Capítulo 8:

426 28 0
                                    

La clase pasó aburrida, a veces miraba los dibujos de Sara, a veces yo también dibujaba, cogía algunos apuntes, pero solamente para que no me riñera la profesora. Ya había dado esta lección en mi antiguo instituto. Al oír el timbre casi gritó de alegría , Sara al ver mi reacción se río. Recogí mis cosas y me fuí de clase hacia mi taquilla.
Sara me seguía, su taquilla no estaba tan lejos de la mía.
Miré mi horario, me tocaba "Historia", bufé al leerla, haciendo que algunos me miraran. Nunca me había gustado tener que aprendérmela tantas fechas, sobre cosas que hicieron hombres que probablemente estén muertos. Me tocaba en el aula 64. Seguramente estaba en el cuarto piso, a este paso adelgazaba de tanto subir y bajar escaleras.
Abrí mi taquilla, cogí el libro de historia, el que tendría por lo menos 500 páginas. Y pesaba un poco, cogí un cuaderno cualquiera y la cerré, el estuche lo llevaba en la mano de la clase anterior.

Subí directamente a la cuarta planta. En la mitad del pasillo se encontraba mi clase. Al entrar todas las miradas se posaron en mi. Haciendo que bajara la cabeza avergonzada. Quedaba poco para que llegara el profesor así que me senté en un sitio cualquiera. Todos en la clase eran de tez muy pálida, excepto yo. Me fijé que Clara estaba sentada con otra chica. Me miró, la saludé con un movimiento de mi mano y una sonrisa. Ella me devolvió la sonrisa. La chica que estaba sentada a su lado, al ver que no le prestaba atención a lo que le estaba diciendo, miró en la misma dirección. Al verme me miró extrañada.

El profesor entró por la puerta. Iba muy elegante, tenía el pelo negro azabache. Y los ojos azules. Aunque parecían más bien translúcidos. Paseo su mirada por la clase. Al verme su cara cambió a sorpresa, pero aún así no dijo nada.

-Bien alumnos, hoy daremos la edad media.- se escucharon bufidos y quejas, a lo que el profesor hizo oídos sordos.- Veremos como los seres especiales eran perseguidos y torturados hasta la muerte por los humanos. -la última palabra la dijo con repulsión. Pero si el también era humano. ¿Por qué tanta repulsión?

Cuando la clase llevaba Un rato comenzada. La puerta se abrió de sopetón. Propinando que esta choque con la pared creando un ruido sordo. Salté en mi asiento por el susto, ha algunos en la clase les pasó lo mismo, incluso algunos soltaron un gritito de susto.

En la puerta se encontraban los mismos chicos que les tocó en la prueba del laberinto. Estaban sucios, con el pelo enmarañado y algunas bonitas en él. ¿Ahora salían del laberinto? Una risita senme escapó. Se escuchó ya que la clase estaba en completo silencio. El maestro sorprendido, y los alumnos miraban atemorizados al chico de la chaqueta de cuero. Quién giró la cabeza lentamente en mi dirección, al reconocerme me dirigió una mirada de odio puro. Sus puños se apretaron más, si eso era posible. La clase nos miraba atentamente. Dos o tres me miraban con lástima. Los otros dos chicos del laberinto me miraban arrepentidos. El profesor cambia de postura, desde una de sorpresa a una enfadada.

-¿A qué se debe vuestro retraso?- le preguntó el profesor esperando una buena excusa.

-Acabamos de salir de una prueba de educación física.- le respondió entre dientes el chico de la chaqueta de cuero.

-Esta bien, sólo por eso les permitiré entrar.- dijo el profesor. - Cuide ese tono Señor Anderson. - le amenazó al chico de la chaqueta.

El chico gruñó npor lo bajo palabras inentendibles. Después se sentó en algún asiento y los otros dos les siguieron. Sentía su mirada culminando me la espalda durante todo el resto de la clase.

Cuando sonó el timbre, recogí lo más rápido que pude. No quería enfrentarme al chico de la chaqueta. Por que entonces almariamos un alboroto. Fui casi corriendo hasta mi taquilla. Solté los libros. Miré mi horario, ya no habían más clases hasta mañana. Me fuí en dirección a la salida del instituto, un mano agarró firmemente mi brazo e hizo girarme para encararlo. Era el chico de la chaqueta. Tragué fuertemente. Ahora veía sus ojos, eran celestes como el cielo.

-Esto no se quedará así.- una vez dijo eso se fué caminando firmemente hacia una moto que había aparcada en la calle. Me miró y después arrancó, saliendo disparado de aquí.
Escuché el pito de un coche. Era el de mi tía me dirijí hacia él, me monté sin decir una palabra.
Me puse el cinturón de seguridad, mi tía me esperaba con una gran sonrisa. Todavía me retumbaba en la cabeza la voz fría y calculadora de ese chico. Miré a mi tía y le dediqué otra sonrisa disimilando que todo estaba bien.
El coche se puso en marcha, me quedé ensimismada observando el paisaje de detrás de la ventana.
Mi tía al verme bajo la ventana del coche. Saqué la cabeza, cerré los ojos disfrutando de viento helado que golpeaba mi cara suavemente.

-¿Cómo te ha ido tu primer día?-me preguntó mi tía curiosa. Miré a mi tía, metiéndola cabeza en el coche y dejando mi mano fuera del coche, observando como se movían mis dedos por culpa del viento.

-Más o menos bien.-le contesté sincera.

-¿Qué ha pasado?- me preguntó preocupada echandome una mirada rápida.

-Para empezar, en educación física me metieron en un laberinto, discutí con un chico que estaba conmigo y otras personas dentro del laberinto. Al final sólo salimos a tiempo yo, con otra chica, agradable pero un tanto tímida, que se llamaba Clara. Después en el descanso, me pareció extraño que estuviera dividido, en un lado la mayoría eran de tez muy pálida, mientras que en el otro lado la mayoría eran morenos y hasta me atrevería decir que bronceados.
En la última hora llegaron los demás que se quedaron en el laberinto y al parecer no le caigo muy bien al chico, porque parecía que me quería matar.
Y lo que más me extrañó de todos fue que al escuchar mi nombre, todos o la gran mayoría se sorprendían y empezaban a susurrar cosas.-cuando terminé de explicarle a mi tía, metí la mano en el interior del coche y miré a mi tía esperanado su reacción.

-Eso de norma tesoro, eres nueva...-me intentó convencer, pero le interrumpí.

-¿Es normal? ¿En serio? ¿En que clase de instituto meten a personas en un laberinto?-le respondí sarcástica.

-Lo iras entendiendo con el paso del tiempo. Ten paciencia.-me calmó mi tía.

-Además el instituto es inmenso. He descubierto un sitio muy relajante, es un patío pequeñito con césped y un gran árbol. -le contesté más alegre.

-Me alegro por ti.-dijo mi tía nerviosa. Abrió la puerta y se bajó rápidamente, se veía incómoda con lo que había dicho. Ya estábamos en la casa, que rapidez. Solté el cinturón, abrí la puerta del coche y bajé. Me coloqué detrás de mi tía esperando que abríera la puerta. Mientras tanto observé el jardín, era absolutamente hermoso. Me llamo la atención una rosa. Era de color escarlata. Estaba cubierta por una fina capa de escarcha. ¿Como podía florecer con este frío tan gélido? Pasé las llenas de mis dedos quitando la escarcha y proporcionándole algo de calor.

-Vamos, ya he abierto. -dijo mi tía.

Me levanté y entré en a casa. Olía a macarrones con queso...

I'm not afraid of you.(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora