ᅳQuedaos aquí ᅳle ordena Romeo a su criado Baltasarᅳ. No permitáis que él se mueva.
La luna ilumina, gentil, la silueta del Panteón de los Capuleto. El mármol de Carrara color hueso destella, como si fuese el antiguo Faro de Alejandría llamando a las almas perdidas en el medio del mar.
Es la hora bruja. Romeo se ha retrasado debido a que se ha enzarzado en una pelea con Paris, el familiar del Príncipe de Verona con el que pretendía el padre de Julieta casarla. ¡Vaya regalo de medianoche! Afortunadamente, se las ha ingeniado para darle con el canto de la espada y desmayarlo. No deseaba matarlo, prefería dejarlo maniatado al cuidado de su sirviente. El tiempo apremia.
ᅳ¡Ahí voy, amada mía, a unirme con vos en la muerte! ᅳexclama en voz alta, para infundirse ánimosᅳ. Deseo contemplar una vez más vuestra belleza. Quiero quitaros el anillo de vuestro pobre dedo muerto y envenenarme aferrándome a él, pues no concibo la vida sin vuestra sonrisa.
Poco a poco, va abriendo el cajón. Le duele el pecho y el corazón danza a toda velocidad. Nunca estará lo suficientemente preparado para realizar esta ingrata tarea. Al final, muy lento, lo abre de par en par.
Al mirarla, no consigue salir de su asombro. La muchacha sigue igual, tan bella en la muerte como en la vida. Los labios rojos brillan llamando a los suyos y la piel luce tersa, como siempre, aunque bastante más pálida. Un pinchazo le sacude el corazón: la ama con todo su ser, jamás podrá ser feliz sin su Julieta. Matarse es una buena decisión, el único camino que puede seguir para rozar la dicha. Verla así, yaciendo en su reposo eterno, se lo confirma.
Romeo se agacha para coger la joya y darle un definitivo beso. Convencido de que son los últimos instantes que le depara el futuro: pronto se unirá a su amada.
Cuando el rostro del muchacho está a pocos centímetros de la fallecida, ella abre los ojos y lo observa fijamente. Julieta sonríe, mostrando sus largos colmillos.
ᅳ¿Estáis viva, mi amor? ᅳle pregunta, atónito, mientras la chica se sienta sobre el cajón.
ᅳSí, esposo mío, nunca nos separaremos y los que nos han separado lo pagarán ᅳle responde Julietaᅳ. Me invade la sed, ¿sabéis si hay algo por aquí para satisfacerla?
ᅳSí que lo hay, mi querida esposa, el regalo que vuestro padre os ha dejado: Paris.
Un amor que ha vencido la barrera de la muerte.
ESTÁS LEYENDO
Obsesión vampírica. CUENTOS DE VAMPIROS.
VampireEl atardecer empieza a dar paso a la noche. Los colmillos se afilan antes de caer sobre las víctimas. Te doy la bienvenida a esta recopilación de cuentos sobre vampiros. La idea de hacer esta obra surgió gracias a los Retos del Verano de Wattvampi...