«Las personas con pasados horribles son las más peligrosas, porque saben que pueden superar lo que sea».
Una Cazadora con un objetivo. Un objetivo demasiado fuerte para ser vencido. Y una venganza que ella se propone completar.
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Taloquan Hace nueve años
No sé cuántos días pasan antes de que lleguemos, pero cuando lo hacemos, lo único que puedo hacer es alegrarme. Las semanas anteriores estuvieron llenas de días incómodos y largas noches con mucho frío o calor. Pero no puedo quejarme; al menos tuvimos paz y tranquilidad.
—Así que... esto es Taloquan —suspiro viendo la "ciudad" frente a mí. No se parece en nada a Limerick.
Malia no responde, solo asiente y se queda callada, justo como en el funeral de aquel chico. No pasó mucho tiempo antes de que alguien se diera cuenta que había muerto; llegó una mujer gritando algo que no entendía (pero, por la preocupación en su voz y porque era la única palabra que decía, supongo que era el nombre del chico), al menos, hasta que vio al niño tendido en el suelo. Luego llegaron más y más personas, algunos con miradas tristes y otros pocos llorando.
Eso debió parecerme horrible: tanta tristeza, una persona muerta... pero fue todo lo contrario. Durante un momento, fue como si realmente lo disfrutara y eso me asusta. Esto no es normal. Es horrible pensar así.
El resto del viaje, ninguna de las dos habla. Malia deja los caballos a la entrada de la ciudad, llevándose sólo una mochila con provisiones y cargándome otra a mí. Cada calle que cruzamos me molesto en memorizarla, por si algo llega a pasar. La gente que camina a nuestro alrededor no nos hace en el mundo y aún así no dejo de pensar que alguno de ellos podría ser un enemigo.
Sería mejor si estuvieran muertos, ¿no es así? ¿Qué te parecería si lo estuvieran, si sufrieran mucho antes de morir? Suena bien, ¿a que sí?, susurra una dulce voz en mi cabeza, asustándome.
No, no suena bien, me respondo como si esto fuera normal, y durante un momento, así me lo parece. Me odio por ese pensamiento y trato de evitarlo el resto del camino. ¿Qué clase de persona normal piensa así? ¿Qué me está pasando? Yo no soy así. O al menos, antes no lo era.
Una hora después de haber llegado, cruzamos una parte de la ciudad que está casi desierta y Malia se detiene. Voy a preguntarle por qué cuando señala una casa en particular: es pequeña, con la pintura del exterior raspada y grietas en los muros. Definitivamente es un buen lugar para esconder algo: no es ni tan vieja para verse sospechosa, ni muy ostentosa para llamar la atención; una casa en la que nadie se fijaría dos veces.
La puerta ni siquiera tiene pestillo para seguridad, algo que deja claro que no hay nada de valor dentro. Cuando entramos, la casa está totalmente vacía. No hay muebles ni aparatos, sólo cortinas y puertas que separan una habitación de otra. Cuento tres pasillos y dos puertas antes de llegar a la cocina, un lugar con gavetas descuidadas de madera y un horno que tiene años que no se usa (o eso me da a entender el polvo que se acumula a capas sobre él). A simple vista, parece un lugar común, hasta que Malia abre el horno, que se pega hasta el piso al punto de no saber dónde acaba uno y empieza el otro. Las nubes de humo que vienen después me provocan un ataque terrible de tos.