Capitulo 1.

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Después de verte por lo que parecían días, el cuello me duele y tus largas alas raspan mi brazo, sigo el moviendo de tus dedos, acarician el papel de forma que tus yemas se entintan tenue y degraduadamente. La punta de tus dedos es lo mas oscuro. Haces miles de espirales perfectos, son quizás ramas; tu mirada choca con mis ojos y tus alas caen.
Tu voz viaja por el lugar y se estrella en mil pedazos contra lo perdido de mi alma. Tu mano rompe el aire contra mi clavícula y lo húmedo de tus labios rozan mi mejilla. Solo escucho mis suspiros y lo profundo de tu respiración; siento las piedras frías de la banca, lo bien pintadas y la sombra de ese árbol contra tu cara. Revientas mis pupilas en mil pedazos. Ya no puedo verte, quizás ya te haz ido.
Despierto.
Tu cabello cae sobre lo  delgado de tu espalda y las ondas hacen círculos junto con las sombras de la noche. Tus brazos están bajo tu cabeza y por un momento pienso en levantarme e irme, pero tus piernas cubiertas por es pantalón de piel negra siguen abrazando mis piernas. La luz roja de la tarde llena la habitación, el reflejo de la ventana sobre lo desnudó de tu torso forma triángulos exactos. Eso eres, un problema geométrico. Pasan apenas minutos cuando decides soltar un suspiro final que solo indica que te pondrías de pie y harás todo eso que haces. Espero atenta tus movimientos, tus manos bajan y suben por tu cara, giras hasta ver el techo y ves lo mismo que yo cada jodida tarde después de hacer lo que siempre quiere que hagamos, según tú, el destino. Pongo mi mano  sobre la nada y finjo pensar en algo que no seas tú; ahora veo tu reflejo sobre la ventana, por ella los rayos se cuelan, son anaranjados y otros son verdes, tus ojos se encuentran con los míos mientras caminas con calcetines grises a rayas por la habitación, aun sigues dormido y alcoholizado.
Llegas hasta ese mueble de cajones que no tiene mas que astillas, y tus vasos de vidrio opacos por lo caliente de tu alcohol. Me imagino mientras cierro los ojos que algún día este cambiaría. Algún día llegare por la mañana y el elevador ya no olerá nunca mas a marihuana y tampoco el pasillo que me guía hasta tu antigua casa.
Cuando abra la puerta ya no gritaras a mi nombre como si fuera la chica que viene cada fin de mes por la renta. Cuando llegue, tú me abrazaras y no me dejaras ese olor que siempre te pido que patentes. Ese gran día, no solo te veré fumar desde la bañera oxidada llena de stickers y dibujos a lápiz que solíamos hacer en servilletas mientras esperábamos nuestro café de lo jueves; ese día esa bañera estará en el baño y tu ya no fumaras hasta que tus ojos se tiñan de rojo.
Tú serás igual, delgado y algo menos que demasiado alto, con tu cabello maltratado y café más que oscuro sobre lo marcado de tus omoplatos, tú siempre serás tú, solo que sin tus estúpidos y molestos vicios que prefieres llamar "manías". Ese día no tendré que llevarte sobre mi hombro bueno hasta la cama y quitarte los zapatos y la camisa sin lastimarte para que no te hundas en tu infierno, como siempre dices. Solo tal vez dejaría esa parte de mis días, siempre me haces reír hasta el punto en el que lloro. Nunca utilice tus brebajes contra el "estrés", pero, al terminarte tus dosis o algunas veces mientras tratabas de dormir sobre mi estomago me contabas de forma tranquila y pausada que sentías que te quemabas de forma lenta y silenciosa, desde tus pies, espalda y cuando llegaba a tu cabeza (que siempre supuse que ahí gritabas) el fuego alardeaba por ti y por haber añadido un poco más a tu dosis. Ese día no habrá necesidad de ninguna dosis para el "estrés", solo me necesitaras a mi; ese día no tendré que ver el techo por horas, ese día Morrison y el Universo ya no se quedaran por minutos mientras cierro y abro los ojos. Ese día no terminare contigo. Ese día...
El sol se oculta entre las nubes y todo se pone muy oscuro, morado. Un olor muy extraño me rompe la nariz, entonces despierto.
Cuando abro los ojos, me doy cuenta de que este día es diferente o quizás pase días pensando en "ese día" porque lo único que escucho mientras gritas mi nombre por ayuda. Ya no veo mas espirales sobre mi muñeca. Tú estás sobre el piso con una jeringa sobre tu brazo y tus ojos pasan de ser lo más bello que jamás haya visto a lo blanco perdido.

Tú no me salvaríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora