«Las personas con pasados horribles son las más peligrosas, porque saben que pueden superar lo que sea».
Una Cazadora con un objetivo. Un objetivo demasiado fuerte para ser vencido. Y una venganza que ella se propone completar.
...
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—Alguien está rastreando nuestra señal, Clarysse —dice Erik tecleando cosas en la computadora portátil—. Y yo estoy rastreando a quien nos rastrea.
Frunzo el ceño. Cuando Erik hace varios clic en el mapa y veo claramente la imagen de donde alguna persona está rastreando la señal, inmediatamente reconozco el lugar.
—Yo he estado ahí. Es el escondite de Arrow y su equipo.
—Y nos están rastreando. Usan la señal que damos cuando hackeé las cámaras que vigilan el apartamento de Thea Queen para rastrearnos ellos también a nosotros. Ilusos.
Sonríe. Yo sonrío. Si Arrow viene aquí, caerá en una trampa y todos los que acudan con él también. Podré asesinarle. Antes no contaba con Erik, ahora lo hago, y la duda de si vendrá solo o acompañando por sus encapuchados amigos cruza por mi cabeza. Compañeros que vencí fácilmente la última vez, pero sé que no se arriesgaría a ponerlos en peligro de nuevo.
El sonido de un motor y una voz dura me hacen fruncir el ceño.
—¡Sal, Clarysse! —pese a las pocas veces que la he oído, reconozco perfectamente la voz de Oliver Queen—. Venga, acabemos con esto de una vez. No quiero que más gente muera a causa mía y tus cometidos.
—Creo que ya era hora —sonrío colocándome el cinturón de cuchillos y armas y asiento hacia Erik.
Él apaga el computador, con las espadas enfundadas en su cinturón.
Por la puerta trasera salgo y camino hasta el frente.
—¿Sabes? Estoy de acuerdo contigo —digo burlona saliendo por un costado del enorme almacén—. Ya estoy exasperada por este juego que parece haberse convertido en un círculo vicioso. Acabemos ya con esto.
Estamos en uno de esos barrios desolados de la ciudad, así que será realmente difícil que puedan escucharnos. Casi de inmediato, en el momento al verme, Arrow alista su arco, flecha en él, apuntando hacia mí.
—Venga, cariño. Dispara esa flecha e intenta que atraviese mi corazón —hablo de nuevo, incitándolo. Pero él no hace nada. Solo permanece de pie en su lugar, con la flecha en el arco aún amenazando mi cuello—. Solo causaré estragos en tu ciudad con las muertes que provocaré. Todas de quienes amas. Además, supongo que has venido a eso, ¿no es así?
—Clarysse, localizo a dos personas más en el área. No viene solo —me dice Erik a través del comunicador que llevo en el oído y él mismo me entregó—. Tú encárgate de Arrow que yo me encargo del resto si es necesario.
Créeme, lo será, pienso, recordando las veces en las que Arrow me venció y su equipo de cuarta le hacía compañía.
La primera flecha se dirige hacia mí; la detengo antes de que impacte contra mi pecho. Dejo la flecha metálica en el suelo, sin quitar ni por un segundo mi vista de Arrow y su rostro encapuchado.