VILLALOBO
STELLA LUNARIS
—¿C-cieri?... —preguntó, con mucha calma sobre sí misma. Su voz suave y determinante dejaba sin palabras a los demás—. No tenías porqué…
—¡Cállate! ¡¿Qué no tenía por qué?! ¿Esa es tú única reacción? —Gritaba Cieri, desfavorecido—. ¿Donde coño está el deseo que se supone que podría pedir una vez cumpliera la profecía?
—Cariño, ¿en qué te has convertido?...
Stella Lunaris se apresuró a darle un abrazo mientras se analizaba así misma como es que seguía viva, el hecho de que en el pasado hubiera tenido la idea de crear ese pacto ahora mismo le parecía absurdo. Ya ni siquiera le importaba resucitar si el mundo estaba en peligro. La oscuridad que se acercaba era… Imponente.
—¡Aléjate de mí, tú no eres mi madre! —Cieri Lunaris le pegó un pequeño empujón y ella retrocedió—. Acabo de desatar el puto abismo por tu culpa, ¿lo sabes, verdad?
Elsa y Dorado, unas cuadras más atrás, observaban todo con los ojos abiertos como platos. No les importó en lo absoluto lo que pudiera causar, pero sabían que les beneficiaría. Tanto el deseo como el hecho de que Stella pudiera otorgarles dones divinos no podían desaprovechar la oportunidad.
—Lo sé, hijo mío… ¿No has hecho esto por mí, verdad? —Cieri Lunaris asiente y Stella pega un pequeño suspiró, comprendiendo—. No puedes pedir el deseo.
—He abierto el portal del abismo en Villalobo, todos estamos en peligro. —apretó los puños—. Me vas a dar lo que quiero y eso no me va a detener.
—¿Cómo sabías que al cumplir la profecía podrías pedir un deseo? Eso no aparece en las sagradas escrituras… Me temo que no podrás pedir nada.
—¡¿Por qué no?! —Gritó, enfurecido.
—Porque antes debes detener la oscuridad abismal del pueblo y yo sé que eres parte de ella. Así que técnicamente, soy la única capaz de hacerlo. —Elsa y Dorado se acercaron, amenazando, Stella ni siquiera les dio importancia. Miraba a Cieri fijamente—. Vamos a terminar con esto, ¿vale? Seremos una familia, Cieri. He estado esperando siglos para volver a verte. Lo hice todo por ti.
—¿Por mí? —Niega con la cabeza, sonriendo—. Tú no has hecho nada por mí, hubiera preferido morir el día que me dejaste ser un bebé en mitad del abismo. ¿Sabes acaso de lo que he tenido que tratar? Conozco todas las criaturas malignas que se acechan en este momento, todas las que me han atormentado día tras día por ser tu hijo. Decían que era un bando contrario a ellos, he pasado una infancia de mierda. Por más que sufría no podían matarme. ¡¿Y lo has hecho todo por mí?!
Stella Lunaris sentía remordimientos de aquella situación, pensándolo así era extraño. Ella imaginaba que todo sería diferente, pero parecía tener la realidad algo alterada.
Dorado y Elsa intentaban calmar a Cieri, que estaba apunto de explotar. Incluso Dorado amenazaba con atacar a Stella.
Sin embargo, Stella tenía algo en mente. Ella pegó un agudo grito, también suave que hizo un gran y potente estallido. Hizo que todos fueran aturdidos por eso y una breve sensación de paz y calidez les vino.
—Mamá…
—Hijo mío, tranquilo.
Ambos terminaron abrazados, porque a pesar de haber terminado la batalla, otra más grande acababa de comenzar.
Elsa y Dorado observaban el abrazo de madre e hijo, la tensión entre todos ahí había dejado de coexistir. Tras el estallido de paz de Stella Lunaris, los hacía sentir mucho mejor. Y eso realmente era extraño para ellos. Sabían que no duraría mucho.

ESTÁS LEYENDO
Efímero (Los cuatro reinos)
FantasySofía Spaggiari se acaba de mudar a un pueblo llamado Villalobo, lleno de historia y mucho misterio por descubrir, ella consigue rehacer una nueva vida. Sin embargo, en ese pueblo nada es normal y está lleno de cosas sobrenaturales que indican a un...