VI

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—¡Vamos o llegaremos tarde!—Terminó de guardar los posillos de almuerzo en cada bolso.

Fuertes ruidos y rápidas pisadas se escucharon desde una de las habitaciones hasta ahora la cocina donde se encontraba la pelirubia. El pequeño de ojos rasgados de seis años llegó corriendo hasta su madre abrazando su pierna mientras soltaba pequeñas risas con una sonrisa en su cara.
Esta suspiro y lo tomó entre sus brazos, dejando varios besos en toda su cara, provocando más risas de su pequeñin, lo dejó con sumo cuidado en el suelo, acomodando su pequeña mochila en su espalda y el bolso con su comida lo dejo colgando de su hombro.

Ambos salieron de la casa, mientras Tiff cerraba la pierta con llave, ahora tomando la manita de su pequeño hijo, encaminándose hacía el jardín de niños, luego tendría que ir a trabajar a su cafetería.

—Pasaré por tí más tarde.—Sonrió y se agachó a su altura acariciando su suave cabello con delicadeza.

—Adiós mamá.—Movió su mano de lado a lado con una sonrisa mientras corría hacía dentro del establecimiento.

—¡Adiós cariño!—Gritó pero su hijo ya no estaba a su vista, dudaba si este le había escuchado, pero de igual manera sonrió negando con su cabeza.

Caminó hasta su cafetería, que estaba a menls de 20 minutos del jardín, eran las 8:30 y ya debería de estar abriendo para recibir a los clientes a las 9:15.

Ya había terminado de abrir, acomodó las mesas y limpió un poco el lugar, mientras ponía el agua a hervir para prepararse un té, estos días habían sido más fríos de lo normal. Ya eran 10:00a.m y ya estaba llegando la gente, su cafetería era un lugar calido y cómodo, con una gran vista hacía toda la ciudad, solo que estos días a lo que estaba nublado no se podía apreciar tan bien, pero era lindo.

—¡Gracias tiff!—Sonrió despidiéndose con una mano mientras salía del lugar.

—Que tenga un buen día Señor Pett.—Le sonrió de vuelva.

El lugar era muy conocido, debido a lo amable y carismática que era la dueña del local, perp sobre todo porque era muy hermosa, sus sedosos cabellos rubios, sus pecas esparcidas por su nariz, mejillas y frente, sus ojos verdes y su buen estado físico, una Zaunita que sin duda se había ganado una vida en Piltóver.

Terminando de atender a sus clientes el sonido de la campana que avisaba cuando alguien entraba o salía del lugar llamó su atención, llevando su vista hacía la pierta de vidrio, sonriendo levemente, se encaminó hacía la barra de la cafetería mientras ordenaba unas cosas y preparaba un americano.

—Tiffany.—

—Caitlyn y compañía.—Levantó su ceja con una pequeña sonrisa que la carectirizaba tanto.

Cait soltó una pequeña risa, en cambio la pelirrosa tenía una mirada seria hacía cualquier parte de la habitación.

—¿Qué haces por aquí? Usualmente no vienes a no ser..—

....

—¿Hiciste qué?—

Estaba intentando de analizar todo lo que le había dicho, había sacado a la pelirrosa de la prisión con una orden totalmente falsa. Ya eran las 3:30p.m.

—A eso venía, me preguntaba si tendrías algún lugar en donde ella podría quedarse, tú casa o lo que sea.—Su voz sonaba como si le estuviera rogando, solo faltaba que se pusiera de rodillas.

Soltó un largo suspiro—Cait, ¿sabes qué pasaría descubren esto? ¿Lo que le pasaría a Nathan?—Preguntó con su entrecejo bajo, estaba preocupada por su hijo.

𝗔𝗋𝖼𝖺𝗇𝖾 - [𝖮𝗻𝗲 𝖲𝗁𝗈𝘁𝗌]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora