Capítulo 14

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Cepillo mi cabello y lo recojo en una coleta, hace demasiado calor como para traerlo suelto, aunque el moretón se nota mucho

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Cepillo mi cabello y lo recojo en una coleta, hace demasiado calor como para traerlo suelto, aunque el moretón se nota mucho. Pongo rímel en mis pestañas. Me recargo en el mueble y suspiro. La cita con la psiquiatra es a la una. Si no nos apuramos no llegaremos.

Bajo a la sala, mi madre me está esperando.

—¿Ya nos vamos? —pregunta.

—Pues sí, aunque será una pérdida de tiempo. —Abro la puerta y ella me sigue.

Me da las llaves para que cierre la casa y sube al coche, doy la vuelta para sentarme de copiloto. En media hora llegamos al hospital, faltan sólo diez minutos para la hora establecida.

Nos sentamos afuera del consultorio, cinco minutos antes de la hora sale un chico del consultorio, me voltea a ver y sonríe. Vaya, camina como si fuera el rey del mundo.

También sale una enfermera.

—Catalán Saavedra —dice la ya mencionada, con voz ronca.

Alzo la mano y entro al consultorio en compañía de mi madre.

Es el típico consultorio de doctor con paredes blancas. La psiquiatra me observa y frunce el ceño.

—Pesa a la señorita, Elvira —le dice a la enfermera.

La enfermera me hace señas para que me acerque a ella, me hace subir en la báscula y realiza lo debido. Anota algo en una hoja y se la pasa a la psiquiatra.

Observo el escritorio, la psiquiatra se llama Andrea, su nombre está en él. Ella chasquea la lengua y anota algo en una hoja.

—¿Acaso no comes, Evolet? —pregunta.

—Sí lo hago.

—Mides 1.69 y pesas 54 kilos, ¿te parece que está bien?

Mi madre frunce el ceño y se aclara la garganta.

—Quizá estoy un poco baja de peso —admito.

Andrea empieza a revisar una carpeta, es mi expediente clínico, se coloca unas gafas y comienza a revisar los papeles que están dentro de éste. Calculo que la psiquiatra debe tener al menos medio siglo de edad.

—Bueno, los análisis de sangre muestran que no se consumió ninguna sustancia alucinógena, ni alcohol, vaya. Pero, tiene principios de anemia, seguro no come bien. —Sigue leyendo los papeles—. En la tomografía cerebral se nota una pequeña anomalía en el giro temporal superior izquierdo.

La miro sin entender, ¿qué es eso?

—¿Una anomalía? —pregunta mi madre, asustada.

—Sí, es un poco más pequeño de lo normal, pero no hay nada que temer. En cuanto al ataque de ansiedad, pudo haber sido sólo por estrés, el cambio que surge al entrar a una nueva etapa de la vida. Pero necesito que me confirme algo, mi hermana me dijo que su hija había intentado acabar con su vida en dos ocasiones y que lo peor del caso es que nunca ha acudido al psicólogo.

Más allá de las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora