14-. Doble confesión.

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Los ojos de Sung Jong parecían a punto de salirse de las orbitas. Cada parte de su rostro me mostraba lo asustado que estaba a causa de mis palabras. Me arrepentí de haber hablado y comencé a balbucear alguna excusa, pero él no me escuchó. Se liberó de mi mano y echó a correr por la calle, sin mirar ni una sola vez hacia atrás.
—L.
Sung Yeol se había acercado a mí, colocando una mano sobre mi hombro.
Me giré y lo abracé, ocultando mi rostro en su pecho, soltando leves gemidos mientras sentía las lágrimas bajar por mis mejillas. Mi amigo me rodeó la espalda, pero no dijo nada más.
Ese era el final no sólo de mi amistad con Sung Jong y de mis sentimientos de amor, sino también de mi relación con Sung Kyu. Sabia que este terminaría enterándose de mi confesión.
Al final apareció el mánager, pero no se dio cuenta de nada. Nos dio una excusa del porque de su tardanza y nos preguntó por Sung Jong. Yeollie se aseguro de responder todas sus preguntas, mientras que yo fingía dormir en el asiento trasero.
La reacción de Sung Jong me indicaba abiertamente su rechazo. Él no me veía de la forma en que yo lo hacia. Y además él tenia a Sung Kyu. ¿Por qué había hecho caso a Sung Yeol y abierto mi bocota?
Llegamos a casa quince minutos después. Nos despedimos del mánager y Sung Yeol me miró.
—¿Estás mejor?
Asentí, pero no dije nada. No creía poder estar mejor. Bajo ninguna circunstancia. Me sentía aun mas deprimido que en los días anteriores.
Lo primero que vimos al entrar fue a Woo Hyun sentado en el sofá, tenia la cabeza hacia abajo, pese a lo cual noté el golpe en su rostro. Sung Yeollie y yo nos miramos con sorpresa. Junto a Woo Hyun se encontraban Hoya y Dong Woo, ambos hablando con él, pero se callaron en cuanto nos vieron.
—Bienvenidos—. Saludó Dong Woo—. ¿Cómo estuvo el ensayo?
—Bien.
Dije sin ganas de hablar con ellos y me dirigí a mi habitación. Observé de reojo a Woo Hyun una vez más. Parecía que alguien, por fin, le había dado su merecido.
Me dejé caer sobre la cama, cubriéndome con las sábanas.
Me sentía terrible, pero imaginaba que Jongie se sentiría peor... Mis idiotas palabras le habían hecho daño. Lo sabía.
Me removí de un lado a otro, angustiado. Más allá del posible odio del líder o del miedo que Sung Jong podría tenerme me preocupaba su estado. ¿Qué tanto lo habrían dañado mis palabras? ¿Qué haría? ¿Inventarme una buena excusa? ¿Decir que estaba bromeando?
Alguien llamó a la puerta. Me giré hacia la pared y cerré los ojos, fingiendo estar dormido.
—¿Myung Soo?
Sentí como si una descarga eléctrica me recorriera la espina dorsal al escuchar la voz de Sung Jong. Y me había llamado por mi nombre real. Eso sonaba mal.
Apreté los ojos con más fuerza aún, pero podía sentir la mirada del menor sobre mí.
Quería decirle algo, pero también quería que se fuera. Aún no estaba preparado para hablar con él.
Se quedó durante algunos minutos, sin hablar de nuevo. Hasta que al final lo escuché suspirar y entonces sentí como la cama se hundía cuando Sung Jong fue a sentarse junto a mí. Esa acción suya me provocó aún más.
Y de repente sus brazos se enredaron en torno a mí. Sus labios se acercaron a mi oído y susurraron un par de palabras:
—Te amo.
Me quedé estático, pero fui incapaz de reaccionar. Sentí como se levantaba y después escuché abrirse la puerta de nuevo.
¿Había dicho lo que yo creía que había dicho?
Me levanté de un salto, arrojando las sábanas a un lado y corriendo hacia la puerta.
Llegué a la sala, donde me encontré algo que no esperaba ver: Hoya y Dong Woo sumergidos en plena escena erótica. Bueno, tal vez no tanto así, pero que uno de los dos estuviese sin camisa ayudaba a dar esa impresión.
Abrí la boca para quejarme (¿por qué no se iban a un hotel?) y una mano salió de la nada y tiró de mi hacia la cocina.
—No hagas ruido.
Susurró Sung Jong, llevándose un dedo a los labios.
—Jongie.
Me dedicó una sonrisa y se volvió hacia el refrigerador.
—Se supone que Sung Kyu invitaría la comida hoy —comenzó a decir —pero se ha ido con Sung Yeol a algún lado. Y me estoy muriendo de hambre.
—¿Con Yeol?
—Sí.
—Pero si ustedes dos...
Sung Jong bajó la cabeza, cerrando la puerta del refrigerador.
—Sobre eso...
Guardó silencio. Yo sentía mi corazón latiendo a toda velocidad. Hacia menos de cinco minutos había estado en mi habitación diciendo que me amaba. Ahora se comportaba como si nada hubiera ocurrido y además parecía dudar de su relación con el líder.
—Woo Hyun se ha marchado también —cambió el tema de forma descarada —supongo que fue a consolarse con su amigo Key.
Lo que Woo Hyun hiciera o dejara de hacer me daba igual por completo.
—Sung Jong. ¿Qué pasa entre tú y Sung Kyu?
—Nada.
—¿Se han peleado?
—El que se ha peleado con él es Woo Hyun, no yo.
Y Jongie dejó escapar una risita.
Eso explicaba la cara golpeada de Nam, pero, ¿de qué habría ido la pelea? Si lo pensaba bien podría decir que su agresión a Sung Jong seria un buen motivo. Nadie quería que golpearan a su novio, pero aún así, ¿Sung Kyu golpeando a Woo Hyun?
Sung Jong se dirigió entonces a uno de los gabinetes; y comencé a preguntarme si no lo habría imaginado todo.
—¿Desde cuando esos dos salen?
Pregunté entonces, señalando con la cabeza hacia la sala, donde los raperos se comportaban como si viviesen solos.
—No lo sé. No he tenido ocasión de preguntarles.
—Es algo raro, ¿no?
Sung Jong se encogió de hombros. Nos quedamos en silencio. Tenerlo cerca de mí y que no hablara de lo ocurrido hacia un rato me ponía ansioso. Quería disculparme e inventar algo, pero no me sentía capaz de sacar el tema. Y además estaba "eso" que creía que Sung Jong me había dicho, lo cual bien podía haber sido una alucinación.
—L.
Fue él quien rompió el silencio, mirándome fijamente.
—¿Qué pasa?
Tenía una expresión seria en el rostro.
—Ayer me preguntaste por mi relación con Sung Kyu.
—Sí, pero no es necesario que...
—No pasó nada.
—¿Qué?
—Entre Sung Kyu y yo. No pasó nada —soltó un largo suspiro—. En realidad nunca salimos. Nosotros no...
—¿Qué me estas diciendo?
Y lo tomé de los hombros, asegurándome de mirar sus ojos en busca de la verdad.
—Que Sung Kyu y yo nunca fuimos novios —replicó con tranquilidad —no fue mas que una farsa.
—¿Por qué?
—Porque queríamos que Woo Hyun reaccionará y reconociera su amor por Sung Kyu. Suena algo tonto, lo sé, pero queríamos darle una cucharada de su propia medicina. Pero lo hemos dejado.
Sus ojos se hallaban fijos en los míos. Y aunque debí haberme alejado para intentar pensar con claridad no pude hacerlo.
—Jongie, yo...
—Lo que dijiste hace un rato —siguió, hablando en voz baja y apartando mis manos de sus hombros para tomarlas entre las suyas —¿es cierto?
Trague saliva, podía sentir leves espasmos en las manos de Sung Jong. O tal vez eran mis manos las responsables.
—Sí —murmuré.
—Que bueno —dijo en ese mismo tono íntimo que parecía haberse adueñado de los dos, estando demasiado cerca el uno del otro —porque yo siento lo mismo.
—Lo sé —respondí —te escuché hace un rato.
Sung Jong enrojeció un poco y asintió.
Era la cosa más linda que hubiera existido en este mundo, prácticamente un ángel.
Le sonreí con un poco más de confianza y, sin soltar sus manos, lo besé delicadamente en los labios. Fue un roce más parecido al de una pluma. Lo escuché suspirar y entonces rodeó mi cintura con sus brazos.
—Te amo, L —susurró, con el rostro vuelto hacia mi pecho.
Lo abracé a mi vez, sonriendo, sintiéndome feliz, pero también avergonzado.
El crujido de lo que debía haber sido la mesita de madera de la sala nos hizo dar un salto. Escuchamos la voz de Dong Woo, quejándose y a Hoya disculpándose. Al parecer esos dos habían intentado ir más lejos; y además sobre nuestra casi anciana mesa.
Sin separarnos esperamos en silencio, con la atención fija en la puerta de la cocina.
Los escuchamos hablar en voz baja y después el sonido de la puerta al abrirse y cerrarse.
Se habían ido.
Sung Jong empezó a reír abiertamente. Lo imité. Seguramente habría sido una escena graciosa de ver.
—Myung.
Susurró entonces con esa vocesita cargada de ternura.
—¿Sí, Jongie?
—Parece que nos quedamos solos en casa.
Y su sonrisa era aún más grande. Entendí su insinuación y lo besé de nuevo, él rodeó mi cuello con sus brazos.
—Te amo, Jongie.
Le murmuré y, pese a la posibilidad de que el líder, Yeollie o Woo Hyun llegaran a casa, me llevé al menor directo a mi habitación.

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