VIII

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En mi nueva ciudad a mis padres les va mucho mejor, por lo que me han dicho que tal vez podamos visitar la ciudad cada mes (y no cada dos). De inmediato pensé en que pasaría más tiempo con Camila, aunque todos los días tenemos video llamadas por internet, no es lo mismo oler de cerca su perfume, o verla a los ojos sin que la cámara reducida de su computadora impidiera su brillo.
Tenemos gente que hace aseo, una de las señoras a veces lleva a su hija Tania, una chica alta de complexión delgada y rubia, siempre creo que es adoptada porque no se parece a su madre.
A veces Camila y ella platican por video mientras yo estoy en la escuela, estoy en el horario vespertino. Al parecer se llevan muy bien, y eso me alegra porque algún día traeré a Camila y quiero que tenga alguna chica con quien pueda charlar y que no se aburra conmigo.
Tengo que admitir que aunque tengamos internet para vernos virtualmente, esto de la distancia me es complicado, tengo ganas de hacer contacto físico con Camila, abrazarla, besarla... tengo que acostumbrarme a sólo sus mensajes o voz, y no me molesta, pero es difícil para mí.

Diario de un apasionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora