Capítulo 11 :

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Me levanté sobresaltada de mi cama, había sido sólo un sueño. Pero se sintió tan real...
Me senté en el borde de la cama. Pasé las manos por mi cara repetidas veces, suspiré.
Hacía mucho tiempo que no tenía una pesadilla, normalmente no soñaba con nada en concreto.
Copito me miraba expectante desde su camita. Tenía la garganta seca y me costaba mucho poder tragar. Decidí bajar a por un poco de agua.
Me coloqué mis zapatillas con forma de conejito. Me levanté si hacer ruido, abrí la puerta escuchando un liberó chirrido que hizo que los bellos de la nuca se me pudieran como escarpias.

Prendí la luz del pasillo, caminé con delicadeza hacia las escaleras. Y las baje cuidadosamente. Al llegar al final de las escaleras apagué la luz del pasillo quedando a oscuras. Con una mano en la pared me guíe hasta la cocina y encendí la luz. Abrí el armarito donde se encotraban los vasos y tazas. Estaba bastante alto, me tuve que poner de puntillas para poder agarrarlo.

Una vez lo cojí, lo llené de agua de grifo. Me lo bebí de un sólo trago, por puro instinto miré a la ventada de la cocina que daba al jardín, detrás de las plantas y la valla se encontraba el bosque sumergido en la oscuridad. Suspiré con alivio al no ver nada raro. Deje el vaso en el fregadero y volví a mirar a la ventana. Esta vez si había algo en el bosque.

Eran los mismos ojos que había visto detrás del arbusto.

Pero una vez pestañee desaparecieron sin dejar algún rastro.

Confundida y un poco sorprendida, corrí hasta mi cuarto cerrando la puerta con pestillo al entrar.

Estaba empezando a imaginar cosas, pero... Juraría que estaban ahí, observandome...
Aunque sólo lo había visto por unos segundos...

Caí en la cama y decidí dormirme, al principio sólo podía dar vueltas en la cama, enredando las sabanas. Pero cerré los ojos con fuerza intentando conciliar el sueño.
Hoy había sido un día de muchas emociones y estaba agotada. Había mucha dudas que rondaban en mi cabeza en forma de pregunta, ansiosas por salir a la luz y obtener repuestas...

Cuando le expliqué mis dudas a tía Merilyn, las evadió completamente cambiando de tema.

Pero si algo tenia claro es que no pararía asta obtener repuestas. No daría mi brazo a torcer...

Pensando y pensando, me dejé caer en los brazos de morfeo...

Me desperté debido a unos golpes que sonaban detrás de la puerta. Amodorrada pregunté:

-¿Qué pasa...?

-Maia, el instituto. -la voz de tía Merilyn se escuchaba opacada debido a la puerta.
Cuando recordé que había clases, solté un suspiro de agotamiento y me levanté. Miré el reloj mientras me restregaba los ojos con los nudillos. Me alarmé al ver la hora.

7:35. Corrí al baño. Me dí una ducha. Durante los escasos diez minutos en los que estuve debajo de la lluvia artificial, despejé mi mente de toda preocupación, me olvidé de un advertencia de aquel chico, del estrés del instituto, de la sospecha de aquellos ojos...

Salí con una toalla alrededor de mi cuerpo mientras elegía que ponerme. Me pondría una sudadera blanca con un dibujo, unos vaqueros oscuros y unas botas grises. Y mi abrigo.

Dejé mi cabello suelto, todavía seguía algo húmedo. Me llegaba más o menos por la mitad de la espalda con algunas ondas.

Copito seguía acurrucado entre los cojines. Sonreí con ternura.
Quité el pestillo. Abrí la puerta y la cerré detrás de mi. Bajé y un olor a café inundó mis fosas nasales.

-Tía Merilyn, me voy ya al instituto.-anuncié viendo como ella estaba sentada con mi tío en el sofá, una taza se encontraba sujeta por su mano, donde dentro había un líquido oscuro humenante.

Esperó que te valla bien tesoro.- me contestó.

Salí por la puerta. Caminar intentando recordar el camino por el que había ido el día anterior. Unas casas se me hicieron familiares. Aceleré mi paso si no llegaba pronto llegaría tarde. Durante el camino saqué el horario del bolsillo que si no mal recordaba lo guardó ahí.

Lo sacó y vió lo que le tocaba a primera.
Filosofía... Aula 13.
Al entrar la gente me miraba y cuchicheaba, iba con tanta prisa que ni si quiera me paraba a fijarme en la gente. Fuí directa a mi taquilla. Un grupo de chicas estaba al lado contando novedades, cuando abrí mi taquilla se callaron abruptamente y empezaron a susurrar cosas. Pegué el horario en la puerta de la taquilla, cogí el libro de filosofía, un cuaderno y el estuche. Cerré la taquilla, el grupo de chicas me siguieron con la mirada hasta me fui de allí.

Cuando pase por al lado de un pasillo se escucharon unos golpes y unos alaridos. Intrigada me asomé. Dos chicos altos y fornidos de tez pálida tenían a un pobre chico debilucho acorralado, uno de ellos lo tenía agarrado por el cuello de la camisa, mientras que el otro pateaba su mochila y la abría, desparramando sus libros y cuadernos, llenándolo todo de papeles. El que tenía su mochila rebuscaba algo entre los papeles.
Cuando le pegaron un puñetazo en la cara al chico haciendo que sus gafas salieran volamdo mi boca se abrió indignada.

Una ola de ira me consumió, odiaba que el más fuerte se aprovechará del débil siempre. Y que siempre se metieran con los mismos.
Con la cara roja de la cólera caminé con paso decidido hasta ello, el que estaba rebuscando me miró confundido.

Le toque el hombro al que lo tenía por el cuello de la camisa al chico. El giro la cabeza en mi dirección y me miró socarronamente.

-Dejadlo en paz , ya.-ordené. Mi voz salió más fría de lo que pensaba.

En chico lo soltó abruptamente haciendo que el otro colega al suelo, quitándose dolorosamente la sangre que le salía por la nariz, su ojo empezaba a tomar un color morado e intentaba encontrar sus gafas... Miré al matón, yo creó que si las miradas matasen, el estaría a tres metros bajo tierra.

-¿O si no qué?- me dijo desafiante.

No aguanté más, fuí con intención de hablar pero las cosas se torcerían un poco. Toda mi fuerza y furia fue dirigida a mi mano, en la que se encontraba el libro de física, que era bastante grueso. Levanté la mano y cuando me pude dar cuenta, el chico estaba tumbado en el suelo, sobandose la mandíbula.

No me podía creer lo que había acabado de hacer en un arrebató de valentía...

Le había dado un librazo en la cara, no sentía remordimiento alguno, ni si quiera culpabilidad... Al contrario me sentía aliviada. Toda da ira se fue junto con el librazo.
Todavía no me creía de donde había sacado tanta fuerza como para tumbar a semejante persona... El chico era alto y se notaba que hacía ejercicio... Y yo lo había tumbado de un sólo golpe...

Los dos matones me miraron entre sorprendidos y asustados... Y salíeron corriendo del pasillo...

El pobre chico debilucho, intentaba parar la hemorragia que tenía en la nariz en un vano intento. Estaba intentando recoger sus libros y demás cosas y metiéndolas en su mochila. Me agaché a ayudarlo. Cuando vió que lo ayudaba se retiró asustado, pensando que lo golpearía el también. La verdad es que era guapo, tenía el pelo castaño oscuro y unos ojos marrones, más bien negros, apenas se distinguía su pupila. Los cuales los cubrían una gafas de moldura negra. Tenía la facciones definidas, aún con un pómulo morado y un ojo ligeramente hinchado.

Le sonreí tranquilizadoramente. El se quedó mirándome asombrado viendo como lo ayudaba a recojer sus libros. Una vez que terminé de recojer los libros. Cerré la cremallera de la mochila y se la entregué. El se puso de pie y la cogió mientras agachan la cabeza tímidamente. Era bastante tímido por lo que se ve.

-Soy Maia Turner, y tu eres...- deje la frase en el aire para que el la continuara.

-Yo-o me llamo, Max Johnson.-tartamudeó.

-Encantada de conocerte Max.-sonreí, deje la mano en el aire para que él la estrechara.

-I-igualmente.-me estrechó la mano suavemente.

Este capítulo va dedicado a Debi456. Gracias por leer mi novela!!

I'm not afraid of you.(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora