Pecado/ Kookmin⁴

Capitulo 23

El viaje a Seúl no fue largo y mucho menos incómodo, resulta que su padre había heredado una gran fortuna del señor que lo había ayudado hace años y tenía su avión privado, genial. 

La noche anterior recibió la aprobación para tener una cita con su superior y poder hablar con él sobre retirarse de la iglesia. Conocía al hombre y sabía que tal vez lo iba a entender. El señor Lee era conocido por ser alguien de buen corazón y comprensivo. Hace como diez años, ocurrió un caso similar al de Jungkook, pero con una chica. Ella había sido forzada por sus padres para ser monja, era menor de edad por lo tanto no pudo refutar, pero en cuanto cumplió la mayoría de edad, ella misma hablo con el Obispo Lee y fue sincera; ella le dijo que sus padres la habían internado en ese lugar sólo porque descubrieron que ella tenía una novia. Él anciano muy lejano de juzgarla, la abrazó y le dijo que podía irse con la persona que amaba. Así que él estaba muy seguro de que podría decirle lo mismo.

Jungkook estaba muy nervioso, no sabía exactamente lo que diría cuando estuviera hablando con el Señor Lee, pero también tenía claro que debía decirle la verdad; que amaba a otro hombre y sería hipócrita de su parte seguir en la iglesia. 

Mentiría si dijera que no le tomó cariño a las personas que conoció durante su estadía en ese lugar, mucho más a esas personas que llegaban con sus pensamientos desordenador y tormentosos. Chicos homosexuales acudían a él para pedir consejos, le preguntaban si lo que tenían era una enfermedad o si tal vez sólo estaban confundidos. Jungkook solo podía responder que el amor no era una enfermedad y que, si su corazón les decía que amaba a alguien de su mismo sexo, eso no era un pecado. 

Porque el amor no es un pecado, es algo que simplemente nace sin esperarlo.

Cuando estacionó el auto al frente de la iglesia donde el Señor Lee estaba a cargo, respiró profundo y trató de relajarse.

—Todo saldrá bien, Joven Jungkook —Lo animó el chofer de su padre— Recuerde lo que le dijo su padre antes de venir para acá.

"No tengas miedo de decir que estas enamorado, tú eres el dueño de tu propio destino"  Resonó la voz de su padre en su cabeza.

—Muchas gracias, señor Kim —Jungkook salió del auto y se dirigió nuevamente al chofer— Creo que tardaré un poco, puede ir a comer algo y luego lo llamaré.

El hombre asintió y puso el auto en marca.

Jungkook caminó lentamente al interior de la iglesia que por algunos años fue su hogar, conoció a muchos chicos que estaban en la misma situación que él, como hubieron otros que realmente estaban ahí porque les apasionaban lo que harían y en quien se convertirían.

El pelinegro desde siempre supo que él no quería ser un sacerdote, él quería estar en los brazos de Jimin y darle muchos besitos a su hermoso rostro, acariciar su cabello y decirle cuanto lo amaba. Jungkook sólo quería ser libre de amar a su chico sin tener que esconderse.

Eran muy poco los momentos felices que estuvo es ese lugar; como cuando ingresó un chico nuevo y fue su único amigo, fue el único que lo hizo reír y tal vez no querer morirse por un tiempo. Se llevaba muy bien con Taehyung y cada que lo venía a visitar salían y se divertían mucho. Pero cómo la vida nunca estuvo de su lado, el chico enfermo con cancel y su familia se lo llevó por cuestión de sus tratamientos, pero no resistió y eso ocasionó que Jungkook cayera aún más en depresión, pero también agradeció que sus mejores amigos nunca lo dejaran solo.

—Joven Jungkook, cuanto tiempo —Escuchó una voz a su espalda.

El nombrado volteó lentamente encontrándose con un anciano muy conocido para él. El hombre había envejecido considerablemente desde la última vez que lo vio; su cabello que antes era castaño con apenas algunas canas asomándose, ahora era todo blanco, su piel estaba arrugada y ahora necesitaba un bastón para poder caminar. Sus ojos azules lo veían con el mismo amor y cariño que antes, aunque su rostro estuviera lleno de ojeras y reflejara que estaba muy cansado, siempre tenía esa hermosa sonrisa que lo caracterizaba.