Capítulo 13:

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El silencio entre nosotras se hizó presente. No se cuanto tiempo paso hasta que Lena se levantó de su lugar.

-Yo creo que es mejor que me vaya..adiós-. Dijo y se fue como una bala.

-¿Q-qué haces aquí Louis?- le pregunté cuando el tomo asiento y cruzo los brazos en su pecho.

-Eso no interesa, lo que importa es que tú me debes una explicación -.

-Y-yo solo quería saber por que Noah y tú se llevan tan mal-. Respondí, mientras jugaba con mis manos y bajaba la mirada.

-Y ahora estas conforme?-. Preguntó.

-No.. Quiero saber porque todavía no lo has perdonado, supongo que ya paso tiempo-. Le dije levantando mi mirada, hacia sus ojos azules.

-Cinco años pasaron exactamente- Respondió.

-Pues por eso no lo entiendo, han pasado años y no lo has hecho, no puedes pasar toda tu vida odiando a una persona, que ni siquiera tuvo la culpa, sólo paso...

-Si que puedo, tu no sabes nada- dijo desviando su mirada hacia afuera, podía ver como sus ojos cada vez se ponían más brillosos.

-Tú no quieres ver la realidad, por eso no dejas a tu orgullo de lado, y si sigues así, vas a perder a tus amigos- dije ya harta levantandome y dejándolo sólo en la cafetería.

(***)

Martes:
Habíamos terminado la práctica, nos dirigimos a los vestuarios a cambiarnos; tres o cuatro de las chicas se duchaban, mientras yo me vestía , otra se peinaba frente al espejo y Cristina, la profe de educación física, se ataba los championes.

Escuchamos un griterío del otro lado de la puerta. La profesora la abrió apenas y se oyó la voz de Pedro, el portero del colegio que vociferaba.
- Os voy a dar, gilipollas, guarros, esto no puede ser-.

-¿ Qué ha pasado?- preguntó Cristina en voz alta, asomando la cabeza.

-Ah, profesora, no sabía que usted estaba aquí. Estos gamberros han estado espiando el vestuario femenino a través de un agujero que hicieron en la pared. Quitaron el azulejo, perforaron el ladrillo, no se puede creer. Ahora mismo los llevo al despacho del director-. Decía el portero, furioso. Agarro a uno de la oreja y empezó a sacudirlo, mientras que éste chillaba.

-Déjemelos un rato antes de llevarlos. Quiero aclarar algo con ellos-. Dijo Cristina.

-Bueno, pero solo un rato. Se van a enterar de lo que es bueno-. Concedió el portero-. Los vengo a buscar en cinco minutos y seguro que el director les echará una bronca de las buenas.

Con todo éste escándalo, las que estaban en la ducha habían salido asustadas y estábamos tratando de escuchar lo que pasaba. Cristina hizo entrar a los tres chicos en nuestro vestuario. Eran de cuarto. Miraban al suelo. Nosotras nos juntamos en un rincón y las que estaban todavía envueltas en la toalla se la subieron lo más que podían para taparse bien.

-Así que les divierte ver a las chicas mientras se cambian, ¿no?-Empezó la profesora con voz irónica.

Ellos no contestaron nada.

-Como les parece tan gracioso,ahora vamos a ver como lo hacéis vosotros. Comenzad ya mismo a quitaros la ropa-. Dijo.

Los chicos se miraron aterrorizados y para nosotras empezó la dulce y cruel
venganza.

-Venga, que no tengo toda la tarde.

-Pero.... Profesora, fue solamente una broma- murmuró el que parecía menos asustado. Los tres sudaban, y no precisamente de calor.

-Bueno, esto también es una broma, solamente que no para vosotros. Vamos, haced lo que os digo- su voz era cada vez más severa.

Nosotras nos partíamos de la risa.

Uno de los chicos empezó y a sacarse despacio el cinturón, el que se había atrevido a hablar se desató los cordones de los zapatos y el tercero se empezó a quitar la camiseta.

La profesora esperó unos segundos más, que a ellos les deben de haber parecido interminables y al fin dijo:

-Ya, supongo que habéis aprendido lo divertido que es esto. Daos prisa, iros con Pedro y la próxima vez no la sacaréis tan fácil.

Los chicos salieron casi corriendo, por miedo a que Cristina se arrepintiera. Lena, que estaba en el corredor, junto con otro grupo de chicos que habían llegado para ver por qué se armó ese revuelo, escuchó a uno de los tres que le decía al otro:

-A ese chivato,del otro cuarto, que le fue con el cuento a Pedro, lo vamos a matar.

Había sido uno de nuestros compañeros quien evitó que esos tre imbéciles siguieran riéndose de nosotras.

Cuando me di cuenta de lo que estaban haciendo, traté de impedirlo pero no me hicieron ni caso. Tuve que decirle a Pedro aunque que me va a costar caro. Me van a echar la bronca padre.
Pero no podía dejar que a ella le hicieran eso. Tengo que cuidarla de estos inmaduros, no quiero que nadie le haga daño.

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La Ventana de enfrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora