Hola, me llamo Alex y vengo a contaros mi vida. Ya sé que no soy famoso ni nada por el estilo y que posiblemente en este momento hayas dejado de leer, pero te pediría que me dieses una oportunidad para convencerte de que esta historia merece la pena, prometo ser breve te lo prometo o al menos lo intentaré.
Bien, para empezar esta historia hay que remontarse hasta 2º de la ESO, dónde empezó toda esta confusión. Tenía 13 años y era el típico chico infantil y molesto que a nadie gustaba (es duro reconocerlo pero es así) y que vivía enamorado de una chica de su clase como un tortolito. Era la persona más maravillosa que jamás conocí, era tan guapa, tan cariñosa, tan infantil como yo, tan pava como yo, (bueno esto último debería sustituirlo, si me lees perdóname pero sólo me limito a decir la verdad) tan ideal, en definitiva, la chica de la que cualquier chico se podía enamorar. Aún recuerdo lo feliz que volvía del instituto, pegando saltos de un lado a otro con mariposillas en el estómago porque me había sonreído o me había dedicado un momento de su preciado tiempo para simplemente decirme "¡hola!" y es que tengo que reconocer que siempre me he fijado en los pequeños detalles y los que ella me dedicaba eran tan especiales para mí que no podía evitar ponerme así. Mi hermano siempre preguntaba a mi madre que qué me pasaba, que porqué estaba tan feliz siempre y mi madre siempre respondía "¡déjalo, está enamorado!" y yo hacía como que no la había escuchado y me ponía a escuchar música que me recordara a ella, mientras sonreía como nunca antes lo había echo.
Cada San Valentín se celebraba en mi instituto una entrega de rosas y cartas de amor o amistad de manera privada a quién tú quisieras, pues bien, nunca tuve lo que tuve que tener para decirle todo lo que sentía hacía ella, aunque siempre esperaba que ella algún San Valentín lo hiciera y por lo tanto que sintiera algo hacía mí, porque la verdad nunca sintió nada.
Aquel amor que yo creía tan fructífero poco a poco se iba marchitando como los anteriores y convirtiéndose en otro de tantos. La felicidad que sentí un día, poco a poco se fue convirtiendo en tristeza y celos hacía los chicos que se le acercaban y con los que ella sonreía, todo cambiaba. Todo, hasta incluso yo, ya que de repente, sin saber porqué, empecé a desarrollar un especie de sentimiento "extraño" hacía dos chicos de mi clase, ¿cómo podía ser que aquel chico perdidamente enamorado de aquella chica genial, ahora se fijase en aquellos que al acercase "a su chica" le habían llenado de tristeza? y lo más importante ¿porqué ese chico tenía que ser yo, si a mi todo lo relacionado con ese mundo me daba miedo?, ¿por qué Señor, por qué?
Intentando quitarle hierro a la cosa, intenté quitarme aquella idea respaldándome en la tristeza que debería sentir porque aquella chica por la que tanto había saltado de alegría no estaba conmigo, pero aun así no podía evitar que si alguno de aquellos dos chicos me sonreían o me guiñaban el ojo, me pusiera nervioso y tartamudeara (siempre he sido un poco patético). De repente estaba viviendo lo mismo que viví hace nada con esa chica, con dos chicos igual de geniales, había cruzado el charco y creo que me estaba ahogando y para colmo no se nadar, ¿vale?
Toda esta situación confusa no se resolvió hasta el año siguiente cuando en un viaje que me otorgaron por mis buenas notas conocí a quién me abrió los ojos y me hizo ver que ese mundo que hasta ahora me daba miedo no era tan malo, al menos de momento. Esa persona no fue otra que aquella que con el tiempo se convirtió en mi mejor amigo.
Todo lo que contaba eran tan guay, me contaba que ligaba mucho y que tenía éxito y precisamente eso era lo que yo buscaba, nada más y nada menos que gustar, así que ¡perfecto! parecía que había encontrado a la persona perfecta en el momento perfecto, pero no. Poco a poco me fui enamorando de él, incluso si cabe, más que de aquella chica, pero nuestro amor tampoco cuajó, todo aquello que creía que había cambiado seguía igual, volvía a ser ese chico rechazado, pero al menos con él si tuve la valentía de decirle lo que sentía en dos ocasiones, pero por más que lo intentaba no había manera de que funcionara.
Luego llegaron otros chicos pero en esta ocasión los rechacé yo, porque no sentía nada parecido ni por asomo aquello que sentí primero hacía aquella chica y luego hacía aquel chico y veía una perdida de tiempo salir con ellos, además que yo no dejaba de pensar en él, me parecía el ser más maravilloso que existía en la tierra y lo quería para mí porque como dice el refrán "dónde hubo fuego, cenizas quedan". ¿Me estaría convirtiendo en un ser despiadado y sin sentimientos?
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Historias De Un Confundido Confuso
Non-FictionA través de este libro descubrirás la vida de un personaje llamado Alex, que no es otro que yo mismo. Podrás conocerme más y disfrutar de historias propias que seguro que no te dejan indiferente, todas ellas contadas en forma de diario y con un leng...