Capítulo 37

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Capítulo 37: Sospechas

— Ni creas que me quedaré con las manos vacías, te recuperaré — finalmente sus labios besaron mi mejilla.

— ¿Ah sí? — me crucé de brazos y asintió —. Entonces si quieres ganar puntos, parte por ir a dejarme a casa —volví a tomar al gatito que por cierto se ha quedado dormido y agradezco que no se haya despertado cuando lo dejé en mis brazos.

Cuando voy saliendo me percaté que Jeremy había vuelto entrar y me enseñó las llaves de su auto que estaban en el velador de Franco.

— ¿Si no es una ternura? Nunca lo había visto así — el moreno se puso a mi lado y examinó al gato antes de acariciarlo.

— Sí —respondí—. Menos mal que pasaste por ahí y lo salvaste, le diste una oportunidad. 

—    Me refería a Jeremy —rió y me uní a su contagiosa risa —, se pone tan marica cuando está a punto de perderte.

—    ¿Entonces por qué hablaste de Jeremy mientras le hacías cariño al gato? Creí que te referías a esta cosa esponjosa — dije mientras balanceaba al minino como si de un bebé se tratase. Practicando desde ya lo que me viene. 

—    Pensé que eras más inteligente Emily y acabas de confirmar que el estereotipo de las rubias.

Lo miré con una ceja alzada.

— ¿Ah sí? ¿y piensas? Daba por hecho que tenías un maní de cerebro — contraataqué.

— Emily uno, Franco cero —Jeremy apareció y le dediqué una mirada divertida—. Bueno, nos vemos luego.

— Uff menos mal que ya se va la chusma.

—    Ni que quisiera pasar más tiempo contigo, cerebro de canario —le saqué la lengua a medida que caminaba a la puerta principal.

— Pregúntame si me importa lo que dices, engendro del demonio —se interpuso en la puerta. Oí a Jeremy resoplar.

—    Y tú aborto de mono —fingí pulir mis uñas.

—    ¿Esta chica no se cansa de insultarme? —le preguntó a Jeremy.

— Créeme, no se cansa así que si sigues ella no va a parar y no tenemos tiempo para eso — Jeremy colocó su mano en mi espalda y me dio un leve empujón para que avanzara, luego recogió mis tacones ya que no podía hacerlo por tener al gatito.

Jeremy salió primero y sólo para molestar a Franco me giré para verlo, él ya estaba viéndome con una sonrisa burlona y bastó con leer su labios para saber que me dijo tonta.

— Conmigo no idiota.

Metí una mano entre mis senos y las caras de los chicos es de impresión, Jeremy miró mis pechos y después a mí sin entender. Moví mi brazo haciendo curvas y de mi escote salió un lindo dedo de en medio.

— Ya sabes donde introducírtelo —le di un guiño y cerré la puerta.

Jeremy seguía mirándome desconcertado.

— Por un momento creí que ibas a mostrarle los...

—    No haría eso y menos si tú estás mirando —lo miré con desprecio y con una mano quité mis tacones de las suyas para poder ponerlos otra vez a mis pies mientras con la otra trataba de no soltar al gato.

—    ¿Cómo lo llamarás?

Ni siquiera lo había pensado.

—    ¿Qué sugieres? Tú me lo diste.

Me enamoré por error ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora