IX

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Estaba dormido y Tania llegó a levantarme, al parecer se me había hecho tarde para conseguir boletos en rebaja a tiempo en el aeropuerto.
Hay unas ofertas ida y vuelta a costo de un solo boleto, no desaproveché la oportunidad y compré un viaje ese mismo día en la noche, llegaría de sorpresa a la casa de Camila con un ramo de rosas, de las que le gustan. Llegué a tocar el timbre, y antes de que pudiera sorprenderla, ella ya me había abrazado y sacó alunas lágrimas. Pasé a su casa y le platiqué de lo que iba de mi vida, lo mucho que la extrañaba y como había soñado desde el día en que llegue en volver a verla y besarla.
Me quedé en la habitación de huéspedes a dormir, me iría al día siguiente porque mis padres no sabían de que estaba aquí y regresaban en la próxima noche.
Camila me despertó y se puso a mi lado donde estaba acostado, yo la abrazaba mientras ella se quedaba dormida. El simple hecho de haber dormido con ella, de la manera más inocente, hacía que la amara más.

Diario de un apasionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora