Capítulo 6: ¿Un masaje, nene? - Phoebe

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Salgo del cuarto de baño secándome el pelo con la toalla. Aun no puedo creerme lo que ha pasado, pero creo que no me he reído más en mi vida. La cara de Nick era todo un poema y verlo desnudo no tiene precio. Creo que casi se me salen los ojos de las órbitas mientras me apuntaba y no precisamente con el dedo. ¡Dios mío!

Empiezo a abanicarme con la mano, acalorada por mis pensamientos, e intento dejar de sonreír como una estúpida. El nerd la tiene... ¡Joder, cómo la tiene! Más quisiera Scott tenerla así. Para encontrar la polla del capitán del equipo de fútbol necesitaría una lupa. Fue una experiencia nefasta.

Cuando abro la puerta de mi habitación Nick sale de la de invitados, quedándose parado al verme. Ya no estoy tan enfadada con él, de hecho, estoy muy contenta. ¡Al fin sé que tiene sangre en las venas! Y... ¡Joder! Qué venas...

—¿Qué tal la ducha? —pregunto apoyada en el marco de la puerta.

Sus mejillas encendidas le hacen adorable.

Enarco una ceja esperando su respuesta.

—¿Te ha comido la lengua el gato, nene?

—La ducha... bien —balbucea, y a duras penas lo entiendo.

—¿Te encuentras bien? —Me muerdo el labio para no reírme—. Te noto... tenso.

Me acerco a él antes de que le dé tiempo a decir nada y entrelazo nuestros dedos.

—¿Qué... qué haces?

—Te voy a dar un masaje para que te relajes un poco.

≪A ver si te atreves a rechazarme más veces, cabrón≫, me río para mis adentros.

—¡¿Cómo?! ¡No, no, no, no! —exclama cuando cierro la puerta detrás de mí.

Le corto el paso cuando veo que pretende salir de la habitación y señalo la cama con la cabeza. Este chico no se fía de mí... ¡Qué listo!

Mientras él se niega una y otra vez, sin molestarse en apartarme de la puerta, pongo los ojos en blanco y lo llevo hasta mi cama. Nick se sienta en silencio sobre las sábanas y me mira con el ceño fruncido.

—Venga, nene, no me mires así. —Sonrío acariciándole la mejilla.

—Phoebe, apártate.

—No, porque si me aparto no puedo darte el masaje.

—No quiero que me des un masaje —gruñe entre dientes.

Pongo los ojos en blanco, una vez más, y me cruzo de brazos hasta que él resopla y cede. Se tumba bocabajo sobre el colchón, y tengo que morderme el labio para no sonreír.

—¿No te quitas la camiseta?

—No.

—De acuerdo.

Me subo a la cama y me siento sobre él antes de levantarle la camiseta, dejando a la vista su espalda ancha.

—¡Oye, ¿qué haces?! —exclama—. Baja de ahí. Si quieres darme un masaje, dámelo, pero bájate.

—Ay, cállate, aguafiestas. Sólo va a ser un momento, hombre.

Este chico me desespera.

Empiezo masajeando la parte superior de su espalada y voy bajando poco a poco, pensando en qué cara estará poniendo Míster Decencia. Sus músculos se tensan una y otra vez bajo mis manos mientras yo contengo la respiración. Vale, no quiere sólo un polvo. ¿Y un beso? Llevo demasiado tiempo tras él como para irme sin un triste y mísero beso. ¡Sólo uno por Dios!

—Eh... ¿Nick? —Intento captar su atención.

—Dime —dice tras un carraspeo.

—¿Puedo... puedo pedirte un favor? —pregunto sentándome sobre mis talones y mirándome las manos.

Él se incorpora un poco y me mira por encima del hombro.

—¿Cuál?

—¿Podrías...? ¿Podríamos...?

Respiro hondo.

—Hija, ya he vuelto... —anuncia mi madre abriendo la puerta de la habitación.

Nick se levanta de golpe y me deja caer de la cama, haciendo que me golpee la cabeza contra el suelo. Me llevo una mano a la sien, dolorida, mientras desde el suelo veo la cara desencajada de mi madre.

—Hola, mamá.


Subiré hasta el cap. 9. Dejaré la nota en ese cap.

Besos y ciao

Alicia Lowell

Jones? © [GGLBB #1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora