Los días pasaban y cada día todo me iba mucho mejor, quitando que el imbécil de Max no hacia más que molestarme cada vez que podía. Lo odio, y el ami es un sentimiento mutuo. Con el trabajo no tenia tiempo para salir de fiesta, asique me había vuelto algo ermitaña quien lo diria.
Mientras Deborah no se perdía ni una fiesta, Verá y yo nos quedábamos en mi casa para pasar las horas, porque estar en su casa queria decir aguantar los gemidos de las zorras que Max se traia.Ya que para salir a las tres de fiesta mejor casi ni hacerlo.
Hoy Vera no había asistido al trabajo le había dado el día libre y me había comido yo el trabajo, pero bueno tampoco había sido tan mala la experiencia. He podido yo sola con todo me siento increible.
Despues de ello salgo sobre las 4 de la madrugada del maldito bar, ya que he tenido que recojerlo yo sola pues he tardado más de lo habitual. El tiempo últimamente no juega a mi favor, hoy es otro maldito día de lluvia.
Salgo mientras pongo mi chaqueta fina vaquera, agarro mi bolso y empiezo a caminar bajo la intensa lluvia que recae sobre Madrid.
Las calles están algo oscuras, y no hay ni un alma por la calle. Los rayos iluminan los altos edificios de la capital creando imágenes increíbles pero a la vez terroríficas, empiezo a caminar un poco más rápido con la esperanza de llegar pronto.
Un rugido se oye sobre mi espalda, evitó el echo de que oigo como lentamente se para y se empiezan a escuchar voces masculinas intentando llamar mi atención, que por su puesto no logran frenar mi paso.
- Que haces tan Solita? Quieres compañía? - dice uno de los chicos del coche que segundos antes había parado, mi mirada viaja hacia el para bufar y continuar con mi camino, ya que sus ojos declaran que ha estado bebiendo y consumiendo otros tipos de sustancias.
- Se te ha comido la lengua el gato? - dice el mismo mientras abre la puerta del coche para bajarse.
- Pierdete - digo mirándole con odio mientras sigo caminando algo más rápido ya que no me dan buena espina.
- Porque no te pierdes un rato conmigo? - dice el chico mientras agarra con fuerza mi mano para que pare de caminar.
Con rabia me suelto de su agarre para meter una patada a su amiguito y salir corriendo todo lo rápido que mis pulmones me lo permiten. Oigo sus fuertes pisadas sobre los charcos de la calle, cada vez se acerca más a mi hasta que noto el duro asfalto golpear sin pudor sobre mi cara.
Unas risas llegan a mis oidos pero es tan fuerte el dolor que siento en mi pierna que solo sale un gemido de mi boca.
- Has visto que de guarras había en la casa de Eric? - dice uno de los hombres que caminan a lo lejos.
- Cómo siempre, nada nuevo - dice otra voz masculina entre risas.
Desvío la mirada hacia el lateral chocando con esos ojos rojos que estaban siendo mi pesadilla y por lo que veo todavía lo son. Su sonrisa macabra hiela cada gota de sangre que pasa por mis venas haciendo que mi cuerpo tiemble.
Sus manos ásperas y magulladas rozan mi cara para después agarrar mi pelo con fuerza levantándome del suelo apoyando la pierna lastimada. Lagrimas corren mis ojos al sentir el fuerte dolor que mi pierna esta sufriendo, con su mirada en mi pierna golpea esta haciendo que vuelva a caer al suelo de cara para después escuchar como el coche acelera a toda velocidad dejándome ahí.
- Que es eso de ahí? - dice uno de los chicos claramente más cerca de lo que antes estaban.
- Nose, que mierda es? - dice otro de los chicos claramente dudoso.
- Oh, mierda es una persona - dice el primer chico para escuchar como fuertes pasos se acercan hasta donde me encuentro.
Noto como unas manos me volteando del suelo dejando mi cara malherida al descubierto, sus manos tocan mi pierna provocando que de mis labios salga un fuerte quejido.
- Venir... Ayudarme - dice el chico que ahora me sujeta como puede.
- Thais? - dice una voz ronca que podría reconocer a millones de kilómetros.
- Luego soy yo la que te acosa - digo con la voz entre cortada mientras le miró fijamente.
- que te ha pasado - dice serio ignorando mi broma mientras coloca una de sus manos debajo de mi cuello y otra en mi cintura para cojerme en brazos.
- Mucho imbécil por esta zona - confieso mientras rozo con los dedos mi cara para comprobar que efectivamente tengo sangre.
- Te hicieron algo ? Te tocaron ?- pregunta mientras echa una última mirada a sus amigos para despedirse de ellos.
- Me golpearon... ese imbécil iba drogado - digo de mala gana mientras apoyo mi cabeza en el hueco de su cuello.
Max seguía caminando mientras yo seguía sobre el mientras su olor varonil hinundaba mis fosas nasales, realmente es un olor exquisito. La tranquilidad reinaba el lugar mientras lo único que se escuchaba eran los pasos sobre los charcos y nuestra respiración.
Unos minutos después llegamos a su casa, abre la puerta para entrar a la sala de estar tumbandome en el sofá. Desaparece tras la puerta para a los pocos minutos llegar con un botiquín.
- Esto te dolerá un poco - dice mientras moja el algodón en desinfectante para después pasarlo por distintas zonas de mi cuerpo y cara creando un quejido de dolor que sale de mis labios.
- Tienes un esguince, te lo vendare - dice para empezar a vendar con mucho cuidado.
- Donde has aprendido a hacerlo? - digo mientras mis ojos miran la perfección con la que envuelve mi tobillo lastimado.
- Soy boxeador, no siempre las cosas han salido bien - dice con media sonrisa mientras continua vendando - Ya está - dice para recojer las cosas y guardarlas.
- porque me has ayudado? No me odias ?- digo mirándole fijamente esos ojos verdes.
- No soy tan mala persona como todos creen - dice en un suspiro - como también crees tu - termina de decir finalmente.
- Yo nunca he dicho que lo seas - digo reincorporandome del sofá - Gracias - digo en un gesto de agradecimiento, realmente pensé que me dejaría tirada ahí.
Me levanto como puedo y con pequeños saltos empiezo a dirijirme hasta la salida de la casa, varios búfidos salen de mi boca, estoy realmente cansada y me cuesta avanzar demasiado creo que pediré un taxi.
- Te iras así? - dice en tono irónico mientras se sitúa a mi espalda levantando una ceja.
- Claro, que esperas que me quede aquí? - digo volteando los ojos.
- Ya empiezas a ser la insoportable de siempre - dice con una carcajada ronca mientras niega con la cabeza.
- Y tu el imbécil de siempre, adiós - digo para abrir la puerta e ir saliendo poco a poco.
El me mira cómico apoyado en el marco de la puerta mientras saca un cigarro para prenderle y empezar a fumar mientras observa la escena con humor. Resoplo un par de veces y con dolor continuo.
- Deberás te vas a ir? - dice acercandose a mi sujetando mi muñeca suavemente - deberías quedarte no son horas de salir y menos así - dice mirando mi tobillo.
Resoplo un par de veces pensando en cuales son mis opciones, una es irme tardar tres horas en llegar a casa, claro, eso si llego... a estas horas y después de lo que me ha pasado no es una buena opción, pero la otra opción es quedarme en casa del imbécil y aguantar que me este jodiendo toda la noche. Creo que me quedo con la segunda opción.
- Me quedare - digo mirándolo con el ceño fruncido.
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Enseñame
RomanceThais es una chica terremoto, a sus 20 años le encanta disfrutar de la libertad que conlleva vivir con su mejor amiga Deborah. Las fiestas el alcohol y la locura es algo que con ella va de la mano. Puede cambiar tu vida en una noche de fiesta? la...