Investigación:

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Llevo minutos aquí sentado, quién sabe si horas, frente a mi escritorio. Estoy en la oficina de mi hogar tratando de investigar quién diablos me ha llamado. Luego de la pequeña reunión con mi equipo de seguridad, no hago nada más que pensar en ese problema. Annie y los niños están en casa, eso es lo que importa. Bruce y otros compañeros están vigilando que nadie entre a la casa y Félix aún está investigando qué le sucede al maldito rastreador de llamadas. Suspiro. Pongo los codos sobre mi escritorio y coloco mi rostro entre mis manos.

- Te traje unas galletas -susurra Annie entrando a mi oficina-.

Suelto un pequeño suspiro y asiento para que entre. Con un plato de galletas en la mano y un vaso de leche en la otra, se acerca a mi y deposita las cosas sobre mi escritorio.

- Son de chocolate, tus favoritas -dice sentándose en mi falda y rodeándome el cuello con los brazos-.

- Gracias -susurro-.

Tomo una galleta y la llevo a mi boca, está deliciosa.

- ¿Está buena? -pregunta Annie-.

- Está igual de buena que tú -digo dándole otro mordisco a la galleta-.

Veo cómo los ojos comienzan a brillarle y un leve rubor se posa en sus mejillas. Esta mujer es hermosa. Me acerco a sus labios y comienzo a besarla. Siento cómo su cuerpo se estremece sobre el mío.

- ¿Qué pasa? -pregunto alejándome de sus labios-.

- Llevas horas en esta oficina -susurra- ¿qué te sucede Derek?

Suelto un fuerte suspiro y la tomo de la mano.

- Me llamó un número restringido.., no sé quién llamó, nunca en mi vida había escuchado esa voz. Me pidieron que les diera 5 millones de dólares y doscientos kilos de cocaína.

- Pero.., ¿cómo vas a hacer la entrega si no sabes quién es?

- Eso es lo que sucede Annie, no puedo llamar a quien sea que me llamó, ellos me llamarán cada hora, eso me dijeron.

- Espera.., ¿cada hora? ¿Ellos?

- Tengo veinticuatro horas para hacer eso, y si, ellos.

- ¿Y qué pasará si no lo haces?

Vuelvo a suspirar.

- Tomarán revancha con ustedes.

Siento cómo todo el cuerpo de Annie, al igual que el mío, se tensa al escuchar esas palabras. Unas cuantas lágrimas se escapan de los ojos de Annie y siento el impulso de besarla.

- Todo estará bien -digo pegado a sus labios-, no dejaré que les hagan daño cariño, lo prometo.

- ¿Qué pasará con los niños? -dice ahogada en lágrimas- ¿Qué pasará con Amahia con Teddy con Mikael? Por Dios Derek son unos niños.

La abrazo con todas las fuerzas del mundo y siento un vuelco en el corazón. ¿Podría permitir que mi familia sufriera? La respuesta es no, no puedo permitir que sufran.

- Escucha Annie -digo tomando su rostro entre mis manos-, tenemos que hablar con los niños, es todo.

- No, no podemos decirles -dice negando una y otra vez con la cabeza- no podemos Derek, no podemos, se pondrán mal, comenzarán a llorar y se van a a desesperar.

- Cariño, tenemos que decírselo, no podemos quedarnos callados, ellos tienen que saber lo que está sucediendo.

•••

Luego de que Annie pensara, estamos hablando de unos cuantos minutos, decidimos reunir a los niños en nuestra habitación.

Annie tiene a Mikael en sus brazos, quien está dormido, Amahia y Teddy están en la parte final de la cama y yo estoy recostado en el espaldar de ésta igual que Annie.

Veinticuatro Horas (Trilogía EDMJ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora