Jungkook tenía su cabeza vuelta un ocho, no podía pensar en nada que no fuera Park Jimin y su inesperado regreso después de tantos años. Llegaba como si nada, así de repente. Sabía que tal vez eso pasaría, pero su mente le gritaba que eso lo afectaría más de lo que pudiera imaginar. Pero no podía dejar sus responsabilidades sólo porque él estuviera de vuelta, todo había cambiado.
Últimamente comenzaba a sentirse mucho mejor. Sus amigos estaban al pendiente de él, lo hacían reír a carcajadas y olvidar todos sus problemas, sobre todo Taehyung; él lo escuchó por horas llorar y hablar de la misma persona, lo comprendió como nunca nadie lo había echo. Lo quería, demasiado diría él, lo quería como el hermano que nunca tuvo. Se quedó a su lado sin importar nada, ganándose unos cuantos enemigos. Por eso, lo quería y apreciaba mucho.
Debido a todo lo que estaba pasando, no se sentía capaz y mucho menos consagrado para estar en la iglesia. Aunque a decir verdad, consagrado y santo nunca lo fue. Por eso razón, envió un comunicado a sus superiores en Seúl, diciendo que estaba enfermo y el doctor le mando mucho reposo. Enviando también, el justificativo médico.
Sabía absolutamente todo para ser un buen sacerdote; la biblia la estudió de principio a fin, sus enseñanzas en la iglesia ayudaban y edificaban la vida de cada persona que lo escuchara. Fue reconocido como el mejor Sacerdote que había llegado a esa parroquia, pero... ¿de qué servía todo eso cuando seguía amando a otro hombre? Exactamente de nada.
Su primer pensamiento al ver a Jimin, fue abrazarlo y decirle cuanto lo había extrañado, que todos esos años sin verlo fue una verdadera tortura. Quería decirle que se veía más hermoso que nunca. Las curvas de su cuerpo lo decían por si solo.
Decir que estaba hermoso era muy poco, ya no era el mismo adolescente de dieciocho años; ahora tenía veintiséis, era todo un hombre precioso, deslumbrante y seguro de si mismo. Escucharlo hablar el otro día en la iglesia terminó de confirmarlo.
Estaba recostado en su cama con la mirada fija en el techo, pensando una y mil cosas. Debía solucionar todo en este mes que tenía de descanso. Pero ese era el problema, no sabía cómo diablos iba a resolver esta situación.
Se levantó y fue al baño, escuchó ruidos en la cocina y también olía delicioso. Sabía que Taehyung estaba en casa y agradeció internamente por eso, él no tenía ganas de nada, y si por su cuenta corriera, no comería en todo el día.
Taehyung iba de un lado a otro en la cocina, estaba preparando una comida deliciosa para Jungkook. Sabía muy bien que su amigo no se encontraba bien. Lo conocía tanto que estaba seguro que si lo dejaba solo, pasaría todo el día sin comer.
Estaba tan distraído que no notó la presencia del pelinegro, se sobresaltó cuando se dio la vuelta y se encontró a Jungkook vistiendo con solo su pantalón de pijama, su torso desnudo y con su mano derecha secaba su cabello mojado con una toalla pequeña. Taehyung tragó grueso ante esa imagen.
—Hola, Taehyung —Saludó Jungkook, sentándose en la mesa del comedor.
Taehyung tardó algunos segundo es recomponerse pero al final contestó algo nervioso.
—Ho-hola, Kook.
—¿Estas bien? —Preguntó, tras ver un poco extraño a su amigo.
—Emm...si, estoy bien —Respondió con una mediana sonrisa— Estoy preparando tu almuerzo, es muy tarde para que desayunes, entonces preferí hacer el almuerzo de una vez.
—Gracias por eso, en realidad tengo mucha hambre y eso huele delicioso —Señaló la cocina.
—Kook ¿Puedo preguntarte algo? —Preguntó algo tímido.
ESTÁS LEYENDO
Pecado/ Kookmin⁴
Teen FictionDos chicos enamorados, un pecado que los podría condenar a muerte. Jimin y Jungkook fueron separados a la corta edad de 18 años por atreverse a gritarle al mundo que se amaban. Sus padres hicieron hasta lo imposible para que no se volvieran a encont...