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Capítulo Extra 5: Día en la cama (2ª Parte) - Phoebe

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Nos apartamos rápidamente y nos ponemos el pijama. Nick se mete bajo las sábanas, pues sigue teniendo una gran erección. Nuestras respiraciones son agitadas.

—Vamos, levantaré —jadeo, bajándome de la cama.

—No puedo ir a ver a los niños en este estado, Phoebe —dice como si fuera algo obvio.

Pongo los ojos en blanco, antes de echarle un último vistazo a sus pantalones. Salgo de la habitación para ir al cuarto de mis hijos, que siguen gritando. Son dos niños hermosos de pelo castaño y ojos azules, pero son muy traviesos. Ryder, el mas travieso, siempre saca tiempo para molestar un poco a su hermano.

Nick y yo hemos llegado a pensar que está algo celoso de su hermano pequeño, pues, a pesar de ser gemelos, el doctor nos dijo que él era el mayor.

—Buenos días —suspiro, cogiendo a Ryder en brazos para que deje a su hermano—. Para, diablillo —le digo antes de darle un beso en la sien.

Ryan se baja de la cama con dificultad y camina hasta mí para abrazarse a mi pierna. Dejo a su hermano en el suelo y me agacho para besar a Ryan en la coronilla.

—¿Y papá? —pregunta Ryan.

—Se está duchando, ¿qué hacéis despiertos tan temprano?

—Ryan me ha despertado —se queja mi pequeño y adorable diablillo, cruzándose de brazos.

—¡Eso no es verdad! —protesta Ryan con las mejillas sonrojadas. Es como su padre.

Suspiro y les revuelvo el pelo a ambos, antes de salir junto a ellos de la habitación. Mientras Nick prepara su ropa antes de ducharse, yo les hago el desayudo a los niños, que están viendo los dibujos en la tele. Les dejo los cuencos llenos de leche y cereales en la mesita de café que hay frente al sofá.

—Ryan, baja los pies de la mesa.

—Perdón, mami —dice, antes empezar a comerse los cereales.

—Mami, ¿hoy vamos a ver a la abuela Abie? —me pregunta Ryder, balanceando los pies mientras se toma el desayuno.

—Sí —sonrío.

—¡Me encantan los dibujos de abuelo! —exclama mi niño, haciéndome reír —. Cuando sea mayor me voy a hacer muchos dibujos.

Ryan arruga la nariz y niega con la cabeza ante las palabras de su hermano.

—¿Y no te gustan los dibujos de mamá? —pregunto divertida, mirando con disimulo sus nombres tatuados en mis muñecas.

—No, son de niña.

A lo largo de su corta vida, que no son más de seis escasos años, mis hijos han sido testigo de los pocos tatuajes que adornan mi cuerpo. La mariposa de mi abdomen; los pequeños pájaros que vuelan sobre mi mano izquierda hasta mi dedo pulgar; las letras «N.H.» en honor a mi querido esposo y el nombre de mis dos hermosos y casi idénticos hijos.

—Me gusta la mariposa de mamá —dice Ryan.

Sonrío con ternura y le acaricio la mejilla.

—¡Phoebe!

—Voy con papá, terminad de desayunar.

Ambos asienten a la vez.

Subo las escaleras rápidamente y me meto en nuestra habitación. Puedo escuchar el agua correr, procedente de la ducha.

—¡Phoebe!

—¿Qué...? —pregunto al entrar en el cuarto de baño, pero mis palabras se pierden al ver a Nick enjabonado en la ducha.