Viktor

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Autora: kirammanswifey
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La habitación está bañada por la suave luz de una lámpara sobre el escritorio de Viktor, apenas suficiente para iluminar los planos esparcidos por la mesa. Pero esta vez no hay proyectos científicos que reclamen su atención, sólo tú. Viktor está sentado en el borde de la cama, sus ojos color miel te observan con una mezcla de nerviosismo y ternura.

«¿Estás segura de que quieres hacer esto conmigo?», pregunta en voz baja, casi un susurro, mientras su mano temblorosa acaricia tu mejilla. Puedes sentir la calidez de su tacto, una calidez que contrasta con su exterior habitualmente reservado. Viktor siempre ha sido tan cauto, tan centrado en su trabajo, que este momento parece como si el tiempo se hubiera detenido para los dos.

Asientes suavemente, pero el nudo en el estómago es ineludible. «No hay nada que desee más. Quiero dar este paso. Llevamos juntos cuatro meses, creo que ya hemos esperado bastante».

Sin embargo, las palabras te saben a poco y tu mente empieza a llenarse de dudas. Te muerdes el labio inferior, el peso de un secreto que has llevado durante años te oprime el pecho. ¿Deberías contárselo? ¿Cambiará algo entre vosotros si lo haces? Una vocecita en tu interior te susurra que quizá no lo entienda, que podría verte de otra manera.

El silencio se alarga y sientes que el calor sube a tus mejillas. «Viktor, hay algo que necesito decirte antes... antes de que hagamos esto», empiezas, tu voz apenas un murmullo. Te tomas un segundo, mirándote las manos entrelazadas en el regazo. «Nunca... nunca he hecho esto antes».

Levantando un poco la mirada, ves la confusión en su rostro, pero no hay juicio, sólo paciencia. Tomas aire y continúas, aún más bajo, como si decirlo en voz alta fuera una confirmación que has evitado durante años. «Sigo siendo virgen».

La última palabra sale como un susurro, y desearías poder esconderte de la vulnerabilidad que acabas de mostrar. Tenías veintisiete años y no habías tenido sexo, ni siquiera habías pensado en ello. Nunca había sido una prioridad en tu vida. Pero ahora que estabas con Viktor, era una de las cosas en las que no podías dejar de pensar. Apartas la mirada, con los dedos jugando nerviosamente con un pliegue de tu ropa. «Sé que es inusual para mi edad. Siempre pensé... que debería haber ocurrido antes, pero nunca ocurrió. Es un poco embarazoso».

La habitación se llena de un pesado silencio, y temes lo que Viktor pueda pensar. Pero entonces, su cálida mano envuelve la tuya, deteniendo tus nerviosos movimientos. «No tienes por qué avergonzarte», dice con una ternura que hace que tu corazón se relaje un poco. «La experiencia no define el valor de un momento como éste».

Le miras y descubres que sus ojos están llenos de comprensión. «Yo tampoco tengo mucha experiencia», admite suavemente, apareciendo un pequeño rubor en sus mejillas. «Siempre he estado tan inmerso en mi trabajo que... nunca he tenido tiempo para estas cosas».

Tus labios se curvan en una pequeña sonrisa ante sus palabras, encontrando consuelo en la sinceridad compartida. Viktor siempre ha sido alguien en quien puedes confiar, y este momento no es diferente. Te sientes muy cómoda.

«Pero», añade, apretándote suavemente las manos, »lo haré lo mejor que pueda. Quiero que este momento sea especial para los dos».

Una oleada de emoción te envuelve, disipando la vergüenza y sustituyéndola por algo más profundo: confianza. Viktor, siempre tan considerado, te hace sentir segura, querida, y es en este espacio de vulnerabilidad mutua donde encuentras el valor para seguir adelante.

Sus labios vuelven a encontrarse con los tuyos, esta vez con más intención. El beso es lento, cargado de promesas silenciosas y deseos que han estado esperando a ser explorados. Las manos de Viktor se deslizan por tu cuerpo con una mezcla de curiosidad y reverencia, deteniéndose para sentir cada curva, cada línea.

Tú haces lo mismo, dejando que tus dedos exploren su cuerpo, reconociendo la delicadeza de sus movimientos, la firmeza de su pecho bajo tus manos. Cada caricia es un descubrimiento, una reafirmación de la conexión que ambos compartís.

«Vayamos despacio», susurra contra tus labios, con voz suave y tranquilizadora. «Quiero que los dos nos sintamos cómodos».

Asientes, sintiéndote más segura cada segundo que pasa. Te quita la blusa, dejándote en sujetador, y se inclina para plantarte un suave beso en la clavícula, saboreando la suavidad de tu piel. Sus dedos trabajan con rapidez, casi desesperadamente, en el cierre de la prenda.

«No sabía que fueras tan hábil en esto», confiesas con una risita nerviosa al sentir la habitual libertad en tu pecho, los tirantes cayendo pero aún cubriendo tus pechos, sólo para ser descubiertos por un gesto de Viktor, un gesto con una gracia que sólo podía ser característica de él.

Viktor apartó el pelo que cubría tu oreja derecha, se inclinó hacia ti y te susurró con su marcado acento: «Trabajo con máquinas, querida, soy especialmente ágil con las manos».

Aquellas palabras te llenaron de valor y te lanzaste a besarle, con tus pechos desnudos rozando la piel cubierta de su pecho. Movías las caderas frenéticamente, tu cuerpo pedía más, suplicaba por ese placer desconocido que te morías por experimentar. Querías probar aquella fruta prohibida exclusivamente de la mano de Viktor.

Con Viktor, todo era lento, lleno de significado, cada caricia, cada susurro, una promesa de amor eterno. Los dos desnudos en la cama. Los movimientos se vuelven más íntimos, más cargados de deseo. Sientes su cálido aliento en tu cuello, sus manos encuentran lugares que hacen que tu piel hormiguee, que tu corazón se acelere.

Y cuando por fin cruzan juntos esa línea, es con una mezcla de asombro y amor, descubriendo que la experiencia no define lo especial que puede ser un momento, sino la persona con la que lo compartes.

𝗔𝗋𝖼𝖺𝗇𝖾 - [𝖮𝗻𝗲 𝖲𝗁𝗈𝘁𝗌]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora