Capítulo 3 :

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Me desperté lentamente, en mi cara todavía había rastros de las lágrimas y mi almohada se encontraba húmeda. Me levanté y me dirijí al cuarto de baño, me miré en el espejo, tenía los ojos hinchados y rojizos. Todavía llevaba el abrigo, me lo quité y lo colqué en el lavamanos y suspiré con tristeza, me fuí de nuevo a mi cama y me senté observando la ventana y su paisaje, ya había anochecido... ¿Cuánto había dormido?
Miré el reloj , marcaba las diez y media. Me levanté y quité el seguro, abrí la puerta procurando no hacer ruido, salí, bajé las escaleras, la sala de estar estaba a oscuras, prendí la luz y me encaminé hacia la cocina, tenía mucha hambre, pensaba coger algo y cenar en mi cuarto, abrí la nevera y cojí un poco de leche, cuando me giré, estaba mi madre en el marco de la puerta, me miraba con tristeza.

-Cariño, se que no te gusta la idea de tener que irte a mediados de año así de improviso, pero piensa en que conocerás a gente nueva y conocerás más lugares...

-Mamá, por más que me esfuerzo no le veo el lado positivo a todo esto, y lo que más me indigna es que ni si quiera me habéis preguntado.

-No te preocupes, sólo estarás allí por un tiempo, hasta que se arreglen las cosas.- dijo y se acercó a mi y me dió un gran abrazo.

-Si de todas maneras no tengo otra opción... -dije con sarcasmo.

Me separé de mi madre, guardé la leche, se me había quitado el apetito.
Subí a mi habitación, me puse mi pijama y me adentré en la comodidad de mi cama, y lentamente me volví a dormir...

Al despertarme por la mañana, me lavé los dientes, decidí ir a desayunar, bajé y mi padre desayunaba en el salón mientras que mi madre desayunaba en la cocina. Me serví una taza de café y me senté enfrente de mi madre.

-Deberías empezar ha hacer las maletas, mañana de madrugada sale tu vuelo.- dijo mi madre con la voz quebrada.

-¿A qué hora exactamente?- mi voz salía monótona.

-A las 7:00 a.m.

-Vale.

Le dí el último trago al café y me dirigía al trastero, al entrar una mata de polvo me rodeó, haciendo que tosiera, al encontrar mi maletala cogí, estaba llena de polvo, soplé y más polvo se levantó, ¿cuánto hace desde que no limpian esto? Salí del trastero rápidamente.
Subí las escaleras cargando con la maleta y me metí en mi habitación, tiré bruscamente mi maleta encima de la cama, la abrí, me dirigía a mi armario y saqué toda la ropa que pude, la doblé y la metí, hice lo mismo con mi ropa interior y zapatos, la verdad es que no tenía mucha ropa y dejaré un par de mudas aquí para cuando vuelva, en un neceser metí mi cepillo de dientes, cepillo, etc.
Lo coloqué todo al lado de la puerta de mi cuarto. Y caí rendida a la cama, estaba agotada, el reloj marcaba las siete y cuarto. Cojería una muda de las que deje en el armario.
Cojí una toalla y me metí en el baño para ducharme, después de estar alrededor de una hora y media debajo de la lluvia artificial, salí, me sequé y me puse el pijama, después de eso me adentré en mi cama, me dieron unas punzadas de dolor en el estómago haciendo que me retuerza bajo las mantas, pero decidí ignorarlas. Al cabo de un tiempo cesaron. Mañana tendría que madrugar, reflexioné sobre lo de no despedirme de mis amigos de el instituto, pero la verdad, no creó que ninguno fuera a notar que no estaba allí. Y si lo notaban no creo que les importara mucho, la mayoría se acercaban a mi por el dinero de mis padres...
Poco a poco mis párpado se sentían cada vez más pesados hasta que me quedé profundamente dormida...

Me empezaron a menear suavemente, se oían susurros que cada vez iban subiendo el volumen, los movimientos se volvierón más bruscos lo que me obligó a abrir los ojos lentamente, al principio veía borroso pero al enfocar la vista me encontré a mi madre, delante de mí, se encontraba agachada y viéndome con ternura, bufé, me dí la vuelta y me volví a arropar con las sabanas intentando volver a conciliar el sueño.

-Maia debes levantarte o perderás el vuelo. -me dijo mi madre cansada,

Me quité las mantas de encima mientras refunfuñaba entre dientes, una ola de frío invadió mi cuerpo, arrepintiendome de no haberme quedado en mi cama, me fuí al baño, con enjuague vucal me limpié los dientes, cogí una muda y mi abrigo para cambierme rápidamente, me puse un jersey celeste y unos vaqueros negros con unas botas color chocolate y mi imprescindible abrigo. Decidí ponerme un gorro de lana azul marino, y una bufanda del mismo color, hacía más frío que de costumbre.
Cogí mi mochila y neceser, al cerrar la puerta de mi cuarto suspiré con tristeza, iba extrañar quedarme hasta altas horas de la madrugada para ver el cielo nocturno y sus estrellas desde la ventana de mi cuarto, mientras me acurrucaba con las mantas y bebía un chocolate caliente, bajé por las escaleras dificultosamente, en la entrada me esperaba mi padre, iba tan abrigado que parecía un esquimal, sonreí con tristeza, aunque peleemos de vez en cuando lo iba a extrañar mucho, sobre todo cuando contaba algún chiste malisimo y se reía el sólo, contagiándonos a todos su risa. Mi madre no se encontraba tan abrigada, por lo que supuse que no vendría conmigo, al llegar al final de la escalera, se lanzó sobre mi para darme un abrazo de oso, lágrimas se deslizaban por sus mejillas, le correspondí el abrazo, también la iba ha extrañar mucho, todavía recuerdo que cuando tenía once años y vi una película de miedo, se quedó toda la noche conmigo para que no tubiera miedo. Se separó de mi y se limpió sus mejillas, se despidió de mi padre con un movimiento de cabeza. Mi padre cogió las llaves del coche, y salió a la calle, saqué la maleta y él la metió en el maletero, mientras yo me subía en el asiento del copiloto y me abrochaba el cinturón. El se subió al asiento del conductor, arrancó, mientras el coche iba en movimiento me quedé observando mi casa, donde había pasado los mejores años de mi vida, iba a extrañar todo esto, una lágrima se deslizó suavemente por mi mejilla hasta llegar a la bufanda.

Cuando llegamos al aeropuerto saqué las maletas y facturamos y embarcamos las maletas, en todo el camino mi padre no dijo ninguna palabra. Nos sentamos y esperamos a que nombraran mi vuelo, cuando lo dijeron, mi padre se levantó de golpe y yo le imité, nos quedamos de pie, ninguno estaba dispuesto a romper el silencio, mi padre suspiro y rápidamente me abrazó, muy pocas veces mi padre me abrazaba, nos separamos lentamente y me sonrió.

-Ten cuidado cuando estés allí. Dale saludos de mi parte a Merilyn.-dijo mi padre mientras me acariciaba la mejilla.

Lo volví a abrazar y le susurré un "te quiero papa" , caminé lentamente y le dí un billete a la azafata que me guió asta mi asiento, suspiré frustrada, lo había vuelto ha hacer, mi padre había comprado un billete de primera clase, le tenía dicho que no me gustaba que me tratarán como si fuera alguien especial, y tampoco me gustaba que se gastara dinero en mi. Me senté y esperé, que aburrimiento, desayuné en el avión, almorcé en el avión, tal era mi aburrimiento que empecé ha hablar con el cojín, hasta que me quedé dormida...

-Señorita,despierte, ya hemos aterrizado...

I'm not afraid of you.(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora