XIV

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Es fin de semana y decido hablarle a Camila, pero no responde. Era el día en que por fin me armaba de valor, no me había hablado para nada en esos dos días.
Mejor le envíe un mensaje.
-Cam, necesito hablar contigo. Llámame.
Una video llamada llega y es de Camila. Estaba llorando.
-Camila, ¿estás bien? –pregunto-
-¿Cómo quieres que esté bien? –responde alterada-
-¿Sucedió algo?
-¿Qué si sucedió algo? Sucedió todo Diego, todo.
-Escucha...
-Si no me lo dirás tú, te aviso que vi todo. No creí que te alcoholizaras enfrente de mí, y aparte te besaras con Tania. –soltó más lágrimas-
-¿Lo viste?
Recordé que olvidé apagar la webcam de mi computador, y que llevaba hace días con el sonido apagado. No me lo creía, Camila nos vio.
-Claro que lo vi, ¿y sabes qué? Será mejor vayas con Tania, porque tú y yo ya no somos nada.
-Camila, acepto lo que hice, te mereces a alguien mejor. Me arrepiento y no tengo corazón por haber dejado que las cosas sucedieran...
Antes de que acabara, Camila seguía llorando. No soporté seguir, verla así me partía el corazón, me quedé sin palabras.
-Lo nuestro se acabó. Hasta luego.
Cerró su sesión y yo quedé en mi silla, impactado por lo que sucedía. Acababa de perder a la chica de mis sueños.

Diario de un apasionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora