Capítulo 27

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Capítulo 27: Jean Franco

Narra Franco

Iba camino a casa de mi madre solo por el hecho de que estaba sola en casa, porque si llego ver a ese hijo de puta no podré controlarme.

El recuerdo sigue en mi mente como si hubiese sido ayer cuando pasó. Sujeté con fuerza el manubrio de mi moto «Franco, estás en la autopista, no te alteres».

(...)

Quité la llave y mi bebé duerme hasta cuando vuelva a subirme. Siento que algo se desliza de mi nariz, toqué con mi dedo y a sangre. Maldición, siempre que pienso en esa tarde mi nariz explota. Pensé en manchar mi chaqueta para limpiarme con el antebrazo pero el sonido de la puerta abriéndose hizo que mirara.

— ¡Oh, Franco! ¿Otra vez? — se acercó mamá preocupada.

— No es nada, ¿podrías traerme una de esas toallitas húmedas? — pedí cuando entré y cerré la puerta tras de mí. Tiré mi cabeza hacia atrás en un intento de que la sangre no siguiera bajando.

Mamá me alcanzó una y me limpié asegurándome de que no quedara ni una gota o mancha de sangre. El estornudo de una persona me llama la atención y antes de que mamá fuera hacia la sala, la detuve.

— Me dijiste que estabas sola —dije con molestia.

— Lo estaba pero minutos antes de que llegaras una chica ha venido a buscarte —sonrió levantando las cejas de manera picaresca y yo levanté una.

— Sabes que no me gustan las visitas y menos si es de alguien que no conozco. Si no la sacas, iré a mi habitación.

— No seas grosero. Parece de buena familia. Así que hazme el favor de entrar a la sala y no hagas nada estúpido —me amenazó con una sonrisa.

Tiré la mochila a un costado ya que vine a quedarme con mamá por unos días y a descansar de los idiotas de Jeremy y Johnny.

— Si te molesta mi presencia, puedo irme.

Alcé la vista y sonreí como estúpido.

— Princesa, claro que no — ella sonrió de una manera tierna— ¿Qué haces por estos lados? —pregunté y me senté en el sillón individual.

— Estaba aburrida y quería salir de mi casa un rato —se encogió de hombros, se ve tan adorable.

— ¿Cómo sabías que estaba aquí?

Antes de que respondiera, mamá habló.

— Estaré arriba por si necesitan algo — dicho eso se fue.

— ¿Y bueno? —insistí.

— Johnny me lo ha dicho — sé que puse mala cara porque de pronto ella miró el suelo —

Como dije antes, puedo irme para no molest...

— ¡No! — exclamé y sentí vergüenza por la manera en que lo dije —. Digo, no... no me molesta para nada.

— ¿Algo divertido que podamos hacer? —por fin volvió su sonrisa.

«Metértela hasta el fondo»

— ¿Cocinar? —sugerí incómodo.

— ¡Sí! —aplaudió contenta —. ¿Dónde está tu cocina? No recuerdo haber entrado cuando vine a la fiesta —rió—. Buscaré recetas de algo rico para saber que necesitaremos.

Tragué saliva.

— Es... esa puerta de color marrón.

— Todas son de ese color — me miró con los ojos entrecerrados.

Me enamoré por error ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora