Diario de un apasionado

II

Llegando a la escuela todos me vieron peinado, incluso varias me dijeron que tenía un buen perfume.
Cuando me senté en mi banca se acercó mi amigo David para darme consejos de cómo conquistar a una chica.
Lo escuché poco por que son lo típicos "tips" que encuentras en internet o revistas, cuando conozco a Camila y sé que prefiere las cosas clásicas, un buen poema, que la inviten a una librería a comprar el libro que más le guste, para después ir al parque a comprar un helado de chocolate, por qué ese sabor la inspira a escribir en su libreta de poemas. Me pregunto qué temas pondrá en sus escritos, si acaso tendrá uno dirigido a alguien, como el que le hice a ella.
David sólo me dio unos veinticinco "tips", no es mucho.
Uno de ellos me llamó la atención, "Hazla reír". Pero no, no soy un bromista, y menos con las chicas, si llego a poder hacerla reír lo más sutilmente sería un halago para mí, aparte de que oiré su bella risa, y veré la hermosa sonrisa que se forma en sus labios.
Cuando tocaron para salir de la escuela me acerqué a Camila, mi corazón se aceleró como nunca antes. La última vez que sentí algo así fue en quinto grado, en ese momento le pedí a Mariana que fuera mi novia, duramos unos tres meses, pero ese amor fue de lo más puro para mí.
Aunque eso ya no importa, ahora me gusta y siento atracción por Camila, ahora que sus amigas se despegaron de ella puedo acercarme con toda la seguridad a invitarla el sábado, había planeado la salida perfecta y un regalo que sé que le encantará.
Cuando me acerqué no podía dejar de ver sus hermosos ojos, y no se diga de su olor, como flores y dulces, es perfecta a mis ojos.
La saludé y me dijo que le gustaba mi nuevo peinado, y reconoció la marca de mi perfume, no puedo explicar lo que sentí en ese momento.
Le conté que el sábado estaba libre y tenía planeadas algunas cosas y que me gustaría que me acompañara, y aceptó. Realmente aceptó. Y no pidió que fuera nadie más. Sólo ella y yo. Soy más feliz que nunca.