Capítulo 24

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Aidan

Trate de concentrarme en los problemas en mis hojas de trabajo, pero , joder si no era difícil, creía que había logrado acercarme a Mia, ahora, después del incidente en el pasillo, puedo sentir como si hubiera puesto otra pared entre nosotros, me seguía repitiendo que tenía que darle tiempo, maldición sabía eso pero entenderlo y hacerlo eran cosas muy diferentes.

Justo ahora estoy en su habitación, ella ni siquiera me mira, hable con D, mi hermana dice que está igual, que está durmiendo más, tal vez solo esta así conmigo. —Entonces—. Espere un par de minutos. — ¿Qué planeas hacer para acción de gracias?—. Mama seguía llamando para saber.

Se detuvo de escribir. —Voy, a casa de una amiga—. Solo dijo eso y volvió a ignorarme.

— ¿Dónde es eso?—.Trate de disimular mi obvio interés.

Ella se retorció incomoda. — ¿Puedes hacer algo por mí?—.Me pregunto con ojos de cachorro, maldición aquí vamos, D debió de decirle sobre mi debilidad con esas miradas, pero de nuevo, ella no tenía que hacer mucho para que yo saltara como un buen perro entrenada.

—Lo que sea—.Baje mi lápiz y gire mi silla para verla, jalo la manga de su sudadera, había aprendido que ese era un claro señal de que estaba nerviosa. —Mí psicóloga quiere conocerte—.

Suspire, sacando un cigarrillo, los psicólogos me ponían nervioso, también traían recuerdos difíciles, pase una gran parte de mi infancia en terapia, pero eso era algo que Mia no sabía. —Quiere psicoanalizarme—. Lo dije más como una afirmación que como pregunta, ya sabía que debía ser algo como eso, ella abrió ampliamente los ojos.

—No, bueno, está bien, no tengo claro su objetivo, solo sé que desea, quiero decir que quiere conocerte, por, por nuestra relación, quiero decir el tipo de relación que tenemos—.Mia empezaba a enredarse con la palabras, me reí porque cuando hacia eso se veía adorable.

—Somos novios Mia—. Me apresure a continuar. —Si tú quieres, claro está—.Solté son lentitud el humo, trate de apartarlo de ella, me sorprendió al verla, cerró sus ojos con suavidad, respiro con tranquilidad como si quisiera capturar el aroma. —Si—.Dijo tranquilamente.

No voy a mentir, me puse como una maldita quinceañera a la que el tipo guay de la secundaria le decía que sí, lo sé esta chica me volvía un completo maricon. — ¿Tienes un fetiche con el olor a cigarrillos?—. Le dije en tono de broma, volví a dejar el humo salir como la última vez, Mia seguía con los ojos cerrados, me acerque lo suficiente para estar rodillas contra rodillas, la observe, a esta magnífica chica, se veía tan en paz, su rostro relajado, sus delicados labios ligeramente abiertos, su glorioso cuello expuesto, las largas pestañas oscuras suavemente descansaban sobre sus pómulos, el ligero sonrojo en sus mejillas, Dios, no pude evitar pensar que así debía de verse después de correrse, tan tranquila, relajada, despreocupada, tan hermosamente satisfecha.—Tan hermosa—. Dije casi como un suspiro.

Vi que algo cambio, ligero pero pude notarlo. —Puedo, ¿me dejas intentar algo?—.

Me aclarare la garganta, tratando de suavizar mi tono. —Si—. Por desgracia mi voz sonó ligeramente mas ronca, gracias al cigarrillo y otras cosas.

Puso sus manos sobre mis rodillas, me miro casi rogándome. — ¿Te detendrás si te lo pido?—.

Su vulnerabilidad, en su voz, facciones, me rompía el corazón. —No tendrás que pedirlo, sabré cuando detenerme, lo prometo—. Cerró sus llorosos ojos, acercándose delicadamente, el beso fue como cuando una mariposa se posa en tus dedos, solo un segundo, lo hizo un par de veces hasta quedarse un tiempo más prolongado, lo tome con calma dejando que ella guiara, dándole el control, me retuve de tocarla, dejándola que tomara lo quisiera de mí.

Where I belongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora