«Las personas con pasados horribles son las más peligrosas, porque saben que pueden superar lo que sea».
Una Cazadora con un objetivo. Un objetivo demasiado fuerte para ser vencido. Y una venganza que ella se propone completar.
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Capítulo dedicado a @TheaPetrovaLightwood y @AgustinaCentelles ¡En serio que sus hermosos comentarios me han alentado mucho, guapas! ¡Muchas gracias por seguir en la historia!
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Julio 12. 9.15 a.m. De camino a mi departamento. Han pasado tres días desde mi charla con Erik y aún no me olvido del todo de lo que me contó. Sin embargo, líos sentimentales son justamente lo que no necesito ahora.
Aún faltan más de tres meses para que esto acabe y no dejo de pensar que algo podría salir mal. Según Malcolm, las probabilidades son pocas con Oliver y Bruce infiltrados en la Liga, pero el peligro para ellos es mayor así. Esto tiene que acabar antes de que los inciten a matarse entre ellos y descubran en la Liga que algo tramamos. Conociendo los antecedentes de Asrield y habiendo escuchado las leyendas sobre Ra's Al Ghul, algo así sería más que desastroso para todos.
Luego está esa insistente sensación de ser observada. No he dejado de sentirme así desde hace días, y eso sólo me mantiene en un estado de alerta constante. Incluso ahora, no puedo evitar mirar a mi alrededor y buscar a alguien sospechoso aunque sé que, si se tratara de la Liga, serían mucho más cuidadosos que esto de estarme vigilando. Y de tratarse de alguno de los del equipo de Oliver (algo que tendría más sentido), los habría notado hace tiempo.
Nadie parece prestarme especial atención. Hay poca gente en un local de comida adelante y varios más cruzan la calle, ninguno sospechoso.
Pero los mejores espías saben cómo camuflarse a la perfección.
Me paso los siguiente quince minutos de camino al viejo edificio de departamentos, atenta a lo que sucede a mi alrededor. Al final, cuando llego, la sensación persiste. De un momento a otro una pequeña figura vestida de negro pasa por mi lado, chocándome; sigue de largo, corriendo y sin detenerse. Ha dejado caer algo y no se ha dado cuenta.
Es una carpeta, pequeña y mugrienta.
—¡Oye! ¡Se te ha caído algo! —le grito, pero está un poco lejos para escucharme. Levanto la carpeta del suelo y la abro por la primera página. Lo que hay en el interior me sorprende.
«CLARYSSE HEAVEN LEAVENBROCK», pone la primera página. Debajo hay una fotografía mía de cuando era pequeña; la última que me tomaron antes de desaparecer, durante mi estadía en el orfanato de Limerick. Tenía once años por aquel entonces.
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