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Este capítulo posee contenido sexual explícito.
El rey envió el vestido para mi ejecución. Se trataba de un atavío que dejaba mi escote descubierto y hombros desnudos. La falda era una amalgama de seda roja y gasa negra, en el corset se pegaba a mi torso como una segunda piel llena de pedrería, mientras el cabello ondulado caía acariciando mis hombros.
Los guardias me escoltaron hasta los aposentos reales. Al llegar a la puerta de doble hoja, se apostillaron a los lados para darme paso.
Cerraron detrás de mí. Un estruendo sonoro resonó en la habitación.
El aire era frío y húmedo, como en una cripta. Atravesé el vestíbulo para encontrar al rey en su recámara.
Su dormitorio estaba decorado en negro y azul, los colores de la realeza, su cama recubierta por encaje azabache y los postes decorados con ribetes de seda azul.
El rey Balakhar ocupaba un sillón de respaldo alto, de terciopelo azul marino y ornamentos rocambolescos en las patas, respaldo y apoyabrazos.
No había lumbre en la chimenea.
──¿Me llamó usted, Majestad?
Ladeó la cabeza para contemplarme.
──Ven aquí.
Obedecí, ocupé el lugar delante del soberano. Sus ojos eran herméticos, realizó una seña para que me acercara aun más. Di un paso y él esbozó una media sonrisa.
──De rodillas.
Mis mejillas ardieron, pero cumplí su orden.
No era la posición más cómoda, las faldas se inflaron a mi alrededor y las varillas del corset se clavaron justo debajo de mis senos. Aun así, mantuve las manos sobre el regazo y la frente en alto.
Él abrió sus piernas, en esa posición arrogante que adoptan los hombres, justamente, como muestra de hombría. Solo tenía puesta una camisa de seda negra y los pantalones con botas de cuero a la rodilla. Lo más cercano para un rey a un atuendo desenfadado.
──Su Majestad.
Las luces de las velas dibujaban sombras en su tez pétrea.
──¿Sabes por qué estás aquí? ──indagó en voz plana, casi apática.
──Su Majestad me mandó llamar.
Sonrió.
Hasta entonces noté que tenía una mano vendada. ¿Qué podría haberle ocasionado una herida que no se curase al instante?
──Siempre tan lista.
──Y eso que no tengo acceso ni a la mitad de libros de los que me gustaría.