Jones? © [GGLBB #1.5]

Capítulo 4: Trastornos decepcionantes - Phoebe

Cuando voy a entrar en el salón me paro en seco: Nick y Sam están sentados frente al televisor, comiéndose unos cereales. El muy desgraciado me mira como si estuviera arrepentido. ¡No le costó mucho pensar que era una zorra! ¡Bueno, vale, sí, puedo ser un poco ligera de cascos, pero tengo sentimientos, joder! Tanto tiempo desperdiciado para nada.

Paso de largo y entro en la cocina para desayunar algo. Mi madre no debe estar despierta y mi padre debe de estar de servicio. En estos momentos me encantaría tener su pistola a mano y disparar en una pierna al idiota de Nick.

Abro el frigorífico, saco el zumo y me sirvo un poco.

Cuando levanto la mirada le veo en el marco de la puerta.

—Hola —dice en voz baja.

—Muérete —le espeto.

—Siento lo de anoche, de verdad que no pienso eso.

Pongo los ojos en blanco mientras me bebo el zumo. ¿Se cree que soy estúpida?

—Pero no creo que merezca la pena estar con una chica como tú sólo una noche.

Frunzo el ceño y dejo el vaso en la encimera.

—¿Podrías explicarme eso?

—Eh... A ver, lo que quiero decir es que eres una chica muy guapa, pero como tú no tienes novios y eso, pues no quiero estar contigo de forma tan pasajera —balbucea.

—A ver si lo he entendido —digo apartándome el pelo emparamado de la cara—. No quieres estar conmigo porque yo sólo quiero un polvo, ¿es eso?

Asiente con las mejillas rosadas.

—Pues genial, a mí ya ves tú —digo pasando por su lado y golpeándole en hombro.

—¿No comes nada? —pregunta mirando el vaso de zumo.

—Ya he desayunado —digo dándome la vuelta, de brazos cruzados.

—Sólo te has bebido un vaso de zumo —replica levantando el vaso.

—¿Y? No tengo hambre.

Vuelvo a darme la vuelta para salir de una maldita vez de la cocina, pero vuelve a hablar.

—¿Tienes trastornos alimenticios?

Tenso la mandíbula y cierro las manos en puños.

—Phoebe, últimamente te notaba más delgada, pero pensaba que eran cosas mías —comenta—. Me decepcionaría saber que estás dejando de comer para estar delgada. Te considero una chica inteligente, a pesar de tus notas.

Le miro por encima del hombro.

—No tengo ningún puto trastorno.

Sigo...

Besos y ciao

Alicia Lowell