frase de mente, era como si lo escuchara todo el tiempo, con su susurro, y sus labios hablando cerca de los míos, besándonos profundamente.

Nos sentamos en el mueble viendo televisión aunque no solo la veíamos. Estaba sentada con mis rodillas en el mueble dobladas hacia un lado, y el enseguida puso su cabeza entre mis piernas y mi abdomen, dirigiendo la mirada hacia mi.

Tenía miedo de algo en esto, que no fuera real, que simplemente fuera un sueño, un sueño muy largo, que se sentía verdadero, para que aprendiera a mar profunda y alegremente, para que creyera en el amor, después de mis 3 años de hablar de el como una porquería, que aún seguía siéndolo, solo que yo había encontrado el sentido con el.

Regina, a qué le tienes miedo.

Me preguntó, haciendo perder mi concentración en la televisión.

No le digas a que le tengas miedo Regina...
-A un amor mediocre y de basura.

Y el sonriendo me dijo

Al menos mi amor no será así.

No sabia si de verdad creerle... Al fin de cuentas era un niño igual que todos, que quería sexo, que tenía el deseo de tener placer, y no se si de verdad buscaba amor, pero no todos miran como el lo hace, no todos dicen aquellas prosas como el las dice, no todos creen en el amor perfectible, como el cree. Entonces clavó una gran duda, mis ideas no eran claras, mis pensamientos tampoco, lo único claro aquí era que lo amaba profundamente.

Un amor en prosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora