Un viaje mágico

Capítulo 137: Once años, Trifecta, 4to.

El cielo nocturno resplandecía con las brillantes luces de las estrellas, brillando incluso en los lugares más remotos. La pálida luna creciente brillaba como una garra plateada entre el manto de estrellas que se extendía hasta el infinito.

Quinn estaba parado en su lugar al aire libre favorito en todo Hogwarts; la Torre de Astronomía. La torre más alta. El viento tranquilo de la noche acarició el rostro de Quinn, haciendo que su piel hormigueara con un ligero frío. Le gustaba la Torre de Astronomía por la paz única que tenía.

"Un par de minutos más", dijo Quinn mientras miraba su nuevo reloj de bolsillo. "Sólo falta un poco para el 8 de septiembre".

En un par de minutos, el día pasaría al 8 de septiembre, es decir, el día en que Quinn había llegado a este mundo. Once años de vivir en el mágico mundo de Harry Potter. Él suspiró; ¿Cuánto tiempo había pasado desde que había pensado en este mundo como el mundo de 'Harry Potter'? Había pasado un tiempo desde que dejó de mirar el mundo en el que vivía como un mundo de fantasía o ficción y había llegado a reconocerlo como algo real.

Había vivido en este mundo siete años antes de entrar en contacto con los Potter. Había formado una nueva familia, había formado nuevas relaciones y se había hecho un lugar en este mundo. Había encontrado algo que amaba desde el fondo de su corazón y había desarrollado estrechos vínculos con personas que le importaban.

Todos esos elementos habían hecho que este mundo pasara de ser algo sobre lo que había leído en libros y disfrutado en películas a algo real y genuino. Un pensamiento que no se filtró a través de él hasta ahora que estaba pensando en ello. Una parte de él todavía no podía creer que hubiera pasado tanto tiempo; había estado viviendo en un mundo de magia durante más de una década.

Se hizo a un lado y comenzó a quitarse la ropa hasta quedar con una simple camiseta blanca y pantalones cortos blancos antes de regresar al centro de la torre. Se quedó allí esperando que sucediera.

Hace cuatro años, había experimentado una transición tardía a la etapa de desarrollo mágico que disfrutaban los niños de once a diecisiete años. Entrarían en un estado de flujo mágico y tendrían una mejor capacidad de concentración y un aumento en la cantidad de magia en su núcleo. Usar magia aceleraría y mejoraría sus resultados.

Quinn no estaba seguro de si volvería a suceder, pero esperaba que así fuera, ya que obtendría muchos beneficios. Había intentado investigar sobre este tema, pero tras una extensa lectura en su biblioteca personal, la Sala de Menesteres, y los pocos días de acceso a la Sección Restringida de la biblioteca de Hogwarts que había podido obtener de varios profesores (indicando que necesitaba material de investigación sobre sus temas), no le habían dado nada concluyente.

"Estoy preparado... si sucede, entonces bien. Si no sucede, continuaré con mi vida".

Quinn no tendría reparos en pasar once años en este mundo incluso si no fueran recompensados. Después del día de hace cuatro años, Quinn ya había calculado cuánta magia tendría en su decimoctavo cumpleaños, que era el día en que el estado de flujo pasaría a la maduración. Sabía cuánto trabajo tendría que hacer para obtener los máximos beneficios de los siete años y había planificado objetivos a corto, mediano y largo plazo para lograr lo mejor que pudiera.

El impulso de la bóveda del Pecado había sido un problema inesperado en su plan, y había tenido que volver a dibujar el plan de desarrollo para asimilar el extraño año y los cambios que había traído.

'Mientras siga trabajando duro, al final de esto saldré como el chico de dieciocho años más mágicamente poderoso del mundo. Mejor que Dumbledore, Grindelwald, Voldemort o cualquier otro mágico que haya caminado por este planeta', pensó Quinn. Estas eran las ganancias que naturalmente obtendría en su vida; por lo tanto, Quinn quería ser la persona que lo aprovechara al máximo cuando su vida terminara.