Esteban tuvo que empapelar a miles de los enfermos de esta clínica.
Los marcaba sin mirar,
muchas almas cortadas de blanco tuvieron que sangrar,
tantos gritos no podían a su cabeza entrar.
Estaba entrenado para este clima soportar.
Guardó los papeles del nuevo paciente,
Richard Minogue era alguien especial,
no dejaba de sus manos mirar.
Podía enamorar a cualquiera,
con su físico particular.
Pues a Esteban no le llamó la atención.
Muchos jóvenes adentraban en esta autoprisión.
Dio paso a que lo llevaran a su nueva habitación,
de forma ridícula;
Ahora formaba parte del Miedo encarcelado al que llamaban psiquiátrico.
"Buena suerte con tu maldición"
mascullaba Esteban sin ánimos,
para luego cerrar el portón.