Capítulo 11

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Ella, sentada en ese pupitre en la universidad mascando un chicle y leyendo un libro, aún recordaba cuando llegó al mundo humano, el vampiro del auto le había entregado las llaves y el sobre sellado con el dinero, luego le deseó suerte y le recomendó que se limara los colmillos a diario para pasar desapercibida. Ella sólo asintió y el auto desapareció, ingresó a su apartamento, un lugar pequeño con una sala de estar, una cocina, un baño y 2 habitaciones. Lo primero que hizo fue tirar sus maletas al piso y echarse al suelo mirando al techo, sin importar si se ensuciara la ropa que llevaba puesta, y ponerse a llorar. Lloró en silencio, como en esos tiempos en que todos tenían que llorar sin hacer ruido por temor a ser hallados por los demonios, y ahora que ella había leído un libro hecho por una humana llamado "El Diario de Anna Frank" supo exactamente lo que ella sintió encerrada en esa época, sólo que Taylor hubiera sido despedazada en ese momento y no llevada a un campo de concentración. Lloró mientras pensaba eso, mientras pensaba en cómo su vida iría a cambiar por esto, en lo que le pasaría, y se quedó dormida antes de experimentar un horrible dolor de cabeza después de mucho de no sufrir uno, volviendo a tener esa pesadilla.

<<-¿A qué lugar nos lleva señor?- preguntó Maude al conductor del carromato por la ventanilla que había en la parte delantera. Geneve no hablaba y seguía encongida de piernas, mientras que Isabeau no le soltaba el brazo.

-Me indicaron que  no les diga a dónde, niñas- respondió el conductor de manera fría, sin voltear hacia ella.

Maude se sentó en el suelo con la vista agotada, intentando  cubrir sus pies sucios y descalzos . Isabeau se quedó dormida en el suelo de madera, ella la cubrió con una manta que encontró en el carromato y abrió un poco la ventana que daba vista afuera. El viento helado le golpeaba el rostro y le entró mucha nostalgia al ver el paisaje gris. Los árboles estaban desnudos, el suelo triste e infértil lleno de pasto seco, los animales carroñeros se comían los cadáveres en putrefacción y las casas de madera que habían ahí estaban abandonadas, a lo lejos las montañas daban un sentimiento de tristeza. Ella siguió el paisaje, sintiendo el susurro del viento y botando algunas lágrimas de miedo y otras de rabia, pensar que eso que ella veía antes estaba vivo, que todo era ecuanimidad antes de que los demonios lo invadieran.

Siguió así hasta que el cielo se oscureció, el conductor detuvo al caballo para  prender y colgar un farolillo que le serviría de guía en la noche, y siguieron el largo viaje. Ella estuvo despierta mucho tiempo, no quería parar de ver el paisaje aunque era todo de un color negro poco iluminado por la luna. Hubiera seguido así, pero Maude le dijo, entre sueños, que cerrara la ventana por el viento que corría.

Ella se acurrucó contra Isabeau y se quedó pensando, recordando. Ella había sido abandonada por su madre, una íncuba que había procreado junto a un vampiro que luego ella dio muerte. Servio la había encontrado envuelta en tierra sucia, y él le había confesado años después que la iban a matar en ese momento porque tenía sangre de demonio, de no haber sido porque el mismo conde Drácula, también padre de Servio, la había adoptado como hija suya. Recordaba que fue criada como vampiresa, con las costumbres que ellos tenían. Ella se había creído vampiresa completa, de no haber sido porque Servio se lo confesó en un tropiezo al hablar con ella sobre los demonios. A ella no le importó ser una híbrida, tenía toda la conciencia de ser vampiresa al completo y no le importaba su verdadero origen. Cuando empezó el holocausto, ella recordó que su padre murió defendiéndola, al igual que Servio lo había hecho, ella se sentía culpable de la muerte de los seres que habían metido las manos al fuego por ella, por eso ella juraba vengar a su raza y a los caídos, matando a cada demonio que encontrara. 

Al cabo de 2 días, llegaron a un lugar inóspito y tenebroso, con un enorme seto de color verde vivo frente a ellos. El conductor paró el carromato y las ayudó a bajar. Geneve se sacudió la falda del vestido y estiró un poco sus piernas después de haber estado 2 días sin caminar. Maude tenía cara de rata asustada.

No te sueltes y confía en mí, estás en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora