«Las personas con pasados horribles son las más peligrosas, porque saben que pueden superar lo que sea».
Una Cazadora con un objetivo. Un objetivo demasiado fuerte para ser vencido. Y una venganza que ella se propone completar.
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La luz que se cuela en la celda es casi nula. No puedo ver más allá de la palma de mi mano y los sollozos de un moribundo Banshee son mi única compañía. Las otras celdas están vacías, con los restos de sus antiguos huéspedes esperando a ser recogidos. Bien podría pensar en este lugar como un infierno. Ocho años atrás, este escenario habría sido una de mis peores pesadillas. Pero ya no es el caso.
Cuando llegamos a Große Arber (más específicamente, la ciudad de Cazadores debajo de la montaña), Banshee y yo fuimos encerrados aquí, en las celdas, pero por alguna razón sólo a él lo han torturado en todo este tiempo. Me pregunto si me están guardando para el final. Mi compañero muere lentamente en sus condiciones: sus heridas, abiertas a infecciones, con la carne al rojo vivo y la sangre escurriéndose hasta el piso. No le queda mucho tiempo de vida. Si mis cálculos no fallan, fue hace poco más de dos meses que llegamos aquí, aunque podría estar equivocada; el tiempo pasa demasiado lento, sin señales de los días o las noches.
No es difícil distinguir el momento en el que una puerta se abre, puesto que la brillante luz del exterior me ciega momentáneamente, puntos blancos y negros nublando mi visión. Cuando me recupero, veo a mi amigo, Shane Vondercast, Dämon, recargado contra el marco de la puerta, mirándome fijamente. No hay burla ni alegría en su expresión. Yo soy para él lo único que tiene en la vida, así como él lo es para mí. Las únicas personas a las que les importamos, las únicas personas que queremos en esta vida. Después de todo, tenemos un gran y largo pasado que nos une.
—Angel —susurra. Hay tristeza en su voz que trata de disimular, y hubiera tenido éxito de no ser yo con quien lo intenta. Le conozco demasiado bien.
—Dämon —le dedico una sonrisa, aunque creo que me sale más como una mueca—. Creí que no se podía visitar a los prisioneros.
Él ríe. Incluso ahora, al borde de la muerte, yo conservo mi estúpido humor que muchos toman por arrogancia. Nyssa Al'Ghul y todo el equipo Arrow lo consideran así, aunque eso no me da batalla.
—Ese es el problema —murmura con voz rota, melancólico. No quiero que se sienta así por mi culpa—. Erster Mann quiere verte.
Debe ser para acabar conmigo de una buena vez, pienso. Shane tiene razón. Después de todo, Asrield no es de los que dan segundas oportunidades. O tal vez lo haga, como en ciertas y raras ocasiones que no he sido capaz de presenciar en los largos años que llevo aquí.
Me levanto como puedo y voy hasta Shane, que me toma del brazo suavemente y me ayuda a caminar por los mismos pasillos que crucé la última vez que visité los aposentos de Erster Mann, tan solo un día antes de viajar a Starling City.
—Jamás pensé que me encontraría en esta situación, ¿sabes? —le digo a Shane cuando nos detenemos frente a la puerta correcta.
Jamás pensé que fallaría una misión. La deslealtad ni siquiera es un pensamiento que se haya cruzado por mi cabeza en algún momento. Jamás.
