Capítulo 1

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Capítulo 1: Que comience la apuesta

Bueno les contaré un poco de nosotros, lo que hacemos y dedicamos.

Los chicos y yo vivimos en Los Ángeles, California en un departamento bastante grande como para celebrar nuestros cumpleaños. Afortunadamente somos los únicos en el piso ya que hace un año que fue ''estrenado'' y pues aún no llegan vecinos. Juntamos nuestros ahorros de la vida y lo compramos entre los tres. Mentira, el departamento es del padre de Johnny pero los tres pagamos un tipo de arriendo. Cada uno tiene asignado un ''qué hacer'' en nuestro hogar, por ejemplo: nuestro queridísimo John está encargado de mantener en orden la cocina y limpiar las cosas que ocupamos; Franco se encarga de limpiar el baño (Al principio nos mandó a la punta del cerro, pero lo amenazamos con esconderle algunas cositas sin que se dé cuenta y aceptó de inmediato) y yo mantengo limpio y ordenado la sala principal, y de nuestras habitaciones depende de cada uno. Todo eso salió gracias al famoso juego ''piedra, papel o tijera'' que infantiles ¿No? Y por último, respecto a los estudios, nos tomamos un año sabático al salir de la escuela... ¿Un año? TRES mejor dicho. Pero el otro año entraremos a la universidad, por ahora sólo queremos disfrutar.

Era tarde y nos encontrábamos viendo televisión en la sala y bebiendo algunas cervezas.

- ¡Eh imbécil, quita tus sucios pies de la mesita! - le regañé a Franco.

- Está bien hermano, no es para enojarte - dijo riendo el moreno.

Franco es un tipo que mide igual que yo. Un metro ochenta y cinco. Él es de tez morena, Cabello castaño oscuro con unos ojos cafés, es un poco delgado y pero no se queja. John es todo lo contrario a Franco y a mí, su piel es blanca como la harina, bueno, exageré... es un maldito rubio y con unos ojazos extremadamente azules, al lado de nosotros es un moco (nah, vuelvo a exagerar) es de un metro setenta, nos burlamos de él por sus quince centímetros menos que nosotros hasta que se enoja en serio y no nos habla hasta que le pedimos disculpa. Y bueno, yo soy algo pálido también pero no tanto como John, mis ojos son de un color miel así que por lo tanto mi mirada es hermosa (sí, claro) y mi pelo es de un color castaño.

-Ya ahora díganme ¿Quién de ustedes dos par de inútiles tiró a una chica ayer? Tuve que levantarme a las 5 de la madrugada para ir a dejarla ¡Moría de sueño! Esta es la última vez que hago esto por ustedes, la apuesta anterior terminó antes de ayer, están abusando de mi nobleza -dijo John mirando el partido de futbol americano.

- Yo no fui -dijo Franco.

Maldito.

- Lo siento, pero tenías ganas y no lo iba hacer con ustedes ¿o sí? -sonreí al recordar lo de a noche.

- Eres un idiota, estás haciendo lo mismo que hizo tu chica contigo...-canturreó John burlándose de mí.

- Cállate enano -dije rodando los ojos -. Y no es mi chica y ¿acaso te importa? hago lo que me cante la gana.

- Cuéntame otro chiste.

- Chicos no empie...

- Te pones así sólo porque mis piernas son largas y las tuyas... - lo miré de pies a cabeza -. Bueno, para qué continuar si es obvio - reí.

- No sé para qué se ofenden si después están borrachos pidiéndose besos de reconciliación... -dijo Franco rodando los ojos.

John y yo nos reímos. Es cierto.

- Y bueno, ¿quieren ir a conocer a las víctimas? -sonreí malicioso.

-Ya las conocemos, que pereza levantarse- dijo Franco haciéndose el dormido.

-Vamos Jean, levanta tu esquelético trasero.


CHLOE

Me enamoré por error ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora