Capítulo 10:
Jaula de oro.Estaba lista para seguir con mi rutina de todos los días, es decir, desayunar sola sin más compañía que el olor a rosas y los guardias que me custodiaban más como a una criminal que como a una damisela a la que proteger.
Sin embargo, me sorprendí al encontrar que en el jardín había una mesa dispuesta para dos personas.Por un momento pensé en Caín y la idea de verlo me produjo un nudo de anticipación en el estómago.
No me relajé mucho más al notar que quien se acercaba era Renata, tenía el temple de una reina y el paso ligero de una bailarina.
Llevaba un brillante vestido de seda turquesa, que resaltaba el tono marrón de su piel.
Me recibió con una sonrisa, esperó a que tomara asiento antes de hacerlo ella.
──Hermoso día, ¿no crees?
──Excepcional ──respondí.
Aguardé a que el criado nos sirviera té a las dos, no pude evitar sumirme en mi mutismo.
La conversación se desenvolvió de forma muy casual, casi monótona, tuvo mucho cuidado en no tocar ningún tema importante. Por un momento me vi tentada en preguntar por Isolda; Renata mandó al criado por más té, solo entonces adoptó un tono confidencial, me observó como si me viera por primera vez.
──Cuando todavía vivía en la gex, mi padre y yo tomábamos el té en el jardín, todas las tardes ──me contó──. Era mi momento favorito del día, mi padre me hablaba sobre flores como si fueran el tema más interesante del mundo, era un botánico apasionado.
──¿En la gex?
──Oh, claro ──Su sorpresa pareció fingida──. Las gex son pueblos, como este, pero muchos menos elegantes, son complejos muy sencillos, ciudades amuralladas donde viven comunidades únicamente de humanos; ahí vivíamos del cultivo y el trabajo de la tierra. Aunque oí de algunas que se crean en torno a fábricas.
Me mostré igual de intrigada ante esas supuestas fábricas.
Al ver que tenía mi atención, prosiguió.
──No hay tantos vampiros como aquí, pero sí bastantes, en la que vivía teníamos un herrsek, un protector de las tierras, lo único que nos pedía a cambio era siete doncellas, todos los años eran elegidas para servir en la casa.
»Un año y luego volvería a su tierra con una considerable dote. Algunas regresaban muchos años después, de otras tierras.
El primer herrsek era muy bueno, bajaba cada tanto al pueblo y solo tomaba lo necesario, luego su hijo asumió el rol de sus tierras.»La gente empezó a desaparecer, se oían historias terribles de su castillo, hasta que los centinelas irrumpieron en su morada y se encontraron con toda clase de horrores.
Se alimentaba de la carne de gente viva, incluso de vampiros, torturaba a sus criados y sus damas de sangre eran meros juguetes con los que entretenerse.
ESTÁS LEYENDO
La rosa del cazador
FantasyPara pagar las deudas de su familia, Levana Daverone deberá aceptar un puesto como una de las doncellas de sangre del rey.