Cap 5: Diciembre, se vienen las fiestas.

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Noah y yo hemos estado cada vez más cerca que nunca, pasamos la mayoría de los recreos  juntos y también en los almuerzos del colegio. La única chica que me ha caído bien es Lena, una chica de mi misma altura* y de cabello castaño claro, que se sentaba a mi lado.

Mis primeras fiestas las íbamos a pasar en Barcelona. Martín tenía una pareja de amigos, profesores universitarios, que nos invitaron a su casa.

Cuando se lo conté a Noah, me pareció que se puso un poco triste. Pobre, me daba pena, ya que su madre no estaría con él para Navidad, hasta que se me ocurrió la idea de preguntarle a mi madre y a Martín si podía invitar a Noah a que pase las fiestas con nosotros, los cuales enseguida  aceptaron.

Al principio Noah no acepto ya que decía que sería un estorbo, pero después de haberle suplicado varias veces, me dijo que si.

Durante el viaje, vimos lugares muy lindos.Paseamos por los pueblitos y playas de Peñíscola y Sitges.

Los amigos donde nos quedabamos eran simpáticos. Ella se llamaba Luisa y era flaquita y con lentes y su marido Carlos, era muy alto y parecía bastante serio, pero era más bueno que el pan.

La noche de navidad hacía un frío tremendo y había mucha lluvia.
Éramos muchos porque Luisa y Carlos habían invitado a varias parejas de amigos. Los únicos menores que estaban eran Noah, Aldana( una chica de nuestra misma edad,alta de cabello castaño y ojos celestes) quien estaba platicando con Noah, quien se encontraba sentado en un sillón de la sala junto a ella.
No se porque eso me molestó un montón, así que pedí permiso y me retire escaleras arriba hacia la habitación que Luisa había arreglado para mí, a decir verdad su casa era gigante.

Me encontraba sentada en la cama leyendo un libro, cuando veo que Noah entra y se sienta al lado mio y coloca una pequeña caja negra sobre mi regazo, cierro el libro y lo miro confundida, ya que no se de que se trata, el cual él me responde:

—Tu regalo de navidad—

—No tenías por...—me interrumpio.

—Abrelo, se que te gustara—

Le hice caso y cuando lo abrí me sorprendió, era una cadenita con un infinito y acompañado de tres perlas.

Fue un gesto muy dulce, miraba el regalo encantada, nunca un chico se habia molestado en regalarme algo así.

—Gracias, me encantó. Pero.. yo no tengo nada para ti—le dije mirándolo.
Mientras se acerco un poco más hacía mí, casi al punto en el que nuestras narices se rozaban susurro:

—Yo se que me puedes dar— dijo y            Me besó...

La Ventana de enfrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora