Pasamos las siguientes semanas totalmente ocupados, a menudo terminábamos nuestros compromisos a altas horas de la noche y apenas y teníamos energías para llegar a casa y dormir.
Yo seguía compartiendo habitación con Sung Yeol y Hoya; así que Sung Jong seguía con Sung Kyu. No me había atrevido a pedir el cambio de vuelta. Sabia que el líder se negaría.
Nuestra relación no era mala, había empezado de nuevo como la de dos colegas, pero ahora volvía a ser la de dos amigos. Sin embargo, yo no quería eso.
Traté durante aquellas semanas de demostrarle mi amor. No se lo dije, porque sabia que Sung Kyu no creería en mis palabras, pero tal vez si lo haría en mis acciones. Y tal vez funcionaba. Tal vez no. Todo dependía de como estuviera mi estado de animo cuando lo pensaba.
Me aseguraba de ser amable y divertido con él, sólo le hacia bromas pesadas cuando estábamos frente a las cámaras ya que era lo que se esperaba de mi, pero fuera de estas me comportaba dulcemente con él. Inclusive llegué a invitarlos a todos a comer, invitándolo de forma indirecta a él, pues sabía que no aceptaría hacerlo a solas conmigo.
Era algo parecido al contacto físico entre nosotros. Porque Sung Kyu me dejaba estar con él, hablaba conmigo, reía, a veces había sido capaz de sorprenderlo mirándome; pero no me dejaba tocarlo. Las pocas veces que me había animado a intentarlo siempre se apartaba.
Y lo extrañaba demasiado. Extrañaba su calor, extrañaba tomar su mano con fuerza para sentirme tranquilo, extrañaba acariciar su rostro por las noches.
Casi cinco meses después de aquella conversación en que me había rechazado volvimos a tener un fin de semana libre. Esta vez fue el mánager quien nos lo anunció.
Sung Yeol pegó un grito de alegría y se abalanzó sobre L y Sung Jong, quienes lo miraron incómodos, pero no lo apartaron.
Los observé con atención. Su relación continuaba y por lo que veía iba muy bien. Lo mismo podría decir para Hoya y Dong Woo.
Solté un suspiro. Los envidiaba. Se veían tan felices y yo quería un poco de esa felicidad.
Miré entonces a Sung Kyu, quien hablaba con Dong Woo, con una gran sonrisa en el rostro. En apariencia se le veía feliz y alegre, pero lo conocía lo suficiente para saber que estaba cansado. Probablemente él sólo querría ir y recostarse, dormir como si no hubiese un mañana. Tenia que admitir que por esa ocasión me gustaría hacer lo mismo, claro que con él a mi lado.
Pensar en ello fue doloroso. ¿Cuantas veces en el pasado no me pidió él que hiciéramos precisamente eso? Y yo, como el imbécil que era, siempre me negaba, alegando que tenia muchas cosas que hacer como para pasarme el día durmiendo.
Y de repente todos desaparecieron de la sala, quedándose únicamente Hoya conmigo, el cual encendió el televisor y se dejó caer sobre el sofá, junto a mi.
—¿No tienen planes tú y Dong Woo?
Me interesé, pensando en si tendríamos que pasar todos juntos aquel fin de semana.
—Dino era a ver a su familia.
Respondió como si no le importara, pero no dejé de notar el tono envidioso en el que lo decía.
—¿Y por qué no vas con él?
—Dijo que no hay necesidad de estar pegados todos los días como lapas.
No pude contenerme y empecé a reír, ganadome una mirada asesina por parte suya.
Entonces salió Sung Yeol de su habitación, pero se marchó mucho antes de que pudiese hacerlo partipice de la burla a costa de Hoya. Era probable que también fuese a ver a su familia.
Me levanté del sofá justo en el momento en que era el turno de L de abandonar su habitación. Tenia el rostro muy serio y se dirigió de inmediato a la habitación de Sung Kyu. Arquee una ceja, ¿que pasaba ahora?
Un minuto después el líder y el visual salieron para dirigirse a la habitación que Dong Woo y Myung Soo compartían.
—¿Que pasa?
Quiso saber Hoya girando la cabeza por encima del respaldo del sofá.
—No lo sé —respondí, pero no hice el intento por averiguarlo.
Aunque tampoco fue necesario. Cinco minutos después salió Sung Kyu.
—Sung Jong tiene fiebre.
Anunció y fue directo a la cocina. Estas palabras fueron suficientes para que Hoya se levantara y lo siguiera.
Yo también quería ir, pero preferí ir mejor donde el menor y asegurarme de su estado. Me encontré a Dong Woo saliendo, quien me advirtió que L no me dejaría acercarme.
Y así fue. El visual me echó en cuanto puse un pie adentro, aunque alcance a ver al menor acostado en la cama y con los ojos cerrados. Siempre que Sung Jong se enfermaba la casa entraba en caos. Era normal para nosotros preocuparnos por el pequeño, porque pese al ligero odio que había tenido por él hacia unos meses yo quería a ese niño como a un hermano.
Regresé a la sala, donde Dong Woo revisaba su pequeña maleta verde.
—Te lo dije —murmuró y yo me limité a encogerme de hombros, pensando en ir a la cocina cuando me hizo detener —Woo Hyun, casi lo olvidaba. L y Jongie tenían una reservación en un spa, pero debido a su repentina fiebre ya no podrán ir.
—Que lástima.
—L me dio las reservaciones, pero no puedo ir, así que —y antes de poder replicar puso un sobre amarillo en mi mano —te las doy.
—¿A mí?
—Sí, sí. Invita a un amigo o algo así.
Y huyó hacia el baño antes de poder devolvérselas. ¿Lo había imaginado o estaba riéndose? Bueno, no tendría nada de extraño, Dong Woo siempre estaba riéndose.
Pero, ¿que iba a hacer con esas reservaciones? No tenia a quien invitar. Pese a que seguía siendo amigo de Key, ya no pasabamos tiempo juntos ya que él había formalizado con Jong Hyun. Había sido un golpe duro enterarme, todo el mundo era feliz menos yo.
Podría invitar a Hoya entonces o a Sung Yeol, pero el miembro mas alto se había marchado quien sabia a donde.
O también podía invitar a Sung Kyu.
Y era esta la idea que mas me tentaba, pero si lo invitaba, ¿que diría él? Después de todo le estaría pidiendo pasar juntos todo el fin de semana.
Fui a la cocina, un poco nervioso, sujetando el sobre entre mis manos, aunque sentía que estas habían comenzado a sudarme.
Entré y me topé con una imagen muy rara. Sung Kyu intentaba cocinar algo en una olla grande, a su lado Hoya le daba algunos consejos, aunque no era como si el supiera mucho sobre el tema.
—¿Qué están haciendo?
—Una sopa para Sung Jongie.
Me respondió el líder cortando una calabaza a la mitad. Frunci la nariz. Sentía lastima del menor por tener que comerse eso.
—Déjame hacer eso.
Replicó Hoya y le quitó el cuchillo de las manos. Siendo sinceros no lo hacia mucho mejor que Sung Kyu, quien se giró entonces hacia el refrigerado, en donde no había gran cosa.
—Eh —era el momento —Sung Kyu.
—¿Qué?
Mantenía los ojos fijos en el interior, con el ceño fruncido.
—Tengo dos reservaciones para un spa —dije sin pensarlo más, mostrando el sobre. —¿Te gustaría ir conmigo?
Se enderezó entonces, clavando sus pequeños ojos en mi.
—¿Un spa? Lo siento, no creo que pueda.
Y apartó la vista. Me di cuenta que estaba ligeramente avergonzado. Y ahora yo también lo estaba.
—Está bien. Lo entiendo —murmuré.
—¿Cómo que no puedes? —intervino Hoya, quien al aparecer había estado atento a lo que hablábamos. —¿No acabas de decirme que no tienes planes?
Sung Kyu enrojeció y se volvió hacia él con una mueca.
—Ahora ya tengo algo que hacer. Cuidare de Sung Jong.
—Como si él lo necesitará —bufó el bailarín —por si no lo has notado tiene a L con él. Y además yo también me quedaré por aquí. Así que claro que puedes ir con Woo Hyun.
Y Hoya me guiñó un ojo. Jamás imaginé que recibiría ayuda suya. Aunque claro que eso no significaba que Sung Kyu fuera a aceptar.
—Pero... —empezó entonces el líder, interrumpiéndose el mismo y soltando un suspiro antes de volverse hacia mí —bien. Iré contigo.
No podía crrelo. Había aceptado. Habría brincado de alegría de haber podido.
Sung Kyu le lanzó una última mirada a Hoya y abandonó la cocina, supuse que iría a hacer su equipaje. Y yo también tendría que hacer el mio. Fui corriendo a ello. Mientras empacaba me topé con la botella de lubricante que había comprado para usar sólo con el mayor. Fruncí el ceño, ¿llevarlo o no llevarlo? Claro que el hecho de que hubiese aceptado ir conmigo no significaba que fuésemos a tener sexo. Así que al final lo dejé, oculto de nuevo entre mi ropa interior y mis cremas.
Salí a la sala, con mi maleta lista. Me sorprendió mucho ver a Sung Kyu esperándome.
Ninguno dijo una palabra, pero nos miramos durante un rato, hasta que recordé que debíamos irnos. Fui a avisarle a L que nos íbamos y cuando entré en su habitación sin llamar me topé con otra sorpresa. El menor del grupo muy quitado de la pena mirando vídeos en la laptop del visual.
—Creí que estabas enfermo.
Comenté, pues a mi parecer no tenía nada. De hecho hasta se le veía más saludable que yo.
—Y lo estoy —respondió al momento, fingiendo una tos.
—Olvida lo que has visto —dijo una voz a mi espalda. Myung Soo —y asegúrate de arreglar las cosas con Sung Kyu. Estamos hartos de esta situación.
Sung Jong asintió desde su sitio. Entendí entonces lo que estaba pasando. Todo eso no era más que un montaje creado por ellos.
—Haré lo que pueda —murmuré.
—Si vuelves a lastimarlo no dudaré en quitartelo de nuevo.
Me amenazó el menor, ganándose un golpecito por parte de L.
Fui a reunirme con Sung Kyu.
—¿Cómo está él?
Quiso saber mientras abría la puerta.
—Un poco mejor, pero aún necesita descansar.
Sung Kyu asintió, pero no agregó nada más.
El viaje fue silencioso. Cada uno mirando por una ventanilla. Al final opte por mirarlo sólo a él, estudiando su perfil. Por la forma en que sus orejas enrojecieron supe que se había dado cuenta pese a que no me miró ni una sola vez. Entonces decidí hacer otra cosa, algo aún más arriesgado. Lo tomé de la mano. No me miró, pero tampoco se apartó. Y eso era una buena señal.
Llegamos al spa unas horas después. A esas alturas estaba hambriento, pero no tuve ocasión de invitar a Sung Kyu a comer algo, apenas dejamos el equipaje en la habitación, la cual tenia una sola cama, el mayor se fue. Sin decirme una sola palabra. ¿Así que asi era como íbamos a pasar aquellos días? ¿Ignorandonos? Habría sido preferible quedarse en casa.
Me pasé el resto del día solo, tanto en el comedor como en la piscina. Y no lo vi ni una sola vez. A donde quiera que hubiese ido era un sitio difícil de encontrar.
También cené solo. A esas alturas hasta deseaba toparme con alguna fan, incluso si terminaba en un accidente y ella se rompía el brazo y más tarde tenia que ir a su casa a pedir perdón e invitarla a un concierto de Infinite. Lo que fuera con tal de hablar con alguien.
Decidí acostarme temprano entonces, dirigiendome a los ascensores. Y entonces finalmente lo vi, esperando lo mismo que yo.
—Hola.
—Ah. Hola.
Fue un silencio incómodo, porque yo quería reclamarle el haberme dejado solo todo el día, pero sabia que no tenía ningún derecho. No éramos tan cercanos como para tener que estarnos contando la vida mutua. Ya no.
Llegó el ascensor y los dos subimos. Pero fuimos los únicos. Lo noté levemente inquieto. Era evidente que no quería estar a solas conmigo. ¿Entonces para que rayos había aceptado ir conmigo a ese estúpido spa?
Contuve un gruñido. La situación me estaba enojando de verdad. Al igual que su terquedad. Si, tenia razón, yo era quien la había jodido, pero me estaba esforzando en arreglarlo. ¿Que hacia él? Ah claro, huía de mi.
—Sung Kyu —dije, girándome hasta quedar frente a él.
—¿Qué?
—Necesito que hablemos.
—Ya es muy tarde. Tal vez mañana.
Murmuró e intentó escabullirse, pero lo detuve, acorralándolo contra la pared del ascensor. Calculaba quince segundos antes de llegar a nuestro destino.
—Te amo, Kim Sung Kyu.
Le dije y sin esperar una respuesta lo besé. Sabia que no era el modo de hacer las cosas, pero si él continuaba con su plan de evitarme jamás podría decirle lo que sentía. Llegaríamos a viejos y todo seguiría igual.
Sung Kyu me empujó con sus manos, pero no me aparté, quería seguir disfrutando de la suavidad de sus labios, de su sabor, quería pensar un momento más que todo podía volver a ser como antes.
Y la puerta del ascensor se abrió. Escuchamos unas risitas y me separe de él para ver a una pareja de ancianos mirarnos con una mueca burlona.
Sung Kyu me fulminó con la mirada y pasó a mi lado casi corriendo. Lo seguí de inmediato, ignorando a los viejos.
Pero cuando llegué a la habitación descubrí que se había encerrado en el baño.
—Sung Kyu.
Llamé, recargando la mirad de la cara en la puerta.
—Me bañare primero —respondió desde el interior —puedes quedarte la cama si quieres. Yo dormiré en el sofá.
—Hablemos, ¿sí?
Pero ya no me respondió. Escuché el ruido del agua y supe que era una causa pérdida. Tenia que hacerme a la idea de que lo había perdido realmente. Nada de lo que hiciera, ni los detalles, ni todo mi amor, nada me ayudaría a recuperar a Sung Kyu.
Mandé el baño al carajo y me acosté a dormir, pensando en el tiempo que me quedaba de estar ahí. Y en el tiempo que le quedaba Sung Kyu de estar ahí conmigo.
Me quedé dormido en algún momento, soñando cosas extrañas. La mayoría eran realmente extrañas, tanto que no creía poder recordarlas mas tarde.
Escuché un crujido en alguna parte de la habitación, pero las luces estaban apagadas, así que me era imposible ver algo. Me incorporé con la intención de encender la luz cuando sentí como alguien me caía encima.
—¿Qué...?
No alcancé a terminar la oración. Unos labios que conocía muy bien se habían posado sobre los mios.
Sentí la urgencia en sus besos, en sus repentinas caricias a cada parte de mi anatomía y por supuesto en su parte baja que se rozaba contra mi sin ningún pudor.
—Sung Kyu.
Gemí cuando se separó para recuperar un poco de aire.
—Cállate.
Me ordenó y sentí como me mordia el hombro con fuerza. Dejé escapar un grito, aunque no iba a negar que ese gesto suyo me había excitado. Sentía mi propia erección cobrando vida y pegando directamente contra sus hermosas nalgas, esas que tanto me moría de ganas de tocar. Y lo hice, aunque una parte de mi esperaba otra mordida.
No la hubo, pero recibí un suave gemido proveniente de esa boca que se aferraba a la mía como si se le fuera la vida en ello.
Sentí sus manos tibias recorrer mi abdomen, trazando suaves círculos en el. Me dio un beso en el cuello y comenzó a bajar, dejando un rastro de saliva a su paso. Habría querido mirarlo, pero me mantenía inmóvil con él sentado sobre mis caderas.
Al final llegó hasta mi parte baja, arrancando mi ropa interior con algo de torpeza. Sung Kyu jamas se había comportado de esa manera antes.
—Sung Kyu, espera un momento.
Pedí, incorporándome un poco al comprender lo que pensaba hacer.
Me dio una mordida en el muslo izquierdo.
—Te dije que te callaras.
Gruñó y de una sola vez se metió mi miembro entero en su boca, entre esos deliciosos y perfectos labios. Solté un gemido, dejándome caer hacia atrás. Era una sensación delirante, escucharle succionar y darle besitos a la punta. Si seguía así me terminaría corriendo en su preciosa cara.
Pero no llegué a ello. Mi líder se incorporó y, tímidamente, se dio la vuelta, ofreciendome su trasero.
—Prepárame.
Pidió con una voz cargada de deseo y excitación. No necesitaba nada mas.
Me maldije por no llevar el lubricante, pero tenia algo que serviría igual. Y él lo sabia, lo supe por la forma en que se estremeció cuando tomé sus caderas y lo atraje hacia mi rostro.
Separe sus suaves y redondos montículos y encontré lo que buscaba, ese pequeño agujerito rosado, el cual esperaba por mi. Probé tocándolo con un dedo, sintiendo como la espalda del dueño se arqueaba con anticipación.
Muy lentamente, luchando contra mi propia ansiedad, llevé mis labios hasta su entrada, dejando mi lengua perderse en el interior, metiéndola tanto como me era posible, sintiendo sus espasmos ante esto.
Probé entonces a meter un dedo. Sung Kyu soltó un gemido, el cual intentó contener con sus manos.
Sonreí ante esto y metí otro dedo. A lo mejor estaba siendo un poco rudo, pero no parecía molestarle.
—Date la vuelta.
Le pedí una vez estuvo listo, lubricado con mi saliva y con tres dedos dentro.
Sung Kyu temblaba mientras lo hacia. Aproveche el momento para tomarlo del mentón y besar sus labios.
—Te amo —dije en voz baja.
—Yo también.
Susurró por toda respuesta y se dejó caer en la cama de espaldas, con las piernas muy abiertas. Nunca había estado tan complaciente antes. Y eso me calentaba mucho mas.
Me acomode entre sus rodillas, tomando la cabeza de mi pene y apuntando directo a su entrada.
—Dilo de nuevo. Y dilo bien.
Ronroneé, jugueteando entre sus muslos.
—Woo Hyun —gimió, pero no cedí. Era cruel, ya lo sabía, pero tenía que escucharselo decir para poder sentirme en paz.
—Te amo.
Volvió a gemir y entonces sí, lo penetré hasta el fondo, disfrutando de ver como mi miembro desaparecía completamente en su interior, como mi pelvis chocaba directamente contra sus nalgas. Disfrutaba el sonido que provocabamos al chocar, pero sobre todo disfrutando el sonido que salía de su boca ante cada una de mis embestidas.
Con ese ritmo no tardé mucho en venirme, asegurándome de hacerlo en su interior. Sung Kyu no tardó en imitarme. Me dejé caer a su lado entonces, sin importarme el desastre de las sábanas ni de nuestros fluidos sobre nosotros.
Rodeé a Sung Kyu con mis brazos.
—Te amo, Woo Hyun.
Dijo una vez mas, con voz suave.
Sonreí y lo bese en la punta de la nariz con ternura.
—¿Quieres que te traiga algo?
Propuse entonces, pensando en ir por una botella de vino y celebrar nuestra reconciliación, pero Sung Kyu se aferró a mi mano con fuerza.
—No. Por favor, quédate a mi lado.
No tuvo que decirlo dos veces. Lo tomé con fuerza entre mis brazos de nuevo, manteniendo su rostro muy cerca del mio.
—Te amo.
Le repetí durante toda la noche mientras estuvimos despiertos y cada vez que lo hacia sus mejillas enrojecían, pero no me pidió que me detuviera. De todas formas no habría servido. Esa era nuestra noche especial.
Y recordé que aún nos quedaba un día y medio en el spa. Ya se me ocurriría que hacer.FIN
México, D. F.
Domingo 9 de Agosto de 2015.

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Quédate a mi lado
Hayran KurguSung Jong quiere a Myung Soo. Y Myung Soo tal vez quiera a Sung Jong. Sung Kyu quiere a Woo Hyun. Y Woo Hyun quiere a Sung Kyu, pero también quiere a Key. Dong Woo quiere a Ho Won. Y Ho Won... no sabe lo que quiere.