Capitulo 6

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¿Mia?

Quite un poco de sudor con el dorso de mi mano que estaba empezando a acumularse sobre mi frente, llevaba puesta una sudadera, que aparte de grande generaba un calor terrible. Sujete con fuerza el porta vasos de Starbucks, subiendo con rapidez las escaleras, milagrosamente dormí con Diana sin tener ningún episodio nocturno, fue una de las raras ocasiones en las que logre dormir el resto de la noche.

Camine por el enorme pasillo con un montón de puertas de dormitorio, el edificio es de concreto pero sus puertas son de madera, coloque la llave, tratando de abrir la puerta lo más lento posible por si las chicas seguían dormidas, asomé la cabeza, Lauren estaba rebuscando en las gavetas del escritorio. — ¿Dónde diablos tienes las aspirinas?—.

—Por Dios Lauren, quieres bajar la voz por todos los santos—. Diana sostenía su cabeza haciendo muecas de dolor. —Se suponen que están en la segunda gaveta—.

Inmediatamente me sentí mal por ellas y conmigo misma. No se me ocurrió comprarles aspirinas, no sabía que necesitarían, solo traje café y pan de pizza. Diana noto que me quede paralizada en la puerta, esperaba una mueca de dolor o que me ignorara, pero no, ella me dio una de sus grandes sonrisas con todo y dientes ligeramente separados. —Dime que eso es café—. Lauren señalo hacia los vasos, tenía el rímel corrido junto con el lápiz labial rojo, al igual que el lápiz de ojo, lo que la hacía lucir como un mapache payaso, se veía graciosa, así que hice una de las cosas más raras en el mundo para mí, reí con fuerza, me sorprendí a mí misma riendo como una lunática.

Diana y Lauren se vieron entre ellas, se veían sorprendidas pero bueno no eran las únicas. —Lo siento—. Me disculpe con Lauren al darme cuenta lo grosera que fui por reírme de ella, Diana se levantó de la cama.—No lo sientas, si tenía que hacer ver a Lauren como una prostituta barata para hacerte reír, chica, lo hubiera hecho hace tres semanas—.

—Cierra la boca D, tú no te ves mejor que yo—. La casi pelirroja tomo el porta vasos de mí, aleje mi mano con rapidez para que no me tocara, puede que anoche sonreí y hoy este riendo pero mi negativa a ser tocada sigue ahí. Saca con avidez el pan de pizza, dándole un mordisco enorme, gimió. —Oh, Dios, te amo Mia Smith—. Diana se lanzó sobre ella para arrebatarle la bolsa y sacar su propio pan. Gimieron al unísono cuando le dieron un sorbo al café. —Olvida las malditas aspirinas, esto es mejor—.Dijo Diana con la boca llena.

Negué con la cabeza, no tenía hambre por lo que me limite a verlas comer. — ¿Cómo estuvo la fiesta?—. Pregunte más por educación que por querer saber.

—Estuvo increíble, juro que pensé que Max me destrozaría el culo anoche—. Diana se atraganto con un pedazo de pan, podía apostar que yo estaba roja de la vergüenza, sentía el calor emanado de mi cuello hasta mis mejillas, no estaba acostumbrada a hablar sobre sexo, es más, evitaba el tema.

Pero con Lauren parecía que eso era un tema de lo más natural, me quede escuchando sobre su encuentro sexual hasta que decidí que mi pobre mente tuvo demasiado, tenía que sacar un par de libros de la biblioteca para poder hacer mi ensayo de literatura y uno de ilustraciones para mi trabajo en dibujo artístico, por lo que me despedí de las chicas.

La biblioteca es enorme, han visto las películas en las que una enorme puerta te deja ingresar a lo que parece ser un santuario de libros, pues así es como se ve, pintada en dorado y blanco, se ve inmaculada, tienes que subir escalones para llegar a la enorme puerta de madera con grabados que parecían ser antiguos, la recepción dejaba ver a una señora que podría tener unos cuarenta y cinco años, de cabello negro y ojos del mismo color, detrás de un enorme escritorio que bien podría medir un metro de largo y uno de ancho. El escritorio se encontraba a la par de la puerta por lo que ella podía ver quien entraba y salía. Alce mi tarjeta para la biblioteca, ella asintió y continuo sellando libros.

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