Jones? © [GGLBB #1.5]

Capítulo 8: Una amiga hiperactiva en la piscina - Phoebe

—Tía, no le gusto —me lamento—. ¡Pero nada de nada!

—Pero ¿no se había empalmado al verte desnuda? —Pone los ojos en blanco.

—Ya. —Me encojo de hombros—. ¡Uf! Me está volviendo loca con tanto maldito rechazo.

Ivonne se pone las gafas de sol y suspiras.

—Le pones. Juega sucio.

—Él no es de esos —murmuro mirándome las manos—. No quiere sólo un polvo.

—Pues miéntele.

Me muerdo el labio y niego con la cabeza. ¿Mentirle? Eso sería muy cruel, ¿no? O sea, estaría jugando con sus sentimientos.

—Me tienes hecha un lío —comenta—. Porque dices que no le gustas, pero que sí le pones.

—No le gusta mi forma de ser.

—Pues miente.

Nos pasamos un rato tomando el sol hasta que Ivonne se levanta de un salto y se quita las gafas antes de tirar de mí hacia la piscina. El manojo de nervios que tengo por amiga se tira de cabeza y comienza a salpicarme cuando sale a la superficie. Me tapo la nariz con una mano, como hace mi madre y por lo que se ríe mi padre, y me tiro al agua sin estilo ninguno.

El frío me cala hasta los huesos y nado rápidamente hasta la superficie para coger grandes bocanas de aire. No sé de dónde puede sacar tanta energía Ivonne. Siempre va corriendo de aquí para allá y podría pasarse la tarde haciendo largos en la piscina, sin problema. A veces pienso que tengo la amiga más hiperactiva del mundo.

—¡Más te vale que te pongas las pilas, porque el nerd se te va a acabar escapando!

—¡Baja la voz! Y ya pensaré algo para conseguirlo.

—Menudo reto. Los nerds son bastante estrechos, y no lo entiendo. —Se aparta el pelo húmedo de la cara—. Con lo poco que ligan no sé cómo se atreven a rechazar a nadie.

—Pues a este nerd no le importa que sea la capitana de animadoras, ni que sea popular, ni guapa... —gimoteo.

—Peeeero yo me encargaré de que eso no siga siendo así —dice sonriente.

—¿Cómo? Si es que puede saberse.

—Te voy a ayudar a que dejes de parecer estúpida cada vez que estás a su lado. ¿Cómo eres cuándo él está cerca?

Me encojo de hombros.

Suspira poniendo los ojos en blanco.

—Da igual. Te ayudaré igualmente.

Sonrío y le doy un fuerte abrazo.

—Ay... ¡Qué harías tú sin mí!