Capítulo 3

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Después de desayunar y de la mini-discusión subo a la habitación

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Después de desayunar y de la mini-discusión subo a la habitación. Busco en google maps algún puente cerca del cine al que iré con Sam. Sería difícil saltar de uno peatonal, tendría que escalar la malla de protección, así que lo mejor sería uno vial. Con una gran altura.

—Vaya tonterías, lo mejor sería cortarme la yugular y punto —digo con voz amarga.

Mi madre entra en la habitación con una mueca de disgusto.

—¿Ahora que hice?

—No hiciste nada. Baja, en la sala alguien te espera.

Sale de la habitación y escucho el ruido de sus tacones al bajar. Salgo de la cama, me pongo unos zapatos y la sigo de mala gana.

Cuando solo faltan cuatro escalones lo veo, mi padre, parado en medio del pasillo con una sonrisa. Como si se alegrara de verme. Me detengo y no sé si subir y encerrarme en mi habitación por el resto de mi vida o correr y abrazar a aquél hombre que fue el primero en romper mi corazón, metafóricamente claro, escojo la peor de las opciones. Corro a abrazar a mi padre y lloro, como aquella niña de siete años a la que abandonó, no solo una sino varias veces. Me vuelvo de cristal cuando corresponde mi abrazo, ¿qué lo traía aquí después de tanto tiempo? ¿Acaso está arrepentido?

—Evolet, estrellita, lo siento por no estar aquí cuando me necesitabas —dice mientras limpia mis lágrimas con su pulgar.

En vez de apaciguar mi llanto hace que se vuelva más fuerte, sigo abrazada a él, no deseo soltarlo nunca más. No quiero que me vuelva a abandonar.

Pero él rompe el abrazo bajo mi protesta.

—Te tengo un regalo, Ev.

Observo como se aleja por la puerta, va hacia un carro que supongo debe ser suyo. Aprovecho para mirar a mamá, incluso ella intenta contener el llanto que amenaza con apoderarse de su supuesta tranquilidad. Limpio mis lágrimas y veo como él entra con un lindo gatito entre sus brazos.

—Es para ti —dice.

Es un lindo gatito siamés, lo tomo de sus brazos y empiezo a acariciar su pequeña cabeza.

—Sé que esto no recompensa todo lo que he hecho, pero espero que te guste.

—Gracias —digo con una pequeña sonrisa.

Un silencio se instala entre nosotros, pero mi papá lo rompe, como todo. Como a mí.

—Me tengo que ir. —Se rasca la cabeza.

—¿Tan pronto? —pregunto confundida, ¿no era esto un acto de arrepentimiento? ¿Acaso no quería volver a ser mi padre?

—Ah, sí. Tengo algunas cosas que hacer hija, sube al cuarto, quiero decirle algo a tu madre.

—¡Ya entendí! Solo querías más dinero, de ser así lo hubieras pedido antes. No necesitabas actuar para conseguirlo —digo a punto de volver a llorar.

Subo con mi nueva mascota entre los brazos. Y una discusión comienza abajo. Busco mis audífonos y pongo música a todo volumen, mientras el pequeño gato se duerme conmigo en la cama.


Unos incesantes maullidos me despiertan, el gatito se encuentra llorando

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Unos incesantes maullidos me despiertan, el gatito se encuentra llorando.

Dejo al gato llorando y bajo para conseguir un poco de leche.

Ya en la cocina lleno un recipiente con el líquido y veo a mi madre en la sala. Quisiera decirle que no es su culpa que mi padre sea un completo idiota pero no lo hago. Antes de regresar a la habitación ella me llama y voy a la sala.

—Recuerda que mañana vas a salir con Samantha y no has hablado para confirmar —dice sin verme—. Y ponle un nombre al minino.

—Está bien, voy arriba.

Pongo el recipiente con leche en el piso cuando ya me encuentro en la habitación y acerco el gato a su comida.

Busco el celular y le marco a Sam, contesta en el segundo tono.

—¿Evolet?

—Sí me dejaron salir contigo.

—Oh, genial —su voz demuestra alegría—, entonces nos vemos mañana a las tres. En el cine de siempre, ¿vale?

—Muy bien, oye, ¿qué nombre le pondrías a un gato?

—¿Un gato?

—Sí, mi... Me regalaron un gato y no sé qué nombre ponerle.

—Tal vez grisillo, o como quieras, es tu gato después de todo.

—Pues sí, bueno, hasta mañana.

—Claro, buenas noches Ev.

Termino la llamada y decido nombrarlo Kira, río un poco, vaya nombre le he puesto.

—Kira, ven aquí. —Me pongo en cuclillas cerca de él.

Se acerca a mí y ronronea un poco. Lo cargo cuando termina de comer y nos acostamos de nuevo en la cama. Él durmiendo y yo leyendo Cumbres Borrascosas, espero terminarlo hoy. Una semana y no he podido terminarlo.

Y parece que el destino no quiere que lo haga.

—¡Evolet, es hora de la cena! —Grita mi madre.

Resoplo, dejo el libro en el escritorio y a Kira durmiendo plácidamente en mi cama.

Llego a la cocina y me siento frente al comedor.

—Come un poco de cereal —dice mi madre.

—Eh, sólo quiero un poco de leche.

—Está bien.

La cena transcurre sin la mención de mi padre y me alegro, no quiero hablar de él ni oír que hablan de él nunca más.

Subo a mi habitación al terminar y dejo sola a mi madre con sus pensamientos, me dan ganas de abrazarla. Pero de nuevo no lo hago, la abandono en medio de su torbellino de malos recuerdos.

Más allá de las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora