Against my dark side

Little star (Parte I)

Una disculpa por la tardanza y por el contenido. Pronto llegarán las respuestas :3

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Los pasillos blancos me daban escalofríos. El olor me daba naúseas. Y la sensación de preocupación me calaba hasta los huesos. La verdad era que no me gustaban los hospitales, y aún así no había forma de que me sacaran de aquí.

Las únicas noticias que había tenido de Blaine era que estaba estable e inconsciente, lo cuál no ayudaba en absoluto.

El doctor que lo estaba atendiendo, el Dr. Novak, salió de su cuarto con el ceño fruncido y los labios en una mueca extraña. Se acercó con el expediente de Blaine (Karofsky no se había aparecido y me estaban dando informes a mí) y para la tranquilidad de todo mi cuerpo, sonrió.

- Las placas del Sr. Anderson llegaron, las buenas noticias son que no tiene golpes serios, la contusión que tiene en la cabeza no es grave, probablemente despierte en un par de horas, a parte de eso sólo tiene la muñeca derecha rota y un par de hematomas en las piernas.- su sonrisa se entumeció un poco y tensó los hombros,- La mala noticia, por otra parte, es que Servicios Sociales tomó especial interés en su estado general y lo retendrán hasta tener algunas respuestas.

-¿Servicios Sociales?, ¿qué quiere decir con eso?- crucé los brazos en mi pecho mirando fijamente al doctor.

-Blaine está en un grado de desnutrición alarmante para su edad, Kurt; eso, junto con todas las marcas viejas de golpes, que obviamente no se hizo en el accidente, los están llevando a creer que sufre de abuso, y tal vez, que no fue un accidente.- ¡Oh!- ¿Hay algo que quiera compartir conmigo, Sr. Hummel?- los ojos de Novak se tornaron algo amenzantes, con una sombra genuina de preocupación...

-No es de mi incumbencia.- contesté.- Es decisión de Blaine.- dije abrazándome a mí mismo.

-El Sr. Anderson fue ingresado hace dos días, las únicas veces que se ha ido de su lado fue para tomar café. Reconozco el amor cuando lo veo, Sr. Hummel, llevo casado con mi esposo Dean once años, sé como se siente. Usted lo quiere, por alguna razón no están juntos, pero no por eso lo abandonaría.- el doctor sonrió y puso una mano confortante en mi hombro,- haga algo por él, ayúdelo.- su profunda voz parecía haber expuesto mi instinto de proteger a Blaine. Pero tendría que hablar con él primero...

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Un par de horas, había dicho. Parecieron minutos.

-¿Sr. Hummel?-levanté la cabeza.- Acaba de despertar, está preguntando por usted.

Mi corazón viajo unos cuantos pisos hacia abajo, rozó el inframundo y regresó en un segundo.

Me levanté restregando mis manos sudorosas al pantalón y entré buscando su rostro conocido. Su sonrisa pareció quitar todos y cada uno de mis miedos de estar con él, y sus cristalinos ojos avellana no parecían en absoluto asustados.

-Ven.- dijo con poco aliento, mientras indicaba un espacio junto a su pierna derecha en la cama.

-¿Cómo te sientes?- pregunté con un susurro injustificado.

-Golpeado, nada nuevo en realidad.- su mirada pareció decaer, pero no su media sonrisa.- ¿Y tú? Me dijeron que no has ido a casa.

-Estoy bien, nada que un baño caliente no arregle.

Comenzó a reír, pero un ataque de tos se lo impidió poco después.

-Estoy bien,- dijo cuando me levanté a buscar ayuda,- de verdad. Ya pasó.- Me volví a sentar junto a él y me tomó con fuerza las manos, me vio directo a los ojos y susurró:

-Gracias.

De todas las cosas que pudo haberme dicho que me parecerían extrañas, esa estaba en el número uno.

-¿Gracias por qué?

-Por hacerme más fuerte.- y lanzó sus delgados brazos a mi cuello, llorando una mezcla de alivio, melancolía y felicidad absoluta...

-Blaine. Siempre has sido así de fuerte. Siempre. Sólo que tal vez no lo recordabas.

-Gracias por recordármelo, entonces.- sonreí. ¡Dios! Novak tenía razón. Amo a este chico.

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-¿Me pasas la gelatina, por favor?- tomé un plato con gelatina verde y amarilla y se la entregué, Blaine parecía demasiado concentrado en comer como para preocuparse de otra cosa, sus dedos estaban pegajosos y no parecía molestarle, además que tenía pasta en la comisura de sus labios. Di un paso adelante y con mi pulgar le limpié.

La forma en que su mirada pareció calentarse y derretirse en la mía, mandó un montón de señales a... a ciertos lugares inapropiados para un hospital, a menos que fueras una serie de televisión.

-¿Necesitas algo más, B?- Sonrisa.- ¿Qué pasa?

-Mi hermano suele decirme así...-sus ojos se iluminaron.

-¿Hablas mucho con él?- pregunté.

-No tanto como quisiera...- me senté junto a él en la cama y puse mi mejor cara de "Escucha al amor de tu vida"- Él... trabaja mucho, es contador pero tiene pequeños trabajos de actuación de vez en cuando. Es muy enérgico y animado y pareciera que está feliz todo el tiempo. A veces no lo entiendo...- tomé su brazo y comencé a acariciar una cicatriz ya vieja.

-¿Él sabe de...?

-¿Dave?- negó con la cabeza.- Nunca pude decírselo, me aterraba que me odiara, o peor que eso...que estuviera decepcionado de mí.- un nudo se formó en su garganta.

-Él te ama, Blaine, jamás te dejaría solo.- esa media sonrisa que tanto me gustaba se empezó a formar en sus labios, y los míos no pudieron contener las palabras: Yo jamás te dejaría solo.

Abrió sus ojos de par en par y sus mejillas parecieron colorearse en un segundo.

-¿Tú también me amas?- sonreí.

-Blaine, yo...- la puerta se abrió de repente.

-Buenas tardes, Sr. Anderson. Escuché que me estaba buscando.- el Dr. Novak entró con su sonrisa habitual y cuando se percató del ambiente me lanzó una mirada de disculpa.- Puedo volver más al rato, si gustan...

-No se preocupe, doctor,- dije levantándome- tendremos mucho tiempo.- el pequeño guiño que le mandé a Blaine lo convirtió en un nudo de palabras. El doctor Novak se rió en silencio y se acercó a donde hace un minuto estaba yo.

-¿Y bien, Blaine? ¿De qué querías hablarme?- dijo seriamente.

-Doctor, escuché de que Servicios Sociales estaba esperando a que despertara para hacerme algunas preguntas,- Novak asintió suavemente,- estoy listo para contestarlas.- Blaine lanzó una mirada en mi dirección, y la atrapé con la mía gritando sorpresa. Sin dejar de verme a los ojos, dijo: Ésta vez no tengo miedo.